Oct
Evangelio del día
“ A ver si da fruto ”
Primera lectura
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Efesios 4, 7-16
Hermanos:
A cada uno de nosotros se le ha dado la gracia según la medida del don de Cristo. Por eso dice la Escritura:
«Subió a lo alto llevando cautivos
y dio dones a los hombres».
Decir «subió» supone que había bajado a lo profundo de la tierra; y el que bajó es el mismo que subió por encima de los cielos para llenar el universo.
Y él ha constituido a unos, apóstoles, a otros, profetas, a otros, evangelistas, a otros, pastores y doctores, para el perfeccionamiento de los santos, en función de su ministerio, y para la edificación del cuerpo de Cristo; hasta que lleguemos todos a la unidad en la fe y en el conocimiento del Hijo de Dios, al Hombre perfecto, a la medida de Cristo en su plenitud. Para que ya no seamos niños sacudidos por las olas y llevados a la deriva por todo viento de doctrina, en la falacia de los hombres, que con astucia conduce al error; sino que, realizando la verdad en el amor, hagamos crecer todas las cosas hacia él, que es la cabeza: Cristo, del cual todo el cuerpo, bien ajustado y unido a través de todo el complejo de junturas que lo nutren, actuando a la medida de cada parte, se procura el crecimiento del cuerpo, para construcción de sí mismo en el amor.
Salmo de hoy
Salmo 121, 1bc-2. 3-4ab. 4cd-5 R/. Vamos alegres a la casa del Señor
¡Qué alegría cuando me dijeron:
«Vamos a la casa del Señor»!
Ya están pisando nuestros pies
tus umbrales, Jerusalén. R/.
Jerusalén está fundada
como ciudad bien compacta.
Allá suben las tribus,
las tribus del Señor. R/.
Según la costumbre de Israel,
a celebrar el nombre del Señor;
en ella están los tribunales de justicia,
en el palacio de David. R/.
Evangelio del día
Lectura del santo evangelio según san Lucas 13, 1-9
En aquel momento se presentaron algunos a contar a Jesús lo de los galileos, cuya sangre había mezclado Pilato con la de los sacrificios que ofrecían.
Jesús respondió:
«¿Pensáis que esos galileos eran más pecadores que los demás galileos porque han padecido todo esto? Os digo que no; y, si no os convertís, todos pereceréis lo mismo. O aquellos dieciocho sobre los que cayó la torre en Siloé y los mató, ¿pensáis que eran más culpables que los demás habitantes de Jerusalén? Os digo que no; y, si no os convertís, todos pereceréis de la misma manera».
Y les dijo esta parábola:
«Uno tenía una higuera plantada en su viña, y fue a buscar fruto en ella, y no lo encontró.
Dijo entonces al viñador:
“Ya ves, tres años llevo viniendo a buscar fruto en esta higuera, y no lo encuentro. Córtala. ¿Para qué va a perjudicar el terreno?”.
Pero el viñador respondió:
“Señor, déjala todavía este año y mientras tanto yo cavaré alrededor y le echaré estiércol, a ver si da fruto en adelante. Si no, la puedes cortar”».
Evangelio de hoy en audio
Reflexión del Evangelio de hoy
Realizar la verdad en el amor
Jesús, vino a ayudarnos a vivir nuestra vida con sentido y para ello, guiado por la verdad en el amor, busca “la edificación del cuerpo de Cristo”, que es la iglesia. Todas sus acciones buscan este fin. Y para ello ha constituido “a unos apóstoles, a otros profetas, a otros pastores y doctores”. Es claro que no tenemos la misma función, pero sí todos tenemos la misma y única gran dignidad: ser hijos de Dios y hermanos unos de otros. Y todos, cada uno desde su puesto y desde su ministerio, según la gracia que cada uno ha recibido “según la medida del don de Cristo” debemos vivir la verdad en el amor… la única manera de edificar, construir y hacer crecer “el cuerpo de Cristo”. No tenemos más camino que la verdad y el amor.
A ver si da fruto
Jesús quiere que cada uno de nosotros demos fruto por el camino que nos indica. Con este motivo, en el evangelio de hoy nos habla de uno que tenía una higuera plantada en su viña y llevaba tres años sin dar fruto. Entonces el dueño de la vida dijo a su cuidador que la cortase: “¿para qué va a ocupar terreno en balde”. Pero el cuidador pidió más tiempo para la higuera, pidió un año más en el que él la iba a seguir cuidado con más mimo: “yo cavaré alrededor y le echaré estiércol a ver si da fruto. Si no, el año que viene la cortarás”. Nuestro Dios con nosotros tiene paciencia. Sabe esperar un año, dos años, tres años… muchos años. Pero mejor, ya que hemos sido seducidos por su amor e iluminados por su poderosa luz, que cada día sigamos siendo fieles a la promesa voluntaria que le hicimos de seguirle, de dar fruto en su viña y experimentando el gozo de su amistad.