Ago
Evangelio del día
“ Dichoso el siervo a quien su señor, al llegar, lo encuentre haciendo lo que debe ”
Primera lectura
Comienzo de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios 1, 1-9
Pablo, llamado a ser Apóstol de Jesucristo por voluntad de Dios, y Sóstenes nuestro hermano, a la Iglesia de Dios que está en Corinto, a los santificados por Jesucristo, llamados santos con todos los que en cualquier lugar invocan el nombre de nuestro Señor Jesucristo, Señor de ellos y nuestro: a vosotros, gracia y paz de parte de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo. Doy gracias a mi Dios continuamente por vosotros, por la gracia de Dios que se os ha dado en Cristo Jesús; pues en él habéis sido enriquecidos en todo: en toda palabra y en toda ciencia; porque en vosotros se ha probado el testimonio de Cristo, de modo que no carecéis de ningún don gratuito, mientras aguardáis la manifestación de nuestro Señor Jesucristo.
Él os mantendrá firmes hasta el final, para que seáis irreprensibles el día de nuestro Señor Jesucristo.
Fiel es Dios, el cual os llamó a la comunión con su Hijo, Jesucristo nuestro Señor.
Salmo de hoy
Salmo 144, 2-3. 4-5. 6-7 R/. Bendeciré tu nombre por siempre, Señor.
Día tras día, te bendeciré
y alabaré tu nombre por siempre jamás.
Grande es el Señor, merece toda alabanza,
es incalculable su grandeza. R/.
Una generación pondera tus obras a la otra,
y le cuenta tus hazañas.
Alaban ellos la gloria de tu majestad,
y yo repito tus maravillas. R/.
Encarecen ellos tus temibles proezas,
y yo narro tus grandes acciones;
difunden la memoria de tu inmensa bondad,
y aclaman tu justicia. R/.
Evangelio del día
Lectura del santo evangelio según san Mateo 24, 42-51
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Estad en vela, porque no sabéis qué día vendrá vuestro Señor.
Comprended que si supiera el dueño de casa a qué hora de la noche viene e! ladrón, estaría en vela y no dejaría que abrieran un boquete en su casa.
Por eso, estad también vosotros preparados, porque a la hora que menos penséis viene el Hijo del hombre.
¿Quién es el criado fiel y prudente, a quien el señor encarga de dar a la servidumbre la comida a sus horas?
Bienaventurado ese criado, si el señor, al llegar, lo encuentra portándose así. En verdad os digo que le confiará la administración de todos sus bienes.
Pero si dijere aquel mal siervo para sus adentros: “Mi señor tarda en llegar”, y empieza a pegar a sus compañeros, y a comer y a beber con los borrachos, el día y la hora que menos se lo espera, llegará el amo y lo castigará con rigor y le hará compartir la suerte de los hipócritas.
Allí será el llanto y el rechinar de dientes».
Reflexión del Evangelio de hoy
“Dios es fiel”
Esta lectura es el comienzo de la primera carta de San Pablo a los Corintios. Pablo, que había vivido entre ellos un largo tiempo desplegando una intensa acción evangelizadora, los conoce muy bien, sabe de sus luces y sus sombras, de sus fortalezas y debilidades. Por eso al enterarse de ciertos problemas surgidos en la comunidad les escribe.
La comunidad de Corinto ha sido bendecida con muchas gracias divinas, Pablo resalta los dones de la palabra y el conocimiento, recibidos sobreabundantemente; añadiendo además que “no os falta ningún don”.
San Pablo les recuerda, y nos recuerda a nosotros, que los dones que de Dios recibimos no deben hacernos pensar que ya hemos llegado a la meta y olvidarnos de que estamos en camino. No, estos dones nos son dados para que vivamos en plenitud la vocación a la que estamos llamados: “vivir en unión con Jesucristo”, porque esta adhesión a Él es la que nos salva. Sólo apoyados en Él nos mantendremos firmes hasta el fin.
Y todo esto lo tenemos que vivir con esperanza, no tenemos que vivir angustiados, porque “Dios es fiel” y cumple sus promesas. Nuestra tarea, como nos dirá el Evangelio, es velar.
“Velad, porque no sabéis que día llegará vuestro Señor”
Este pasaje forma parte del último gran discurso de Jesús: “el discurso escatológico”. Jesús exhorta a la vigilancia en la espera e ilustra el tema con cuatro parábolas, la primera es la que hemos leído.
“Velad”, “estad preparados”, son las palabras claves de esta parábola, porque tan cierto es que vendrá el Señor como que no sabemos cuándo y por eso hemos de estar siempre en vela.
Estar en vela, que propiamente significa abstenerse del sueño, es la actitud que Jesús recomienda a los que esperan su venida, porque el enemigo no descansa, por eso hemos de estar siempre vigilantes para que no nos gane la batalla. La vigilancia, en este estado de alerta, supone una esperanza firme y exige una presencia de espíritu sin decaimiento que recibe el nombre de “sobriedad”. “Sed sobrios, estad alerta, que vuestro enemigo el diablo ronda buscando a quien devorar.”
Vigilar, estar alerta, rechazar el sueño de la tibieza que nos aliena, es propio de un corazón que ama. Un amor que se refuerza con el encuentro diario con Dios en la oración, en la Eucaristía. La confesión sacramental es también un arma para luchar contra las tentaciones, reconocernos pecadores y necesitados de perdón nos ayudará a estar siempre en actitud de combate como el soldado en el campo de batalla. De este modo cuando venga el Señor no nos sorprenderá sino que nos alegraremos de encontrarnos cara a cara con Él.
San Agustín, cuya fiesta hoy celebramos, vivió una juventud alocada, totalmente alienado por los placeres de la vida. Pero cuando la gracia de Dios tocó su corazón, su vigilancia fue constante y murió santo, amigo de Dios, del que podemos decir con San Mateo: “dichoso el siervo a quien su señor, al llegar, lo encuentre haciendo lo que debe.”