Nov
Evangelio del día
“ Dichoso el que coma en el banquete del Reino de Dios ”
Primera lectura
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos 12, 5-16ª
Hermanos:
Nosotros, siendo muchos, somos un solo cuerpo en Cristo, pero cada cual existe en relación con los otros miembros.
Teniendo dones diferentes, según la gracia que se nos ha dado, deben ejercerse así: la profecía, de acuerdo con la regla de la fe; el servicio, dedicándose a servir; el que enseña, aplicándose a la enseñanza; el que exhorta, ocupándose en la exhortación; el que se dedica a distribuir los bienes, hágalo con generosidad; el que preside, con solicitud; el que hace obras de misericordia, con gusto.
Que vuestro amor no sea fingido; aborreciendo lo malo, apegaos a lo bueno.
Amaos cordialmente unos a otros; que cada cual estime a los otros más que a sí mismo; en la actividad, no seáis negligentes; en el espíritu, manteneos fervorosos, sirviendo constantemente al Señor.
Que la esperanza os tenga alegres; manteneos firmes en la tribulación, sed asiduos en la oración; compartid las necesidades de los santos; practicad la hospitalidad.
Bendecid a los que os persiguen; bendecid, sí, no maldigáis. Alegraos con los que están alegres; llorad con los que lloran. Tened la misma consideración y trato unos con otros, sin pretensiones de grandeza, sino poniéndoos al nivel de la gente humilde. No os tengáis por sabios.
Salmo de hoy
Salmo 130,1.2.3 R/. Guarda mi alma en la paz, junto a ti, Señor.
Señor, mi corazón no es ambicioso,
ni mis ojos altaneros;
no pretendo grandezas
que superan mi capacidad. R/.
Sino que acallo y modero mis deseos,
como un niño en brazos de su madre.
como un niño saciado
así está mi alma dentro de mí. R/.
Espere Israel en el Señor
ahora y por siempre. R/.
Evangelio del día
Lectura del santo evangelio según san Lucas 14, 15-24
En aquel tiempo, uno de los comensales dijo a Jesús:
«Bienaventurado el que coma en el reino de Dios!».
Jesús le contestó:
«Un hombre daba un gran banquete y convidó a mucha gente; a la hora del banquete mandó a su criado a avisar a los convidados:
“Venid, que ya está preparado”.
Pero todos a una empezaron a excusarse.
El primero le dijo:
“He comprado un campo y necesito ir a verlo. Dispénsame, por favor”.
Otro dijo:
“He comprado cinco yuntas de bueyes y voy a probarlas. Dispénsame, por favor”.
Otro dijo:
“Me acabo de casar y, por ello, no puedo ir”.
El criado volvió a contárselo a su señor. Entonces el dueño de casa, indignado, dijo a su criado:
“Sal aprisa a las plazas y calles de la ciudad y tráete aquí a los pobres, a los lisiados, a los ciegos y a los cojos”.
El criado dijo:
“Señor, se ha hecho lo que mandaste, y todavía queda sitio”.
Entonces el señor dijo al criado:
“Sal por los caminos y senderos, e insísteles hasta que entren y se llene mi casa.
Y os digo que ninguno de aquellos convidados probará mi banquete”».
Reflexión del Evangelio de hoy
Cada miembro está al servicio de los demás miembros
Como no podía ser de otra manera, Pablo al igual que Jesús, es pura claridad al proclamar que la violencia, la autosuficiencia y la venganza no tienen cabida en el camino de Jesús; los que deciden seguir al Maestro de Galilea con la mochila a cuestas del proyecto del Reino bien saben que la reivindicación de sus legítimos derechos personales pasan por el crisol de servir la dignidad de los demás por incuestionable amor. Es un texto de bellas sugerencias concretas de comportamiento de la comunidad, porque entiende Pablo que si el cristiano no acredita en su faena cotidiana su condición, pierde el tiempo y falsea el evangelio. Por tal razón, sus palabras tienen el color de la alegría, la fuerza de la solidaridad, el encanto de hacer bien las cosas con el empuje de la fe, realimentando el resorte diario de la esperanza; porque, como dice el apóstol, no nos resignamos a que nuestra esperanza pueda ser una farsa, porque entonces nunca encontraremos sus mejores razones para vocear a los cuatro vientos que Jesús es el Señor y vive en nosotros. Con la solidez de nuestra esperanza seguro que superaremos la tentación al desaliento, al cansancio… que priva de tanto encanto a nuestro testimonio, y seremos bendición siempre los unos para los otros.
Dichoso el que coma en el banquete del Reino de Dios
El banquete de la gran cena es una imagen recurrente en la Escritura para hablarnos de la salvación para todos y de la llegada indiscutible del reino, banquete a cuyo disfrute son convocados incluso los desconvocados por el mundo y sus poderes. No obstante, como siempre, hay convocados que se excusan pues tienen otras prioridades que impiden que el camino de Jesús les subyugue y enamore. Pero no por eso deja de celebrarse la cena y, además, con aforo repleto; porque los que el mundo estigmatiza como excluidos de esta amorosa mesa e indignos de la misma, son los que ahora ocupan sus asientos gracias a la misericordia de un Padre que mira el corazón de los hombres y es parcial con sus hijos sufrientes. Más allá de la lectura de esta página en clave de la actitud de los judíos ante Jesús, y la oferta del Reino a los demás pueblos, lo bueno y cierto es que podemos visualizar esta invitación de Jesús sentándonos en la misma mesa de la vida para compartir Palabra y entrega, esperanza y compromiso judíos y paganos, esclavos y libres, mujeres y hombres, con la melodía de fondo de un Magnificat cantado por los anawin Yahvé, los pobres y sencillos de Dios, como María.
¿Calificas los valores positivos de la relación interpersonal como valores que ayudan a vivir y, por tanto, veraces aportes al Reino?
¿Trabajamos en nuestras comunidades la acogida de los que nadie acoge?