Oct
Evangelio del día
“ Nos llamó, nos justificó y nos glorificó ”
Primera lectura
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos 8,26-30:
El Espíritu acude en ayuda de nuestra debilidad, pues nosotros no sabemos pedir como conviene; pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos inefables. Y el que escruta los corazones sabe cuál es el deseo del Espíritu, y que su intercesión por los santos es según Dios. Por otra parte, sabemos que a los que aman a Dios todo les sirve para el bien; a los cuales ha llamado conforme a su designio.
Porque a los que había conocido de antemano los predestinó a reproducir la imagen de su Hijo, para que él fuera el primogénito entre muchos hermanos. Y a los que predestinó, los llamó; a los que llamó, los justificó; a los que justificó, los glorificó.
Salmo de hoy
Salmo 12,4-5.6 R/. Yo confío, Señor, en tu misericordia
Atiende y respóndeme, Señor, Dios mío;
da luz a mis ojos para que no me duerma en la muerte,
para que no diga mi enemigo: «Le he podido»,
ni se alegre mi adversario de mi fracaso. R/.
Porque yo confío en tu misericordia:
mi alma gozará con tu salvación,
y cantaré al Señor por el bien que me ha hecho. R/.
Evangelio del día
Lectura del santo evangelio según san Lucas 13,22-30
En aquel tiempo, Jesús pasaba por ciudades y aldeas enseñando y se encaminaba hacia Jerusalén.
Uno le preguntó:
«Señor, ¿son pocos los que se salvan?».
Él les dijo:
«Esforzaos en entrar por la puerta estrecha, pues os digo que muchos intentarán entrar y no podrán. Cuando el amo de la casa se levante y cierre la puerta, os quedaréis fuera y llamaréis a la puerta diciendo:
“Señor, ábrenos”;
pero él os dirá:
“No sé quiénes sois”.
Entonces comenzaréis a decir:
“Hemos comido y bebido contigo, y tú has enseñado en nuestras plazas”.
Pero él os dirá:
“No sé de dónde sois. Alejaos de mí todos los que obráis la iniquidad”.
Allí será el llanto y el rechinar de dientes, cuando veáis a Abrahán, a Isaac y a Jacob y a todos los profetas en el reino de Dios, pero vosotros os veáis arrojados fuera. Y vendrán de oriente y occidente, del norte y del sur, y se sentarán a la mesa en el reino de Dios.
Mirad: hay últimos que serán primeros, y primeros que serán últimos»
Reflexión del Evangelio de hoy
“Nos llamó, nos justificó y nos glorificó”
Hay muchos que quieren influir en nosotros, a través de sus palabras, de sus escritos, de la publicidad… También el Espíritu Santo quiere influir en nosotros. El Espíritu, que conoce los secretos de Dios y los del corazón humano, quiere convencernos del proyecto que Dios tiene para nosotros. Para le hagamos caso, lo acojamos, nos apuntemos libremente a él, porque nos irá mucho mejor que con cualquier otro proyecto. Ni más ni menos, que Dios no solo nos ha creado sino que nos predestinó a ser sus hijos, a ser imagen de su Hijo, el que es “el primogénito de muchos hermanos”. A fina de que esto sea realidad y tengamos ese trato filial con Dios, y fraterno con su Hijo y nuestros hermanos, “nos llamó, nos justificó y nos glorificó”. Esto es lo que ha pensado Dios para nosotros. Y el Espíritu trata de convencernos de que nos acojamos libremente a este divino y felicitante proyecto. Es la mejor elección que podemos hacer.
“Esforzaos por entrar por la puerta estrecha”
El heterogéneo texto evangélico de hoy, nos habla de la admisión y exclusión del Reino, que va a depender de dos factores: el esfuerzo de cada persona y la actitud del dueño de la casa de abrir o cerrar la puerta estrecha. A nosotros nos toca hacer hincapié en lo que está en nuestras manos: nuestro esfuerzo personal por seguir a Jesús, por adaptar nuestra vida a su manera de vivir, por hacerle caso cuando nos habla repetidamente de la conversión y de cambiar nuestra conducta en lo que tengamos que cambiar: “Esforzaos en entrar por la puerta estrecha”. Sabiendo que, en compañía de las grandes figuras de Israel, en el Reino de Dios se sentará una gran multitud procedente de los cuatro extremos de la tierra.