Lun
29
Abr
2013

Evangelio del día

Quinta Semana de Pascua

Nadie conoce al Padre sino el Hijo

Primera lectura

Lectura de la primera carta del apóstol san Juan 1, 5 — 2, 2

Queridos hermanos:

Este es el mensaje que hemos oído de Jesucristo y que os anunciamos: Dios es luz y en él no hay tiniebla alguna. Si decimos que estamos en comunión con él y vivimos en las tinieblas, mentimos y no obramos la verdad. Pero, si caminamos en la luz, lo mismo que él está en la luz, entonces estamos en comunión unos con otros, y la sangre de su Hijo Jesús nos limpia de todo pecado.

Si decimos que no hemos pecado, nos engañamos y la verdad no está en nosotros. Pero, si confesamos nuestros pecados, él, que es fiel y justo, nos perdonará los pecados y nos limpiará de toda injusticia. Si decimos que no hemos pecado, lo hacemos mentiroso y su palabra no está en nosotros.

Hijos míos, os escribo esto para que no pequéis. Pero, si alguno peca, tenemos a uno que abogue ante el Padre: a Jesucristo, el Justo. Él es víctima de propiciación por nuestros pecados, no solo por los nuestros, sino también por los del mundo entero.

Salmo de hoy

Salmo 102, 1b-2. 8-9. 13-14. 17-18a R/. Bendice, alma mía, al Señor

Bendice, alma mía, al Señor,
y todo mi ser a su santo nombre.
Bendice, alma mía, al Señor,
y no olvides sus beneficios. R/.

El Señor es compasivo y misericordioso,
lento a la ira y rico en clemencia.
No está siempre acusando
ni guarda rencor perpetuo. R/.

Como un padre siente ternura por sus hijos,
siente el Señor ternura por los que lo temen;
porque él conoce nuestra masa,
se acuerda de que somos barro. R/.

La misericordia del Señor
dura desde siempre y por siempre,
para aquellos que lo temen;
su justicia pasa de hijos a nietos:
para los que guardan la alianza. R/.

Evangelio del día

Lectura del santo evangelio según san Mateo 11, 25-30

En aquel tiempo, tomó la palabra Jesús y dijo:

«Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos, y se las has revelado a los pequeños. Sí, Padre, así te ha parecido bien.

Todo me ha sido entregado por mi Padre, y nadie conoce al Hijo más que el Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar.

Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré. Tomad mi yugo sobre vosotros y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis descanso para vuestras almas. Porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera».

Reflexión del Evangelio de hoy

  • “Nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiere revelar”; “Te doy gracias Padre…porque has escondido estás cosas a los sabios y entendidos y se los has revelado a la gente sencilla”

Esta cita evangélica de hoy se hace presente en la vida de Santa Catalina de Siena cuya fiesta celebramos.

Mujer sencilla, analfabeta, recibió la sabiduría de Dios, que le dio a conocer sus secretos, de tal modo que los vivió y transmitió en sus maravillosos escritos, por lo que la Iglesia, en 1970 la proclamó, junto a Santa Teresa de Jesús Doctora de la Iglesia Universal.

Mucho es lo que podemos destacar en la persona de esta gran santa. El diálogo, libro de su vida, nos deja ver como le desborda el amor de Dios y el deseo de comunicar lo que vive. Fue mística en todo el sentido de la palabra, mujer de su tiempo, destacó por su amor a la Iglesia y al Papa a quien llamaba el “Dulce Cristo en la tierra”; eran tiempos difíciles para la Iglesia y para su patria Italia. Por cuestiones políticas, representando a Florencia, viajó a Avignon para interceder por la paz entre las ciudades italianas y de estas con el Papa, a quien convenció de la necesidad de su regreso a Roma gestionando dicha vuelta. Luchó por la reforma de la Iglesia e intervino a favor de la paz entre Francia e Italia, intentando poner de acuerdo a los príncipes cristianos para que apoyasen al Papa en la cruzada contra los musulmanes que amenazaban a Europa.

Bien merece el título que ostenta de patrona de Italia y co-patrona de Europa.

Es gloria de la Orden Dominicana, modelo de mujer fuerte, ilumina con la luz de Cristo las tinieblas del error, todo ello con sentimientos de humildad y mansedumbre aprendidos en la escuela de Cristo, al pie de la Cruz.

En una palabra, hizo vida lo que las lecturas de la liturgia de hoy proclaman.

También hoy, como ayer, la Iglesia necesita la oración del pueblo de Dios y la vivencia cristiana para que la luz que irradia Cristo siga iluminando las tinieblas de nuestro tiempo. No olvidemos la Palabra evangélica: “Nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiere revelar”.

Que Santa Catalina interceda por todos nosotros, nos enseñe a escuchar la Palabra de Cristo, a vivirla como ella la vivió y a transmitirla a los demás.