Sep
Evangelio del día
“ El más pequeño de vosotros es el más importante ”
Primera lectura
Lectura de la profecía de Zacarías 8,1-8:
Vino la palabra del Señor del universo diciendo:
«Esto dice el Señor del universo:
Vivo una intensa pasión por Sión, siento unos celos terribles por ella».
«Esto dice el Señor:
Voy a volver a Sión, habitaré en Jerusalén.
Llamarán a Jerusalén “Ciudad Fiel”, y al monte del Señor del universo, “Monte Santo”».
«Esto dice el Señor del universo:
De nuevo se sentarán ancianos y ancianas en las calles de Jerusalén; todos con su bastón, pues su vida será muy larga.
Y sus calles estarán llenas de niños y niñas jugando».
«Esto dice el Señor del universo:
Y si el resto de este pueblo le parece imposible que suceda esto en aquellos días, ¿será también imposible a mis ojos?». - oráculo del Señor del universo -.
«Esto dice el Señor del universo:
Aquí estoy yo para salvar a mi pueblo de Oriente a Occidente.
Los traeré y vivirán en Jerusalén; ellos serán mi pueblo y yo seré su Dios en fidelidad y justicia».
Salmo de hoy
Salmo 101,16-18.19-21.29.22-23 R/. El Señor reconstruyó Sión, y apareció en su gloria
Los gentiles temerán tu nombre,
los reyes del mundo, tu gloria.
Cuando el Señor reconstruya Sión,
y aparezca en su gloria,
y se vuelva a las súplicas de los indefensos,
y no desprecie sus peticiones. R.
Quede esto escrito para la generación futura,
y el pueblo que será creado alabará al Señor.
Que el Señor ha mirado desde su excelso santuario,
desde el cielo se ha fijado en la tierra,
para escuchar los gemidos de los cautivos
y librar a los condenados a muerte. R.
Los hijos de tus siervos vivirán seguros,
su linaje durará en tu presencia.
Para anunciar en Sión el nombre del Señor,
y su alabanza en Jerusalén,
cuando se reúnan unánimes los pueblos
y los reyes para dar culto al Señor. R.
Evangelio del día
Lectura del santo evangelio según san Lucas 9,46-50
En aquel tiempo, se suscitó entre los discípulos una discusión sobre quién sería el más importante.
Entonces Jesús, conociendo los pensamientos de sus corazones, tomó de la mano a un niño, lo puso a su lado y les dijo:
«El que acoge a este niño en mi nombre, me acoge a mi; y el que me acoge a mí, acoge al que me ha enviado. Pues el más pequeño de vosotros es el más importante».
Entonces Juan tomó la palabra y dijo:
«Maestro, hemos visto a uno que expulsaba demonios en tu nombre y, se lo hemos prohibido, porque no anda con nosotros».
Jesús le respondió:
«No se lo impidáis; el que no está contra vosotros está a favor vuestro».
Evangelio de hoy en audio
Reflexión del Evangelio de hoy
Yo seré su Dios con verdad y con justicia
Los versículos del profeta Zacarías que escuchamos hoy en la primera lectura constituyen una fantástica noticia para el pueblo. Una promesa, preñada de esperanza y futuro, se abre para aquellos que habían vivido sometidos. Dios está decidido a salvar a su pueblo, aunque a muchos eso les parezca un sueño imposible.
¿Y cómo será posible?
Se me ocurren algunas posibles pistas que podríamos profundizar en el intento de encuentro con nosotros mismos y con el Señor que se nos ofrece en la Palabra.
- La promesa de salvación por parte de Dios ¿despierta algún interés real en mi vida? ¿Encuentra eco dentro de mí? ¿Por dónde andan mis búsquedas de salvación? ¿En quién o en qué pongo mi esperanza?
- La salvación de Dios que el profeta dibuja en el texto es aparentemente “sencilla”: las calles de Jerusalén estarán pobladas de ancianos y ancianas, que se sentarán tranquilos, chiquillos y chiquillas que jugarán en ellas… ¿Soñamos con algo más “sofisticado”? En cualquier caso no es una salvación sólo para después de la muerte, Dios nos está salvando siempre. ¿Tenemos alguna dificultad para descubrir esa salvación actuando permanentemente?
- No se trata de una salvación que podamos esperar pasivamente, dando por hecho que en algún momento Dios va a arremeter contra el mal presente en el mundo para aniquilarlo. Ni se nos va a imponer contra nuestra voluntad. Experimentar la salvación de Dios supone ponerse a la tarea de “vencer al mal con el bien”, no porque sea una obligación sino porque es el único modo de sentirse felices en lo profundo. Si continuamos la lectura de este capítulo de Zacarías comprobaremos que el Señor indica al pueblo lo que tienen que hacer. ¿Qué males, personales y colectivos, nos azotan hoy? ¿Cuál es mi compromiso para introducir el bien en el mundo?
El más pequeño de vosotros es el más importante
Encontramos en el relato evangélico dos enseñanzas de Jesús, que vienen a esclarecer lo que supone su propuesta del Reino, en lo que se refiere a las actitudes y conceptos con los que “funcionamos” en la vida.
La primera se repetirá con frecuencia en los evangelios. Los discípulos no entienden nada de lo que Jesús les está mostrando, con sus palabras y su vida, sobre el Reino de Dios. Siguen a Jesús, pero discuten sobre quién es el más importante entre ellos. Entienden ese Reino en las categorías en las que funcionan los reinos de la tierra. Y es que este funcionamiento “humano” se adecúa mejor a nuestras pretensiones de reconocimiento, de éxito, de control, de poder, de realización…
Jesús toma a un niño (de su época, no de la actual) y nos invita a hacernos como ellos. El niño era el prototipo de los que no cuentan: ningún poder, ningún control, ninguna importancia, total dependencia… ¿Mostramos con nuestra vida que hemos entendido a Jesús mejor que los discípulos?
La segunda enseñanza nos coloca ante otra de las actitudes habituales entre nosotros: la de definirnos por contraposición con los otros, la de crearnos identidades cerradas, pertenencias que nos aíslan y separan… en ámbitos de la vida que pueden ser importantes y en otros que son absolutamente insignificantes ¿Cuántas filias, fobias, rechazos y enfrentamientos por cuestiones deportivas…?
En todo caso, Jesús es claro. No podemos rechazar a nadie por no ser “de los nuestros”. El personaje del evangelio estaba actuando bien, y eso es lo que cuenta para Dios, cuyo amor salvador va mucho más allá de nuestras raquíticas concepciones, simplemente porque es universal y nos acoge a todos.