Feb
Evangelio del día
“ Quien quiera ser el primero, que sea el último de todos ”
Primera lectura
Lectura de la carta del apóstol Santiago 4,1-10:
Queridos hermanos:
¿De dónde proceden los conflictos y las luchas que se dan entre vosotros? ¿No es precisamente de esos deseos de placer que pugnan dentro de vosotros? Ambicionáis y no tenéis, asesináis y envidiáis y no podéis conseguir nada, lucháis y os hacéis la guerra, y no obtenéis porque no pedís. Pedís y no recibís, porque pedís mal, con la intención de satisfacer vuestras pasiones.
Adúlteros, ¿no sabéis que la amistad con el mundo es enemistad con Dios? Por tanto, si alguno quiere ser amigo del mundo, se constituye en enemigo de Dios.
¿O es que pensáis que la Escritura dice en vano: «El espíritu que habita en nosotros inclina a la envidia»?
Pero la gracia que concede es todavía mayor; por eso dice: «Dios resiste a los soberbios, mas da su gracia a los humildes».
Por tanto, sed humildes ante Dios, pero resistid al diablo y huirá de vosotros. Acercaos a Dios y él se acercará a vosotros.
Lavaos las manos, pecadores; purificad el corazón, los inconstantes. Lamentad vuestra miseria, haced duelo y llorad; que vuestra risa se convierta en duelo y vuestra alegría e aflicción. Humillaos ante el Señor y él os ensalzará.
Salmo de hoy
Salmo 54,7-8.9-10a.10b-11.23 R/. Encomienda a Dios tus afanes, que él te sustentará
Pienso: «¡Quién me diera alas de paloma
para volar y posarme!
Emigraría lejos,
habitaría en el desierto». R/.
«Esperaría en el que puede salvarme
del huracán y la tormenta».
¡Destrúyelos, Señor,
confunde sus lenguas! R/.
Pues veo en la ciudad violencia y discordia:
día y noche hacen la ronda sobre sus murallas. R/.
Encomienda a Dios tus afanes,
que él te sustentará;
no permitirá jamás que el justo caiga. R/.
Evangelio del día
Lectura del santo evangelio según san Marcos 9,30-37
En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos atravesaron Galilea; no quería que nadie se enterase, porque iba instruyendo a sus discípulos.
Les decía:
«El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres y lo matarán; y después de muerto, a los tres días resucitará».
Pero no entendían lo que decía, y les daba miedo preguntarle. Llegaron a Cafarnaún, y una vez en casa, les preguntó:
«¿De qué discutíais por el camino?».
Ellos callaban, pues por el camino habían discutido quién era el más importante.
Jesús se sentó, llamó a los Doce y les dijo:
«Quien quiera ser el primero, que sea el último de todos y el servidor de todos».
Y tomando un niño, lo puso en medio de ellos, lo abrazó y les dijo:
«El que acoge a un niño como este en mi nombre, me acoge a mí; y el que me acoge a mí, no me acoge a mí, sino al que me ha enviado».
Reflexión del Evangelio de hoy
“Ardéis en envidia y no alcanzáis nada”
La Carta de Santiago nos introduce en la “dinámica del mundo”, donde es tan fácil “dejarse llevar” incluso por los cristianos. La comunidad se haya dividida por contiendas, envidias o codicia. Con estas actitudes se están separando de Dios, aunque manifiesten con palabras su amor. Y el apóstol los llama “adúlteros” porque engañan a Dios o, por mejor decir, se engañan a sí mismos cayendo en las tentaciones del mundo y no confiando suficientemente en la vida de Gracia que Dios les ha otorgado.
El texto es una llamada a la búsqueda sincera de Dios en nuestra vida, a no “pasar” de Él cuando la dinámica del mal y la rutina nos contagien de su falsa felicidad, que tantas veces nos gusta, pero no nos haces felices ni alcanzamos nada.
“¿De qué discutíais por el camino?”
Jesús acaba de anunciar por segunda vez su Pasión, Muerte y Resurrección, pero los discípulos parecen no querer escucharlo porque tenían miedo. ¿Miedo de qué? Miedo de las responsabilidades, del compromiso del Reino al que Jesús los llamaba y sus dificultades. Pero eso era secundario para ellos. Ya se encargaría el Maestro. Lo que de verdad querían es, a su sombra, ser importantes, conseguir unos beneficios materiales, de poder y estaban compitiendo entre ellos por el favor del Señor. Jesús los pone en evidencia y les muestra qué el valor e importancia del Reino es el servicio, la humildad, la pequeñez como la de un niño, al que pone en medio de todos ellos.
Ser cristiano implica siempre humildad y servicio. No se trata sólo de escuchar la Palabra de Dios con una actitud distante o distraída, sino hacerla vida, una vida de entrega y compromiso por un Reino donde prime el Amor sobre mis egoísmos y disputas para ser más importante. Debemos ser como niños y de esta manera el Señor nos abrazará fuertemente porque sabe que estamos con Él, aunque esto implique la Pasión y la Muerte, porque sólo participando en ellas, descubrimos la alegría de la Pascua.