Oct
Evangelio del día
“ ¡Qué insondables sus decisiones y qué irrastreables sus caminos! ”
Primera lectura
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos 11,29-36:
Hermanos:
Los dones y la llamada de Dios son irrevocables.
Así como vosotros, en otro tiempo, desobedecisteis a Dios, pero ahora habéis obtenido misericordia por la desobediencia de ellos, así también estos han desobedecido ahora con ocasión de la misericordia que se os ha otorgado a vosotros, para que también ellos alcancen ahora misericordia. Pues Dios nos encerró a todos en desobediencia, para tener misericordia de todos.
¡Qué abismo de riqueza, de sabiduría y de conocimiento el de Dios! ¡Qué insondables sus decisiones y qué irrastreables sus caminos!
En efecto, ¿quién conoció la mente del Señor? O ¿quién fue su consejero?
O ¿quién le ha dado primero para tener derecho a la recompensa?
Porque de él, por él y para él existe todo. A él la gloria por los siglos. Amén.
Salmo de hoy
Salmo 68,30-31.33-34.36-37 R/. Señor, que me escuche tu gran bondad.
Yo soy un pobre malherido;
Dios mío, tu salvación me levante.
Alabaré el nombre de Dios con cantos,
proclamaré su grandeza con acción de gracias. R/.
Miradlo, los humildes, y alegraos,
buscad al Señor, y revivirá vuestro corazón.
Que el Señor escucha a sus pobres,
no desprecia a sus cautivos. R/.
Dios salvará a Sión,
reconstruirá las ciudades de Judá,
y las habitarán en posesión.
La estirpe de sus siervos la heredará
los que aman su nombre vivirán en ella. R/.
Evangelio del día
Lectura del santo evangelio según san Lucas 14,12-14
En aquel tiempo, Jesús dijo a uno a de los principales fariseos que lo había invitado:
«Cuando des una comida o una cena, no invites a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes, ni a los vecinos ricos; porque corresponderán invitándote, y quedarás pagado. Cuando des un banquete, invita a pobres, lisiados, cojos y ciegos; y serás bienaventurado, porque no pueden pagarte; te pagarán en la resurrección de los justos».
Reflexión del Evangelio de hoy
“¡Qué abismo de generosidad!”
Ante la historia del pueblo judío y de los gentiles, ante obediencias y desobediencias… San Pablo cae rendido ante Dios, cuya juicios y actuación le superan: “¡Qué insondables sus decisiones y qué irrastreables sus caminos!”. Pero tiene claro, después de la venida de Jesús hasta nosotros, que lo que predomina en Dios es su generosidad y su misericordia, y que lo que nos corresponde a nosotros es el agradecimiento ante todo lo que nos promete y ofrece: “A él la gloria por los siglos”. Nunca la actuación de Dios con nosotros es arbitraria, mantiene siempre la misma y única dirección: buscar nuestro bien, nuestra salvación, nuestra liberación, nuestra felicidad… aunque, a veces, tengamos que decir con San Pablo: “¡Qué insondables sus decisiones y qué irrastreables sus caminos!”.
“Cuándo des un banquete invita a…”
Tenemos que reconocer que algunas recomendaciones de Jesús las tenemos casi sin estrenar. Por ejemplo, la que nos indica en el evangelio de hoy. ¿Cuántas veces hemos invitado a comer a nuestra casa a “pobres, lisiados, cojos y ciegos”, a personas que no nos pueden corresponder con otra invitación? Más allá de la paga que se dará en la resurrección, nos privamos de invitar al mismo Cristo, el que se identifica con los pobres, hambrientos, sedientos… Cuando afirmamos que la conversión cristiana es continua, estamos proclamando una gran verdad. Necesitamos pedir al Señor que sea capaz de cambiar nuestro corazón para invitar a nuestra mesa a “pobres, lisiados, cojos y ciegos”, que caigamos en la cuenta de la pregunta que se nos va a dirigir en el juicio final y que… seamos consecuentes.