Recibe cien veces más

Primera lectura

Lectura del libro del Eclesiástico 35, 1-12

Quien observa la ley multiplica las ofrendas, quien guarda los mandamientos ofrece sacrificios de comunión.

Quien devuelve un favor hace una ofrenda de flor de harina, quien da limosna ofrece sacrificio de alabanza.

Apartarse del mal es complacer al Señor, un sacrificio de expiación es apartarse e la injusticia.

No te presentes ante el Señor con las manos vacías, pues esto es lo que prescriben los mandamientos.

La ofrenda del justo enriquece el altar, y su perfume sube hasta el Altísimo.

El sacrificio del justo es aceptable, su memorial no se olvidará.

Glorifica al Señor con generosidad y no escatimes las primicias de tus manos.

Cuando hagas tus ofrendas, pon cara alegre y paga los diezmos de buena gana.

Da al Altísimo como él te ha dado a ti, con generosidad, según tus posibilidades.

Porque el Señor sabe recompensar y te devolverá siete veces más.

No trates de sobornar al Señor, porque no lo aceptará; no te apoyes en sacrificio injustos.

Porque el Señor es juez, y para él no cuenta el prestigio de las personas.

Salmo de hoy

Salmo 49,5-6.7-8.14.23 R/. Al que sigue buen camino le haré ver la salvación de Dios

Congregadme a mis fieles,
que sellaron mi pacto con un sacrificio».
Proclame el cielo su justicia;
Dios en persona va a juzgar. R/.

«Escucha, pueblo mío, me voy a hablarte;
Israel, voy a dar testimonio contra ti;
- yo, soy Dios, tu Dios -.
No te reprocho tus sacrificios,
pues siempre están tus holocaustos ante mí». R/.

Ofrece a Dios un sacrificio de alabanza,
cumple tus votos al Altísimo.
«El que me ofrece acción de gracias,
ése me honra;
al que sigue buen camino
le haré ver la salvación de Dios». R/.

Evangelio del día

Lectura del santo evangelio según san Marcos 10,28-31

En aquel tiempo, Pedro se puso a decir a Jesús:
«Ya ves que nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido».

Jesús dijo:
«En verdad os digo que no hay nadie que haya dejado casa, o hermanos o hermanas, o madre o padre, o hijos o tierras, por mí y por el Evangelio, que no reciba ahora, en este tiempo, cien veces más - casas y hermanos y hermanas y madres e hijos y tierras, con persecuciones -, y en la edad futura, vida eterna.

Muchos primeros serán últimos, y muchos últimos primeros».

Reflexión del Evangelio de hoy

El Señor sabe recompensar y te devolverá siete veces más

Es oportuno lo que en el día de hoy nos dice este libro sapiencial. Se trata de dar sentido a lo que se ofrece para “el altar” de acuerdo con la ley. Ante todo, indica que la ofrenda al altar, para las necesidades del culto, por ejemplo, o sostén de los encargados de él, termina en Dios, y por lo tanto es un ofertorio a Dios. Lo que exige que el ofertorio -que es lo esencial de cualquier sacrificio-, ha de ser agradable a Dios. Y A Dios lo que le gusta es la generosidad. Ésta se mide como enseña Jesús cuando la mujer pobre ofrece de lo que necesita para vivir, no en lo que se da, sino en aquello que se queda quien ofrece. Siempre será mucho más lo que Dios recibimos que lo que a Él ofrecemos. Él infinita generosidad. En el salmo responsorial, el Señor pide que se le ofrezca sacrificio de alabanza y de acción de gracias, que se manifiesta en “seguir el buen camino”.

Recibe ahora, en este tiempo, cien veces más 

Y de generosidad, de ofertorio, habla el texto evangélico. Pedro se quiere hacer valer ante Jesús, pues ha dejado todo, algo tan querido como la familia, la casa, sus bienes, para seguir a Jesús. Un cambio radical de vida. Una auténtica conversión a Jesús. Jesús le promete que la generosidad de Pedro no va a ser inútil. Jesús será más generoso que él lo ha sido, pues Jesús mismo es una ofrenda, la mayor que se puede hacer al ser humano, él mismo se la ofrenda, No dejado nada para sí, se ha entregado, ha puesto en manos de los seres humano lo que es. No será inútil lo que por Él se deje, lo que a él se le ofrezca. Y así se lo indica a Pedro.

¿Nos hemos preguntado cuál es el nivel de nuestra generosidad? Es decir: ¿con qué nos hemos quedado y qué ofrecemos a Jesús y a la causa del Evangelio? ¿Estamos convencidos de que será mucho más y mejor lo que recibiremos, que lo que damos?