Dic
Evangelio del día
“ Basta que lo digas de palabra, y mi criado quedará sano ”
Primera lectura
Lectura del libro de Isaías 2, 1-5
Visión de Isaías, hijo de Amós, acerca de Judá y de Jerusalén.
En los días futuros estará firme
el monte de la casa del Señor,
en la cumbre de las montañas,
más elevado que las colinas.
Hacia él confluirán todas las naciones,
caminarán pueblos numerosos y dirán:
«Venid, subamos al monte del Señor,
a la casa del Dios de Jacob.
Él nos instruirá en sus caminos
y marcharemos por sus sendas;
porque de Sión saldrá la ley,
la palabra del Señor de Jerusalén».
Juzgará entre las naciones,
será árbitro de pueblos numerosos.
De las espadas forjarán arados,
de las lanzas, podaderas.
No alzará la espada pueblo contra pueblo,
no se adiestrarán para la guerra.
Casa de Jacob, venid;
caminemos a la luz del Señor.
Salmo de hoy
Salmo 121, 1-2.4-5.6-7.8-9 R/. Vamos alegres a la casa del Señor.
¡Qué alegría cuando me dijeron:
«Vamos a la casa del Señor»!
Ya están pisando nuestros pies
tus umbrales, Jerusalén. R/.
Jerusalén está fundada
como ciudad bien compacta.
Allá suben las tribus,
las tribus del Señor. R/.
Según la costumbre de Israel,
a celebrar el nombre del Señor;
en ella están los tribunales de justicia,
en el palacio de David. R/.
Desead la paz a Jerusalén:
«Vivan seguros los que te aman,
haya paz dentro de tus muros,
seguridad en tus palacios». R/.
Por mis hermanos y compañeros,
voy a decir: «La paz contigo».
Por la casa del Señor, nuestro Dios,
te deseo todo bien. R/.
Evangelio del día
Lectura del santo evangelio según san Mateo 8, 5-11
En aquel tiempo, al entrar Jesús en Cafarnaún, un centurión se le acercó rogándole:
«Señor, tengo en casa un criado que está en cama paralítico y sufre mucho».
Le contestó:
«Voy yo a curarlo».
Pero el centurión le replicó:
«Señor, no soy digno de que entres bajo mi techo. Basta que lo digas de palabra, y mi criado quedará sano. Porque yo también vivo bajo disciplina y tengo soldados a mis órdenes; y le digo a uno: "Ve", y va; al otro: "Ven", y viene; a mi criado: "Haz esto", y lo hace».
Al oírlo, Jesús quedó admirado y dijo a los que le seguían:
«En verdad os digo que en Israel no he encontrado en nadie tanta fe. Os digo que vendrán muchos de oriente y occidente y se sentarán con Abrahán, Isaac y Jacob en el reino de los cielos».
Evangelio de hoy en audio
Reflexión del Evangelio de hoy
"Venid, subamos al monte del Señor"
El profeta vuelve a ser testigo de tiempos difíciles, pero también cantor de la esperanza mesiánica con un lenguaje poético, que nos hace suavizar la realidad desesperanzada. Visión que describe una meta hacia la cual tiende, en la esperanza, la historia de Israel. Invitación a no quedarse en el presente, tan miserable, sino a saber intuir bajo la superficie de los acontecimientos diarios la presencia misteriosa de la acción divina, que conduce la historia hacia un horizonte muy diverso de luz y paz.
El monte Sión dominará idealmente todos los demás montes, pues está habitado por Dios, es lugar de contacto con el cielo. Saldrá una luz que rasgará y disipará las tinieblas y hacia él se dirigirán procesiones de pueblos desde todos los rincones de la tierra. Este poder de atracción se funda en la ley y la palabra del Señor, que se hacen una sola realidad, fuente de vida, de luz y de paz, expresión del misterio del Señor y su voluntad.
Cuando las naciones llegan a la cima sucede el milagro que desde siempre espera la humanidad y hacia el que suspira. Los pueblos renuncian a las armas, que son recogidas para forjar con ellas instrumentos pacíficos de trabajo. Cae para siempre el telón sobre la guerra y el odio.
Que este cántico afiance nuestra esperanza ante el poco amor que respira el mundo actual, ante el menguado espíritu religioso de los hombres. Unamos nuestro deseo de animarnos mutuamente a subir en busca de una ley que nos hermane, cansados de tanta guerra. Como nos consta lo difícil que es el amor, el amor cristiano, soñamos con el profeta llegar a la cima del monte excelso donde aprendemos a amar. ¡Venid, subamos al monte donde se aprende a amar!
"No soy digno de que entres bajo mi techo"
El Evangelio es un espejo. Evoca en nosotros las palabras que repetimos instantes antes de recibir la comunión. En tiempos de Jesús un judío no debía entrar en la casa de un pagano y eso lo sabe el centurión que ha oído hablar de la autoridad de la palabra de Jesús.
El sabe por experiencia que la autoridad consiste en vencer las resistencias y en hacer posible lo imposible. Su experiencia se vincula a la idea de los judíos sobre el poder milagroso y creador de la Palabra de Dios.
Por otro lado confiesa su indignidad de hombre pecador. Tal vez, en un inicio llama la atención que el centurión solicita la acción de Jesús para su criado enfermo, hace gala de confianza en el Maestro y hasta tiene el detalle de evitarle ir para eludir la contaminación en la que incurría un judío al entrar en casa de un pagano.
La total confianza del centurión en el poder sanador de Jesús tiene la respuesta esperada, pero no sola la curación de su criado, sino la ponderación de Jesús que aprovecha esta ocasión para subrayar la fe del pagano y decir así que éstos entran en la comunidad de los discípulos. A la luz del texto podemos detenernos y pensar en la fe activa en Jesús Salvador y en su fuerza redentora, pensar en la confianza que ponemos en El y en su Palabra.