Mar
27
Abr
2021

Evangelio del día

Cuarta Semana de Pascua

Yo y el Padre somos uno

Primera lectura

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles 11, 19-26

En aquellos días, los que se habían dispersado en la persecución provocada por lo de Esteban llegaron hasta Fenicia, Chipre y Antioquía, sin predicar la palabra más que a los judíos. Pero algunos, naturales de Chipre y de Cirene, al llegar a Antioquía, se pusieron a hablar también a los griegos, anunciándoles la Buena Nueva del Señor Jesús. Como la mano del Señor estaba con ellos, gran número creyó y se convirtió al Señor.

Llegó la noticia a oídos de la Iglesia de Jerusalén, y enviaron a Bernabé a Antioquía; al llegar y ver la acción de la gracia de Dios, se alegró y exhortaba a todos a seguir unidos al Señor con todo empeño, porque era un hombre bueno, lleno de Espíritu Santo y de fe. Y una multitud considerable se adhirió al Señor.

Bernabé salió para Tarso en busca de Saulo; cuando lo encontró, se lo llevó a Antioquía. Durante todo un año estuvieron juntos en aquella Iglesia e instruyeron a muchos. Fue en Antioquía donde por primera vez los discípulos fueron llamados cristianos.

Salmo de hoy

Salmo 86, 1-3, 4-5. 6-7 R/. Alabad al Señor, todas las naciones.

Él la ha cimentado sobre el monte santo;
y el Señor prefiere las puertas de Sión
a todas las moradas de Jacob.
¡Qué pregón tan glorioso para ti,
ciudad de Dios! R/.

«Contaré a Egipto y a Babilonia
entre mis fieles;
filisteos, tirios y etíopes
han nacido allí».
Se dirá de Sión: «Uno por uno
todos han nacido en ella;
el Altísimo en persona la ha fundado». R/.

El Señor escribirá en el registro de los pueblos:
«Éste ha nacido allí».
Y cantarán mientras danzan:
«Todas mis fuentes están en ti». R/.

Evangelio del día

Lectura del santo evangelio según san Juan 10, 22-30

Se celebraba en Jerusalén la fiesta de la Dedicación del templo. Era invierno, y Jesús se paseaba en el templo por el pórtico de Salomón.

Los judíos, rodeándolo, le preguntaban:
«¿Hasta cuándo nos vas a tener en suspenso? Si tú eres el Mesías, dínoslo francamente».

Jesús les respondió:
«Os lo he dicho, y no creéis; las obras que yo hago en nombre de mi Padre, esas dan testimonio de mí. Pero vosotros no creéis, porque no sois de mis ovejas. Mis ovejas escuchan mi voz, y yo las conozco, y ellas me siguen, y yo les doy la vida eterna; no perecerán para siempre, y nadie las arrebatará de mi mano. Lo que mi Padre me ha dado es más que todas las cosas, y nadie puede arrebatar nada de la mano de mi Padre. Yo y el Padre somos uno».

Evangelio de hoy en audio

Reflexión del Evangelio de hoy

Seguidores de Cristo

Después del martirio de Esteban surge un acontecimiento providencial debido a la primera persecución y el extraordinario servicio de una serie de predicadores anónimos, naturales de Cirene y de Chipre que, llegados a Antioquía, se pusieron a anunciar a Jesús. Primero a los judíos y después a los griegos.

Sin mandato oficial y sin planificación previa, anuncian que Jesús es el Señor. No existe fórmula más condensada de la primitiva predicación apostólica. Nada se dice del Mesías, el auditorio no es judío; basta afirmar el señorío de Jesucristo sobre todos los señores y dioses de la tierra.

El relato añade unas breves pero importantes noticias.

Como en otras ocasiones, la iglesia-madre destaca uno de sus miembros importantes, para discernir qué Espíritu mueve a los misioneros. Bernabé no es Apóstol, aunque Lucas así lo llama más tarde. Lleno de Espíritu Santo y de fe, confirma la misión como obra de Dios, llama a Pablo y se lo presenta a la Comunidad de Antioquía. Esta llamada permitirá al Apóstol comenzar su misión entre los gentiles, la fundación de la Iglesia de Antioquía.

Por primera vez los miembros de la Comunidad primitiva son llamados cristianos, y esto por los propios paganos. Si el nombre expresa la realidad de lo que se nombra, el nuevo nombre de “cristianos” debe permitir descubrir en quien lo lleva su nueva condición de seguidores de Cristo.

Seguidora de Cristo fue sin duda la Beata Hosanna de Kotor cuya fiesta se celebra hoy. Nació en Kebeza y vivió en su propia familia el drama de la división de los cristianos. Hija de padres de religión ortodoxa.

Cuando tenía 14 años fue enviada a Kotor para servir a un ferviente católico, de este modo entró en contacto con la Iglesia católica y se convirtió en apóstol del catolicismo entre sus conciudadanos.

Deseando una vida de identificación con los dolores de Cristo, entró a formar parte de la Orden Seglar de Santo Domingo de Guzmán, tomando el nombre de Hosanna y se retiró a una vida de ascesis y de reclusión en una habitación, en la que dormía sobre una escalera de mano, apoyando la cabeza sobre una piedra. Entregada a la contemplación de los divinos misterios y a una continua oración, no sólo se preocupó de su salvación personal, sino que deseaba ardientemente la salvación del prójimo.

Su extraordinaria vida de total inmolación, impregnada de ardiente devoción a Jesucristo Crucificado y su heroica expiación de los pecados del mundo, lograron no pocas conversiones y se le atribuyen numerosas gracias para su pueblo.

Yo y el Padre somos uno

Las palabras de Jesús en este texto del Evangelio de San Juan han dividido de nuevo a los judíos. Pero todos coinciden en que su persona, se acepte o se rechace, llama poderosamente la atención.

Ahora quieren que se defina claramente ¿eres tú el Cristo? Jesús explica las relaciones que hay entre Él y sus ovejas. Las llama por su nombre, las conoce una a una y a su vez es conocido por ellas; las saca a los pastos. Todo esto indica una intimidad, una participación de vida, una pertenencia mutua y profunda. El Pastor ama a sus ovejas y está dispuesto a dar la vida por ellas para que así tengan vida abundante.

También Jesús les responde echándoles en cara su pecado. Se resisten a creer en Él y a aceptar la luz. Mis obras acreditan que soy el Cristo que vengo del Padre. Más aún: os digo claramente: “Yo y el Padre somos uno”.

Está claro: se hace igual a Dios. Solo caben dos reacciones: creer en Él o matarle por blasfemo, y quieren hacer esto último. Los corazones se cierran. Pecan contra la luz.

Hoy sucede lo mismo a muchos hombres y mujeres. Son las personas del penúltimo escalón y que no se atreven a subir el último peldaño. Les falta dar el paso que compromete, pero que lo ilumina todo: creo que tú eres el Hijo de Dios.

¿Conocemos a nuestro Pastor como Él nos conoce a nosotros?

¿Cómo es nuestra relación con Él?