Lun
5
Abr
2021
No temáis

Primera lectura

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles 2, 14. 22-33

El día de Pentecostés, Pedro, poniéndose en pie junto con los Once, levantó su voz y con toda solemnidad declaró:

«Judíos y vecinos todos de Jerusalén, enteraos bien y escuchad atentamente mis palabras. Israelitas, escuchad estas palabras: a Jesús el Nazareno, varón acreditado por Dios ante vosotros con milagros, prodigios y signos que Dios realizó por medio de él, como vosotros sabéis, a este, entregado conforme el plan que Dios tenía establecido y provisto, lo matasteis, clavándolo a una cruz por manos de hombres inicuos. Pero Dios lo resucitó, librándolo de los dolores de la muerte, por cuanto no era posible que esta lo retuviera bajo su dominio, pues David dice, refiriéndose a el:

“Veía siempre al Señor delante de mí,
pues está a mi derecha para que no vacile.
Por eso se me alegró el corazón,
exultó mi lengua,
y hasta mi carne descansará esperanzada.
Porque no me abandonarás en el lugar de los muertos,
ni dejarás que tu Santo experimente corrupción.
Me has enseñado senderos de vida,
me saciarás de gozo con tu rostro”.

Hermanos, permitidme hablaros con franqueza: el patriarca David murió y lo enterraron, y su sepulcro está entre nosotros hasta el día de hoy. Pero como era profeta y sabía que Dios “le había jurado con juramento sentar en su trono a un descendiente suyo, previéndolo, habló de la resurrección del Mesías cuando dijo que “no lo abandonará en el lugar de los muertos” y que “su carne no experimentará corrupción”.

A este Jesús lo resucitó Dios, de lo cual todos nosotros somos testigos. Exaltado, pues, por la diestra de Dios y habiendo recibido del Padre la promesa del Espíritu Santo, lo he derramado. Esto es lo que estáis viendo y oyendo».

Salmo de hoy

Salmo 15, 1b-2a y 5. 7-8. 9-10. 11 R/. Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti

Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti.
Yo digo al Señor: «Tú eres mi Dios».
El Señor es el lote de mi heredad y mi copa,
mi suerte está en tu mano. R/.

Bendeciré al Señor que me aconseja,
hasta de noche me instruye internamente.
Tengo siempre presente al Señor,
con él a mi derecha no vacilaré. R/.

Por eso se me alegra el corazón,
se gozan mis entrañas,
y mi carne descansa esperanzada.
Porque no me abandonarás en la región de los muertos
ni dejarás a tu fiel ver la corrupción. R/.

Me enseñarás el sendero de la vida,
me saciarás de gozo en tu presencia,
de alegría perpetua a tu derecha. R/.

Evangelio del día

Lectura del santo evangelio según san Mateo 28, 8-15

En aquel tiempo, las mujeres se marcharon a toda prisa del sepulcro; llenas de miedo y de alegría corrieron a anunciarlo a los discípulos.

De pronto, Jesús salió al encuentro y les dijo:
«Alegraos».

Ellas se acercaron, le abrazaron los pies y se postraron ante él.

Jesús les dijo:
«No temáis: id a comunicar a mis hermanos que vayan a Galilea; allí me verán».

Mientras las mujeres iban de camino, algunos de la guardia fueron a la ciudad y comunicaron a los sumos sacerdotes todo lo ocurrido. Ellos, reunidos con los ancianos, llegaron a un acuerdo y dieron a los soldados una fuerte suma, encargándoles:
«Decid que sus discípulos fueron de noche y robaron el cuerpo mientras vosotros dormíais. Y si esto llega a oídos del gobernados, nosotros nos lo ganaremos y os sacaremos de apuros».

Ellos tomaron el dinero y obraron conforme a las instrucciones. Y esta historia se ha ido difundiendo entre los judíos hasta hoy.

Evangelio de hoy en audio

Reflexión del Evangelio de hoy

La promesa cumplida

La fuerza que se recibe de Dios da la capacidad de transmitir lo que se ha vivido con más credibilidad que las simples palabras, el mensaje se plantea de otra manera, sale de lo más profundo de quien habla. Pedro habla con los Once el día de Pentecostés, han recibido el Espíritu y les recuerda que lo que ha ocurrido, lo que ellos han visto y presenciado ya estaba anunciado por David.

Si al llegar a la Pascua nuestros corazones no se sienten renovados, puede que sólo hayamos vivido una semana más, hayamos realizado actividades diferentes, incluso a las semanas santas de otros años, pero nada más, puede que hayamos estado en las celebraciones que correspondían a cada día del Triduo Pascual, pero nada más… Hemos de sentir de la misma manera que sintieron los discípulos al encontrarse con el Resucitado, una alegría que no se puede describir, pero que se transmite con la vida, con los gestos, con lo más profundo del ser, ese que convence sin palabras.

La credibilidad como cristianos, como seguidores del Resucitado, ha de estar en que nuestra vida convenza a otros desde quienes somos, lo que hacemos, decimos y transmitimos por donde vamos, si no tenemos ese signo de identidad claro, si no vivimos al Resucitado en nosotros mismos, tendremos un título más en nuestra vida, pero, al igual que muchos otros, no servirán de nada.

Comenzamos la Pascua, avancemos cada día siendo fieles a lo que hemos visto y oído, seamos testigos que predican con su vida y muestran la presencia de quien vive, no de quien dejó de existir ante el miedo de quienes decían amarle.

¿Sientes a Dios presente en tu vida? ¿Eres consciente de la Promesa de Dios cumplida en ti? ¿Cómo transmites al Resucitado con tu vida?

Verdad – mentira

Dos posturas ante un mismo hecho, frente a la alegría de las mujeres y los discípulos por la Resurrección, está el miedo de quienes buscan en la mentira un refugio que les proteja del error que han cometido. Las mujeres reconocen la presencia de la Vida, los judíos buscan cómo justificar la muerte con una mentira más y eso los lleva a hacer un agujero más grande del que ya habían hecho.

Parece que no estamos tan alejados de la realidad que vivimos hoy, unos se escudan en la mentira y en el engaño para tapar lo que ya han hecho mal y no saben cómo deshacer o no quieren hacerlo, otros siguen dando testimonio, arriesgando su vida, despojándose de lo que tienen, porque han descubierto que sólo quien se da es capaz de ser más, aunque tenga menos, otros mueren por defender a los más desfavorecidos, por ayudar a los que nadie quiere, por dar a conocer su fe, por preservar sus ideales y sus valores, muchos de ellos, más bien todos, de manera injusta y sin ser reconocida su labor.

No podemos predecir cuál será nuestra forma de actuar ante una situación concreta porque hasta que no la vivimos en primera persona no podemos saber qué nos va a influir para actuar de la manera que lo haremos. Está claro que la educación que recibimos, los valores que nos inculcan desde pequeños, las costumbres que vamos adquiriendo pueden dar muchas pistas de cómo puede ser nuestra forma de actuar, pero nada lo define plenamente, porque nuestra situación personal de ese momento es la que determina en mucho lo que haremos al final.

¿Las decisiones que tomas en la vida tienen algo que ver con tu creencia en Dios? ¿Cuántas veces has arriesgado algo sabiendo que la decisión que tomes te va a hacer perder algo que te importa o ganarlo?

Hna. Macu Becerra O.P.

Hna. Macu Becerra O.P.
Dominicas Misioneras de la Sagrada Familia