Oct
Evangelio del día
“ Pedid y se os dará, buscad y hallaréis ”
Primera lectura
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Gálatas 3, 1-5
¡Insensatos Gálatas!
¿Quién os ha fascinado a vosotros, a cuyos ojos se presentó a Cristo crucificado?
Solo quiero que me contestéis a esto: ¿Recibisteis el Espíritu por las obras de la ley o por haber escuchado con fe?
¿Tan insensatos sois? ¿Empezasteis por el Espíritu para terminar con la carne?
¿Habéis vivido en vano tantas experiencias? Y si fuera en vano... Vamos a ver: el que os concede el Espíritu y obra prodigios entre vosotros, ¿lo hace por las obras de la ley o por haber escuchado con fe?
Salmo de hoy
Lc 1, 69-70. 71-72. 73-75 R/. Bendito sea el Señor, Dios de Israel, porque ha visitado a su pueblo
Suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas. R/.
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
realizando la “misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza”. R/.
Y “el juramento que juró a nuestro padre Abrahán” para concedernos
que, libres de temor, arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días. R/.
Evangelio del día
Lectura del santo evangelio según san Lucas 11, 5-13
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Suponed que alguno de vosotros tiene un amigo, y viene durante la medianoche y le dice:
“Amigo, préstame tres panes, pues uno de mis amigos ha venido de viaje y no tengo nada que ofrecerle”; y, desde dentro, aquel le responde:
“No me molestes; la puerta ya está cerrada; mis niños y yo estamos acostados; no puedo levantarme para dártelos”; os digo que, si no se levanta y se los da por ser amigo suyo, al menos por su importunidad se levantará y le dará cuanto necesite.
Pues yo os digo a vosotros: pedid y se os dará, buscad y hallaréis, llamad y se os abrirá; porque todo el que pide recibe, y el que busca halla, y al que llama se le abre.
¿Qué padre entre vosotros, si su hijo le pide un pez, le dará una serpiente en lugar del pez? ¿O si le pide un huevo, le dará un escorpión?
Si vosotros, pues, que sois malos, sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, ¿cuánto más el Padre del cielo dará el Espíritu Santo a los que le piden?».
Reflexión del Evangelio de hoy
No dejemos a Cristo
¡Cuánto amaba Pablo al Señor Jesús!, y, ¡cuánto le dolía el comportamiento de los gálatas! queda manifestado en la decepción que siente ante la insensatez de los gálatas que han llegado a dejar al que es TODO por la nada. Han dejado el mensaje de Cristo crucificado, por la palabrería de los falsos profetas, que se queda en nada y vacío porque les falta el aliento del Espíritu Santo.
Los gálatas han sido arrastrados al error porque han descuidado la Buena Nueva de Jesucristo Muerto en la Cruz y Resucitado. Han sido insensatos porque dejaron a un lado el regalo de la Gracia de Dios para aferrarse al cumplimiento de la Ley como único medio de salvación.
A Pablo le cuesta aceptar que los gálatas después de experimentar la gratuidad de Dios en su Santo Espíritu se hayan dejado engañar por doctrinas falsa, engañosas, vacías de contenido.
Y, es que Pablo ha confiado a los gálatas el mensaje que le ha sido confiado directamente por Dios, él no lo ha recibido de ningún hombre, y, Pablo lo concentra en cuatro palabras:
Jesucristo crucificado, muerto y resucitado.
Pablo nos presenta a Jesucristo como Señor y dador de Vida por medio de su muerte y resurrección.
Cristo crucificado es la prueba palpable del Amor de Dios a los hombres, se ha hecho nuestra justificación.
Es el Espíritu Santo quien nos ayuda a mantener viva en la mente y en el corazón la imagen de Jesucristo crucificado, pues de esta manera nunca caeremos en la irreflexión de pensar que son nuestras propias obras las que nos traerán la salvación. También nos hace caer en la cuenta que el Espíritu Santo es el viento que impulsa nuestra vida al buen puerto.
Pablo se resiste a creer que los gálatas hayan experimentado en vano el Don del Espíritu Santo, por esto apela a la reflexión para hacer les caer en la cuenta del gran regalo de Dios manifestado la ofrenda que nos hace de su Hijo muerto y resucitado por nosotros, y en la donación de su Santo Espíritu derramado en nuestros corazones.
La oración
Jesús nos ofrece con esta parábola un modelo de oración, nos hace caer en la cuenta de lo importante que es orar con insistencia.
Cuando oramos dialogamos con Dios, nuestro Padre y nuestro Amigo, que nos ama, que es infinitamente bueno y que siempre nos espera son los brazos abiertos.
Para que nuestra oración esté llena de esta confianza necesitamos el don de la fe y de la perseverancia.
Debemos, también orar con constancia y con el convencimiento de que Dios quiere darnos lo que le pedimos, quiere que encontremos lo que buscamos, quiere abrirnos la puerta cuando llamamos, quiere que perseveremos en la llamada si Él no nos abre inmediatamente, quiere que tengamos la convicción de que, el que reza, el que ora, sabe que Dios siempre le escucha, a veces puede suceder que Dios quiere que insistamos, en que le reclamemos, en que le invoquemos no sólo con la palabra, sino que también nuestra vida tiene que ser una alabanza y proclamación de la gloria de Dios.
La oración no debe llegar a ser nunca rutinaria porque es el oxígeno del alma: si no oramos, estamos espiritualmente muertos.
Jesús quiere hacernos ver que la insistencia y perseverancia de la oración no cambia la voluntad de Dios, sino que fortalece nuestra confianza.
El padre de familia de la parábola pidió simplemente tres panes, justo lo que necesitaba para dar de comer al amigo que llegó a su casa a media noche. Nosotros debemos pedir como el mismo Señor Jesús nos indica: el Espíritu Santo, porque necesitamos su ayuda para que nuestra vida sea conforme al querer de Dios.
El Santo Espíritu de Dios nos el conocimiento, es decir la fe que nos ilumina y abre la puerta a nuestro espíritu cerrado y oscuro, para instruirnos respecto al Padre y al Hijo, así nos lo dijo Jesús: «Cuando venga el Espíritu de la Verdad que procede del Padre, Él dará testimonio de mi, y os guiará hasta la Verdad plena.»
Oremos con confianza a Dios nuestro Padre, pues por medio de la oración su Santo Espíritu nos pone en actitud de conversión, nos da conciencia de nuestra propia pequeñez y nos ayuda a poner toda nuestra confianza en Dios.