
Abr
Evangelio del día
“ Aprended de mí ”
Primera lectura
Lectura de la primera carta del apóstol san Juan 1, 5 — 2, 2
Queridos hermanos:
Este es el mensaje que hemos oído de Jesucristo y que os anunciamos: Dios es luz y en él no hay tiniebla alguna. Si decimos que estamos en comunión con él y vivimos en las tinieblas, mentimos y no obramos la verdad. Pero, si caminamos en la luz, lo mismo que él está en la luz, entonces estamos en comunión unos con otros, y la sangre de su Hijo Jesús nos limpia de todo pecado.
Si decimos que no hemos pecado, nos engañamos y la verdad no está en nosotros. Pero, si confesamos nuestros pecados, él, que es fiel y justo, nos perdonará los pecados y nos limpiará de toda injusticia. Si decimos que no hemos pecado, lo hacemos mentiroso y su palabra no está en nosotros.
Hijos míos, os escribo esto para que no pequéis. Pero, si alguno peca, tenemos a uno que abogue ante el Padre: a Jesucristo, el Justo. Él es víctima de propiciación por nuestros pecados, no solo por los nuestros, sino también por los del mundo entero.
Salmo de hoy
Salmo 102, 1b-2. 8-9. 13-14. 17-18a R/. Bendice, alma mía, al Señor
Bendice, alma mía, al Señor,
y todo mi ser a su santo nombre.
Bendice, alma mía, al Señor,
y no olvides sus beneficios. R/.
El Señor es compasivo y misericordioso,
lento a la ira y rico en clemencia.
No está siempre acusando
ni guarda rencor perpetuo. R/.
Como un padre siente ternura por sus hijos,
siente el Señor ternura por los que lo temen;
porque él conoce nuestra masa,
se acuerda de que somos barro. R/.
La misericordia del Señor
dura desde siempre y por siempre,
para aquellos que lo temen;
su justicia pasa de hijos a nietos:
para los que guardan la alianza. R/.
Evangelio del día
Lectura del santo evangelio según san Mateo 11, 25-30
En aquel tiempo, tomó la palabra Jesús y dijo:
«Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos, y se las has revelado a los pequeños. Sí, Padre, así te ha parecido bien.
Todo me ha sido entregado por mi Padre, y nadie conoce al Hijo más que el Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar.
Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré. Tomad mi yugo sobre vosotros y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis descanso para vuestras almas. Porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera».
Evangelio de hoy en audio
Reflexión del Evangelio de hoy
¡Basta de silencios!
¡Gritad con cien mil lenguas!
porque, por haber callado,
¡el mundo está podrido!
Sta. Catalina
Dios es luz y en él no hay tiniebla alguna
Todos sabemos lo que es la noche, la oscuridad, la tiniebla. Por experiencia sabemos que la oscuridad es algo malo, de lo que hemos de huir, si no queremos vivir en la inseguridad, el peligro, el mal. Cuando en la carta primera de S. Juan, se habla de que Dios es luz, comprendemos que la claridad nos abre a un mundo seguro, cierto, verdadero. El mundo de Dios que no admite tinieblas.
¿Qué es vivir como auténticos cristianos? San Juan nos transmite, a través del símbolo de la luz y las tinieblas, la realidad de nuestra vida cristiana.
Andar en la luz, equivale a estar en la verdad y caminar por ella. La luz no es otra realidad que el mismo Jesús: estar con Jesús, seguirlo significa vivir en la luz, en la misma que vive Dios. Una vida que está asentada en hechos, no en palabras. Eso nos aparta de las tinieblas que es caminar sin rumbo, perdidos, envueltos en la oscuridad.
No cabe compartir ambos términos, luz y tinieblas, aunque en nuestra vida, a veces, tratemos de combinarlos. Todo ello chirría en nuestro interior. Nuestro corazón necesita la luz y ansía salir de las tinieblas. El riesgo está en confundir ambos términos y no reconocer dónde se halla cada uno. San Juan invita a caminar en la luz que iluminará nuestra realidad desde la verdad y nos alejará del pecado.
No basta con querer estar en la luz. Exige esfuerzo. Todos constatamos que alguna vez la tiniebla ha podido con la luz. Reconocer que esto ha sido así, es vivir en la humildad, reconocer que hemos vivido en la tiniebla, el pecado. Este reconocimiento es sanador y reconfortante porque sabemos que Jesús, no nos deja abandonados, sino que aboga ante el Padre por nosotros.
La luz de nuestro caminar se expande, necesariamente, a nuestro alrededor. Algo urgente, como nos recordaba Santa Catalina: esconder la luz es permitir que el mundo se vaya pudriendo.
Porque has revelado (estos misterios) a la gente sencilla
Esta breve oración de alabanza, de Jesús, la imagino en un momento de alegría. Jesús va viendo que el mensaje del Reino que Él predica va calando y atrae a muchas personas. Quizá entre sus seguidores no haya muchos entendidos. Los “sabios”, orgullosos y autosuficientes, lo desprecian, quizá por envidia. Son incapaces de entender la novedad de sus palabras, la luz que Jesús aporta a la vida. Ellos prefieren agarrarse a sus leyes y a sus rituales. Muchos de ellos se conforman con el mero cumplimiento, ¿para qué más? Están seguros y no ven necesario acoger la invitación de Jesús. Por el contrario, los humildes y sencillos captan su realidad y acogen sus palabras. De ese hecho surge la alabanza a Dios que “esconde estas cosas a los sabios y entendidos y se las da a conocer a los humildes y sencillos”.
Son palabras que invitan a la humildad. Dios siempre será misterio para los hombres, pero Jesús, con sus palabras, nos va descubriendo cómo abordar y vivir todo eso que nos desborda. Quizá detrás de sus palabras se halle una verdad que los “sabios” son incapaces de captar: la fe en Jesús es un don y nunca el resultado del esfuerzo humano. Estos “sabios” creen saber lo suficiente y, por ello, son incapaces de aceptar las palabras de este galileo.
Ante él tiene a muchos hombres y mujeres que expresan el cansancio de la vida, de la búsqueda de algo más que calme la sed. Ante ellos Jesús propone “venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados y yo os aliviaré”. Por eso invita a cargar con su yugo y verle como modelo de quien aprender cómo vivir y cómo sufrir. Su yugo es llevadero y su carga ligera.
Al recordar hoy a Santa Catalina de Siena, siglo XIV, descubrimos un alma humilde y generosa. Su vida, como laica dominica, fue una entrega al evangelio, desde su servicio a los más pobres hasta su coraje para enfrentarse a papas, cardenales, obispos, y políticos variados, invitando a la renovación desde una vida exigente y evangélica. Fue sencilla en el amplio sentido de la palabra, sin embargo, la iglesia la reconoce como doctora y copatrona de Europa.
¿Hasta qué punto me siento responsable de la fe que he recibido y me esfuerzo por expandirla a mi alrededor?
¿Qué significa para mi cargar con el yugo de Jesús?