Sep
Evangelio del día
“ No se lo impidáis ”
Primera lectura
Lectura del libro de Job 1, 6-22
Un día los hijos de Dios se presentaron ante el Señor; entre ellos apareció también Satán.
El Señor preguntó a Satán:
«¿De dónde vienes?».
Satán respondió al Señor:
«De dar vueltas por la tierra; de andar por ella».
El Señor añadió:
«¿Te has fijado en mi siervo Job? En la tierra no hay otro como él: es un hombre justo y honrado, que teme a Dios y vive apartado del mal».
Satán contestó al Señor:
«¿Y crees que Job teme a Dios de balde? ¿No has levantado tú mismo una valla en torno a él, su hogar y todo lo suyo? Has bendecido sus trabajos, y sus rebaños se extienden por el país. Extiende tu mano y daña sus bienes y ¡ya verás cómo te maldice en la cara!».
El Señor respondió a Satán:
«Haz lo que quieras con sus cosas, pero a él ni lo toques».
Satán abandonó la presencia del Señor.
Un día que sus hijos e hijas comían y bebían en casa del hermano mayor, llegó un mensajero a casa de Job con esta noticia:
«Estaban los bueyes arando y las burras pastando a su lado, cuando cayeron sobre ellos unos sabeos, apuñalaron a los mozos y se llevaron el ganado. Solo yo pude escapar para contártelo».
No había acabado este de hablar, cuando llegó otro con esta noticia:
«Ha caído un rayo del cielo que ha quemado y consumido a las ovejas y a los pastores. Solo yo pude escapar para contártelo».
No había acabado este de hablar, cuando llegó otro con esta noticia:
«Una banda de caldeos, divididos en tres grupos, se ha echado sobre los camellos y se los ha llevado, después de apuñalar a los mozos. Solo yo pude escapar para contártelo».
No había acabado este de hablar, cuando llegó otro con esta noticia:
«Estaban tus hijos y tus hijas comiendo y bebiendo en casa del hermano mayor, cuando un huracán cruzó el desierto y embistió por los cuatro costados la casa, que se derrumbó sobre los jóvenes y los mató. Solo yo pude escapar para contártelo».
Entonces Job se levantó, se rasgó el manto, se rapó la cabeza, se echó por tierra y dijo:
«Desnudo salí de! vientre de mi madre y desnudo volveré a él. El Señor me lo dio, el Señor me lo quitó; bendito sea el nombre del Señor».
A pesar de todo esto, Job no pecó ni protestó contra Dios.
Salmo de hoy
Salmo 16, 1. 2-3. 6-7 R/. Inclina el oído y escucha mis palabras
Señor, escucha mi apelación,
atiende a mis clamores,
presta oído a mi súplica,
que en mis labios no hay engaño. R/.
Emane de ti la sentencia,
miren tus ojos la rectitud.
Aunque sondees mi corazón, visitándolo de noche;
aunque me pruebes al fuego,
no encontrarás malicia en mí. R/.
Yo te invoco porque tú me respondes, Dios mío;
inclina el oído y escucha mis palabras.
Muestra las maravillas de tu misericordia,
tú que salvas de los adversarios
a quien se refugia a tu derecha. R/.
Evangelio del día
Lectura del santo evangelio según san Lucas 9, 46-50
En aquel tiempo, se suscitó entre los discípulos una discusión sobre quién sería el más importante.
Entonces Jesús, conociendo los pensamientos de sus corazones, tomó de la mano a un niño, lo puso a su lado y les dijo:
«El que acoge a este niño en mi nombre, me acoge a mí; y el que me acoge a mí, acoge al que me ha enviado. Pues el más pequeño de vosotros es el más importante».
Entonces Juan tomó la palabra y dijo:
«Maestro, hemos visto a uno que expulsaba demonios en tu nombre y se lo hemos prohibido, porque no anda con nosotros».
Jesús le respondió:
«No se lo impidáis: el que no está contra vosotros, está a favor vuestro».
Evangelio de hoy en audio
Reflexión del Evangelio de hoy
Desnudo salí del vientre de mi madre y desnudo volveré a él
En el comienzo del libro de Job nos lo presenta como un hombre justo y bueno, cumplidor de la Ley en toda su amplitud.
Un día en que los ángeles se presentaban a Dios, entre ellos estaba Satanás, que venía de dar vueltas por la tierra y el Señor le inquiere si se había fijado en Job, ya que hay pocos en la tierra tan honrados como él. El diablo porfía a Dios a que, ya que Job ha sido protegido por Dios en todas sus cosas, si le aconteciera la fatalidad, seguro que maldeciría al Señor, y éste le responde “haz lo que quieras con sus cosas pero a él no lo toques”.
El diablo arrojó sobre Job toda serie de males a sus posesiones, robándole sus ganados de bueyes y camellos, un rayo arrolló y quemó a sus ovejas y pastores, e incluso un huracán derribó la casa donde se encontraban los hijos e hijas de Job matándolos.
Ante las desgracias acaecidas Job no se sumió en la desesperación, sí que lo invadió la tristeza, pero aceptó su desgracia sin renegar de la misericordia de Dios, sino al contrario, aceptó lo que le acontecía bendiciendo a Dios: “El Señor me lo dio, el Señor me lo quitó; bendito sea el nombre del Señor”.
La aceptación del devenir de la vida cuando nos ruedan mal las cosas, hace que nos empeñemos, en muchas ocasiones, en buscar responsables en los otros, siendo incapaces de aceptar que, en algunos casos, la causa está en nosotros mismos, y ante las desgracias importantes, las achacamos a Dios porque ha sido capaz de permitir que ocurriera, aunque en ocasiones el desenlace era inevitable; y nos hundimos en la desesperación y el desánimo.
La actitud que nos presenta Job es la contraria, asume su situación e intenta por todos los medios salir de ella, confiando totalmente en Dios, dirigiéndose a Él como nos refiere el salmo 16: “Yo te invoco porque Tú me respondes, Dios mío, inclina tu oído y escucha mis palabras”.
Job tiene muy claro que si salió desnudo del vientre de su madre, cuando llegue el momento, desnudo volverá a él, o sea, que nada de lo bueno o de lo malo que ha tenido, le impedirá alabar por siempre al Señor
El que no está contra vosotros, está a favor vuestro
Lucas finaliza el capítulo 9 de su evangelio, presentándonos una situación tremendamente humana; los apóstoles discutiendo quien era el más importante entre ellos.
¡En cuantas ocasiones queremos ser más que los demás! Los más altos, los más guapos, los más inteligentes, los más buenos, en fin, los mejores en todo. Nuestro afán de protagonismo no tiene límite, estar por encima de todo el mundo, y no queremos asumir que lo más importante en la vida es vivirla con naturalidad, aceptando nuestras carencias e intentando superarlas, y poniendo nuestras virtudes al servicio de los demás.
La actitud de Jesús ante esta situación es decisiva, pone a un niño en medio de ellos y les invita a ser sencillos y humildes como el niño, pues así el más pequeño será el más importante, ya que el ejemplo que les pone no admite discusión: “el que acoge a este niño en mi nombre, me acoge a mí, y el que me acoge a mí, acoge al que me ha enviado”.
Olvidemos personalismos y orgullo mal entendido y asumamos la humildad como parte esencial de nuestra vida; olvidemos el querer ser el “ombligo del mundo”, es decir, el centro del universo, y no creamos que somos los escogidos y aceptemos que los otros tengan tanto o más méritos que nosotros mismos.
La respuesta de Jesús a Juan cuando intentaban impedir que alguien echara demonios en su nombre, porque “no era de los nuestros”, es inflexible: el que no está contra vosotros, está en favor vuestro. Dejemos, pues, de ampararnos en “los nuestros” y abramos nuestro corazón a todos, pues como dice la escritura, Dios envía la lluvia a malos y buenos, y el sol brilla para todos.
¿Vamos a ser nosotros más que Dios?
¿Soy capaz de aceptar mi situación cuando me vienen mal dadas?
¿Busco responsabilidades fuera de mí o asumo mi propia responsabilidad?
¿Consideramos que en “los nuestros” está la auténtica verdad?