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Feb
Evangelio del día
“ Si la sal se vuelve sosa, ¿con qué la salaréis? ”
Primera lectura
Lectura del libro del Eclesiástico 5, 1-8
No confíes en tus riquezas, ni digas: «Con esto me basta».
No sigas tu instinto y tu fuerza, secundando las pasiones de tu corazón.
Y no digas: «Quién puede dominarme?», o bien: «Quién logrará someterme por lo que he hecho?», porque el Señor ciertamente te castigará.
No digas: «He pecado, y ¿qué me ha pasado?», porque el Señor sabe esperar.
Del perdón no te sientas tan seguro, mientras acumulas pecado tras pecado.
Y no digas: «Es grande su compasión, me perdonará mis muchos pecados», porque él tiene compasión y cólera, y su ira recae sobre los malvados.
No tardes en convertirte al Señor, ni lo dejes de un día para otro, porque de repente la ira del Señor se enciende, y el día del castigo perecerás.
No confíes en riquezas injustas, porque de nada te servirán el día de la desgracia.
Salmo de hoy
Salmo 1 R/. Dichoso el hombre que ha puesto su confianza en el Señor
Dichoso el hombre
que no sigue el consejo de los impíos,
ni entra por la senda de los pecadores,
ni se sienta en la reunión de los Cínicos;
sino que su gozo es la ley del Señor,
y medita su ley día y noche. R/.
Será como un árbol
plantado al borde de la acequia:
da fruto en su sazón
y no se marchitan sus hojas;
y cuanto emprende tiene buen fin. R/.
No así los impíos, no así;
serán paja que arrebata el viento.
Porque el Señor protege el camino de los justos,
pero el camino de los impíos acaba mal. R/.
Evangelio del día
Lectura del santo evangelio según san Marcos 9, 41-50
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«El que os dé a beber un vaso de agua porque sois de Cristo, en verdad os digo que no se quedará sin recompensa. El que escandalice a uno de estos pequeñuelos que creen, más le valdría que le encajasen en el cuello una piedra de molino y lo echasen al mar. Si tu mano te induce a pecar, córtatela: más te vale entrar manco en la vida, que ir con las dos manos a la "gehenna", al fuego que no se apaga.
Y, si tu pie te induce a pecar, córtatelo: más te vale entrar cojo en la vida, que ser echado con los dos pies a la “gehenna”.
Y, si tu ojo te induce a pecar, sácatelo: más te vale entrar tuerto en el reino de Dios, que ser echado con los dos ojos a la “gehenna”, donde el gusano no muere y el fuego no se apaga.
Todos serán salados a fuego. Buena es la sal; pero si la sal se vuelve sosa, ¿con qué la salaréis? Tened sal entre vosotros y vivid en paz unos con otros».
Evangelio de hoy en audio
Reflexión del Evangelio de hoy
No tardes en convertirte al Señor
En torno al año 180 a.C. Jesús Ben Eleazar Ben Sira, escribe en hebreo y en Jerusalén una obra para resalta el valor de la sabiduría de Israel contenida en todas sus tradiciones y especialmente su fe en un solo Dios, frente a los nuevos valores del helenismo que se estaban instalando en la sociedad. Israel posee la verdadera sabiduría, es el gran regalo que Dios le ha dado, con el que puede iluminar las diferentes situaciones de la vida de modo que se agrade a Dios en todas las circunstancias.
En la lectura de hoy, Ben Sira pone en guardia contra una serie de pensamientos presuntuosos y poco humildes, que no tienen en cuenta al Señor. La perícopa acaba como empieza: «No confíes en tus riquezas... No confíes en riquezas injustas» (vv.1a.8a), formando una inclusión perfecta. Se trata de una clara advertencia sobre la falsa confianza del ser humano en aquello que cree que puede darle la seguridad y estabilidad perpetua. Poner la confianza en las riquezas es tarea inútil, especialmente si son injustas, puesto, que son perecederas. También el sabio nos invita a ser realista y evitar creerse que uno se contentará con una determinada cantidad de bienes, pues la riqueza es insaciable.
Otra actitud que hay que evitar es la soberbia, aquel que presume de poder, olvidando que está sometido al poder de Dios. El último consejo se centra en el pecado y la penitencia: es necio el que cree que se puede pecar impunemente puesto que Dios es paciente y misericordioso. Al final, el Señor tomará cuenta a cada uno de su vida y sus responsabilidades. Por ello lo sensato es arrepentirse y pedir perdón sin tardanza. La conclusión es clara: dichoso el que evita estas posturas necias, resultado de confiar en la riqueza. Dios es justo y misericordioso (rahamim), pero el punto donde ambos atributos divinos convergen es en la conversión del corazón y no en la falsa confianza. ¿Estoy dispuesto/a a poner mi confianza en el Señor?
El que escandalice a uno de estos pequeñuelos
En el evangelio de hoy, Marcos nos narra una serie de dichos de Jesús relacionados con el seguimiento, el Reino y sobre la actitud que hay que tener ante los distintos tipos de «pequeños». El texto comienza con una sentencia: «el que os dé a beber un vaso de agua porque sois de Cristo…». Uno de estos pequeños son los discípulos, que, a la luz de lo dicho en los versículos anteriores acerca de quién es el mayor, alterando la distribución entre primeros y últimos, les exhorta a situarse en los últimos puestos. Ahora Jesús les dice que todo lo que se les haga a ellos, en cuanto discípulos, se le hace a Cristo y, en consecuencia, ese acto no quedará sin recompensa. Quien ayude a esos «pequeños» de Jesús recibirá a su vez, el fruto de sus acciones.
Jesús les ha dado a sus discípulos la mayor autoridad, pero no para imponerse sobre otros, sino al contrario, para que ellos sean servidores de todos, aunque suponga, en ocasiones, estar a merced de los demás, hasta el punto de correr el riesgo de que les acojan o rechacen.
A continuación, y a modo de casuística el Maestro se dirige a aquellos que escandalizan a los pequeños que creen en él, empleando el signo de la mano-pie-ojos (9,42-47), para terminar con una afirmación sobre el riesgo de la condena escatológica (9,48-50). Escandalizar es un comportamiento que pone en peligro la fe de otro (ver 4,17; 14,27.29). El que haga esto con un discípulo pequeño e indefenso contrae una grave responsabilidad ante Dios. La gehenna, con la imagen de su gusano que no muere y de su fuego que no se extingue, es símbolo del castigo (cf. Is 66,24). Los versículos finales hablan de la pureza del seguimiento. El fuego y la sal significaban en el A.T. la purificación de los sacrificios y la integridad de la alianza. Ahora con Jesús la pureza e integridad de la alianza suponen asumir en nuestra vida como creyentes el servicio y la preferencia por el último lugar. Así como la sal si pierde su cualidad característica, de nada sirve, puesto que no hay sal para la sal. Igualmente, la comunidad cristiana debe caracterizarse por el buen sabor hacia la humanidad, si no es así, habrá perdido algo que le es propio y característico. Sólo desde ahí puede construirse la paz en la comunidad.