Está cerca de vosotros el Reino de Dios

Primera lectura

Lectura del libro de Job 19, 21-27

Dijo Job:
¡Piedad, piedad, amigos míos, que me ha herido la mano de Dios!

¿Por qué me perseguís como Dios y no os hartáis de escarnecerme?

¡Ojalá se escribieran mis palabras!

¡Ojalá se grabaran en cobre, con cincel de hierro y con plomo se escribieran para siempre en la roca!

Yo sé que mi redentor vive y que al fin se alzará sobre el polvo: después que me arranquen la piel, ya sin carne, veré a Dios.

Yo mismo lo veré, y no otro; mis propios ojos lo verán.

¡Tal ansia me consume por dentro!

Salmo de hoy

Salmo 26. R/. Espero gozar de la dicha del Señor en el país de la vida

Escúchame, Señor, que te llamo;
ten piedad, respóndeme.
Oigo en mi corazón:
«Buscad mi rostro.» R/.

Tu rostro buscaré, Señor,
no me escondas tu rostro.
No rechaces con ira a tu siervo,
que tú eres mi auxilio;
no me deseches. R/.

Espero gozar de la dicha del Señor
en el país de la vida.
Espera en el Señor, sé valiente,
ten ánimo, espera en el Señor. R/.

Evangelio del día

Lectura del santo evangelio según san Lucas 10, 1-12

En aquel tiempo, designó el Señor otros setenta y dos y los mandó delante de él, de dos en dos, a todos los pueblos y lugares adonde pensaba ir él.

Y les decía:
-«La mies es abundante y los obreros pocos; rogad, pues, al dueño de la mies que envíe obreros a su mies.

¡Poneos en camino! Mirad que os envío como corderos en medio de lobos. No llevéis bolsa, ni alforja, ni sandalias; y no saludéis a nadie por el camino.

Cuando entréis en una casa, decid primero: "Paz a esta casa". Y si allí hay gente de paz, descansará sobre ellos vuestra paz; si no, volverá a vosotros.

Quedaos en la misma casa, comiendo y bebiendo de lo que tengan: porque el obrero merece su salario. No andéis cambiando de casa.

Si entráis en una ciudad y os reciben, comed lo que os pongan, curad a los enfermos que haya en ella, y decidles: "El reino de Dios ha llegado a vosotros."

Pero si entráis en una ciudad y no os reciban, saliendo a sus plazas, decid: "Hasta el polvo de vuestra ciudad, que se nos ha pegado a los pies, nos lo sacudimos sobre vosotros. De todos modos, sabed que el reino de Dios ha llegado."

Os digo que aquel día será más llevadero para Sodoma que para esa ciudad».

Reflexión del Evangelio de hoy

  • “Veré a Dios”

Lo que Job y buena parte del Antiguo Testamente presentían, queda claro con Jesús, con su vida, muerte y resurrección. Somos ciudadanos de la tierra y del cielo. Nuestra patria definitiva es el cielo. Job supo en la tierra de alegrías y de dolores, de días de gran bonanza y paz y de días de pruebas muy duras. Probó lo dulce y lo amargo de nuestra existencia terrena. Pero el Señor permaneció con él en todos los momentos de su trayecto terreno y le hizo ver que le acompañaría después de su muerte para regalarle una eternidad de felicidad total. Dios “se alzará sobre el polvo” y él mismo verá Dios: “Veré a Dios; yo mismo lo veré, y no otro, mis propios ojos lo verán”. Como un buen teólogo ha dicho, lo que nos pueda suceder en nuestra estancia terrena, sea lo bueno o sea lo malo, nunca es lo último, lo definitivo, como máximo es lo “penúltimo”. Lo definitivo, lo que va a ser para siempre, para toda una eternidad es la plenitud de la alegría. “Venid, benditos de mi Padre, a disfrutar del reino preparado para vosotros antes de la creación del mundo”. Por eso, podemos cantar con el salmista: “Espero gozar de la dicha del Señor en el país de la vida”.

  •  “Está cerca de vosotros el Reino de Dios”

El reino de Dios es lo central de la predicación de Jesús. Es la gran y buena noticia que nos trae a nuestra tierra para alegrar nuestra existencia. Es el anuncio, ni más ni menos, de que Dios quiere entrar en relación con nosotros, no nos quiere ignorar ni quiere que le ignoremos. Quiere ser lo que es, nuestro Dios, nuestro Rey y Señor, pero un Rey no despótico, sino su Rey Padre. Se ofrece a reinar en nuestros corazones. Siendo un Dios Padre, nos ofrece tener una relaciones, no de sumisión y de sometimiento, sino filiales, de hijos con su buen Padre. Y si dejamos que Dios, que es Amor, reine en nuestra vida, todo lo que se oponga al amor no va a reinar en nosotros. Este reinado del amor ya empieza en esta tierra, pero de manera definitiva y plena en el cielo.

Pues esta buena noticia es la que manda predicar a “los setenta y dos” a los pueblos donde irá él mas tarde. Sabe que algunos les recibirán bien y otros les rechazarán, pero a unos y a otros han de decirles: “de todos los modos, sabed que está cerca el Reino de Dios”

Celebramos hoy la fiesta de San Francisco de Asís (1182-1226), fundador de los franciscanos. El rasgo más destacado de San Francisco es la primacía y el reinado de Dios en su vida. Durante parte de su juventud la primacía se la llevó el dinero, la vida disipada… pero cuando encontró el tesoro de su vida, a Cristo Jesús, lleno de alegría lo vendió todo y se quedó con ese tesoro. Su pobreza se entiende desde aquí, desde su riqueza, que era gozar de la amistad con Dios... y de todo lo que Dios le dictaba.