Oct
Evangelio del día
“ He venido traer fuego ”
Primera lectura
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos 6, 19-23
Hermanos:
Hablo al modo humano, adaptándome a vuestra debilidad natural: lo mismo que antes ofrecisteis vuestros miembros a la impureza y a la maldad, como esclavos suyos, para que obrasen la maldad, ofreced ahora vuestros miembros a la justicia, como esclavos suyos, para vuestra santificación.
Pues cuando erais esclavos del pecado, erais libres n lo que toca a la justicia. ¿Y qué fruto obteníais entonces? Cosas de las que ahora os avergonzáis, porque conducen a la muerte.
Ahora, en cambio, liberados del pecado y hechos esclavos de Dios, dais frutos para la santidad que conducen a la vida eterna.
Porque la paga del pecado es la muerte, mientras que el don de Dios es la vida eterna en Cristo Jesús, Señor nuestro.
Salmo de hoy
Salmo 1,1-2.3.4.6 R/. Dichoso el hombre que ha puesto su confianza en el Señor
Dichoso el hombre
que no sigue el consejo de los impíos,
ni entra por la senda de los pecadores,
ni se sienta en la reunión de los cínicos;
sino que su gozo es la ley del Señor,
y medita su ley día y noche. R/.
Será como un árbol
plantado al borde de la acequia:
da fruto en su sazón
y no se marchitan sus hojas;
y cuanto emprende tiene buen fin. R/.
No así los impíos, no así;
serán paja que arrebata el viento.
Porque el Señor protege el camino de los justos
pero el camino de los impíos acaba mal. R/.
Evangelio del día
Lectura del santo evangelio según san Lucas 12, 49-53
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«He venido a prender fuego a la tierra, ¡y cuánto deseo que ya esté ardiendo! Con un bautismo tengo que ser bautizado, ¡y qué angustia sufro hasta que se cumpla!
¿Pensáis que he venido a traer paz a la tierra? No, sino división.
Desde ahora estarán divididos cinco en una casa: tres contra dos y dos contra tres; estarán divididos el padre contra el hijo y el hijo contra el padre, la madre contra la hija y la hija contra la madre, la suegra contra su nuera y la nuera contra la suegra».
Evangelio de hoy en audio
Reflexión del Evangelio de hoy
Esclavos de la fragilidad y esclavos de la gracia
En tiempos de la dominación romana la esclavitud era una práctica habitual y corriente. Es lógico que, San Pablo al dirigir su carta a los Romanos, tomase la similitud de lo que era la esclavitud, para instruir a aquellos que intentaban seguir el evangelio por Él anunciado.
Les hace un recordatorio de quién eran esclavos antes de abrazar el bautismo. Eran esclavos de la fragilidad humana que provocaba en ellos muchos males: envidias, enfrentamientos, dolor, amargura. En definitiva, esclavos de mal. Su vida no tenía sentido, no eran conscientes del mal que se hacían y que hacían. Esto mismo ocurre hoy día. Muchas veces somos esclavos de nuestra fragilidad humana que nos lleva al mal, al pecado.
También les recuerda que eran libres para obrar con justicia. Y les invita a ser esclavos de la gracia recibida en el bautismo, por el que se comprometieron a dejarse llevar de ese Dios, que nos ama y nos salva por medio de Jesús. Pues en Él hemos sido bautizados con su Espíritu. Por eso les invita a ser esclavos de Dios, desde la fragilidad y con fragilidad. A esto nos invita esta lectura.
He venido traer fuego y ¡cuánto deseo de que ya esté ardiendo!
Este pasaje resulta, para mí, muy chocante y sorprendente. Surge en mí la duda si serán palabras pronunciadas por Jesús. De Jesús siempre hemos oído, leído y experimentado que era una persona tranquila, serena, siempre haciendo el bien y nunca tratando de romper lazos, sino de unir y sanar nuestras relaciones, y aquí habla de enfrentamientos. ¿Qué querrá decirme y decirnos Jesús? Parece dar la razón a lo que afirman muchas personas: “de política y religión no se puede hablar, pues provocan discusión, enfrentamiento y rupturas, sobre todo familiares.
El símbolo, usado por el evangelista, es muy sugerente, pues, por una parte, destruye y por otra renueva, ya que renace de nuevo lo que se ha quemado, y a veces, con más fuerza y vigor. La actuación de Jesús, su valentía, su libertad, me hacen pensar que el amor que tenía a su padre Dios y su deseo de hacer y cumplir con su misión, era como un fuego que le ardía en el corazón y está deseoso que arda en todo el mudo. ¿Cuál es ese deseo?
Pienso, sinceramente, el deseo es restablecer unas relaciones humanas rotas con nuestra actuación. Restaurar la imagen de Dios, que tenían y a veces tenemos, como Él nos manifestó: el Padre-Madre bueno que quiere nuestro bien, que perdona y nos acompaña. Restablecer la dignidad de todas las personas, muy viciadas entonces y ahora, y manifestar su importancia y su categoría de hijo-hija de Dios. Quemar todo aquello que perjudica e impide, en los pueblos y sociedades, unas relaciones más justas y más pacíficas, para que broten unas relaciones más sanas.
Creo que yo y muchos como yo queremos que éste deseo del fuego de amor que anida en el corazón de Jesús, que arda en el mundo. Que queme y destruya todo lo que perjudica unas relaciones más humanas, más justas, más amables, y que nuestra sociedad tenga calidad de vida humana en todos los sentidos. Se lo pido a Jesús.