Sáb
7
May
2011

Evangelio del día

Segunda Semana de Pascua

Soy yo, no temáis.

Primera lectura

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles 6, 1-7

En aquellos días, al crecer el número de los discípulos, los de lengua griega se quejaron contra los de
lengua hebrea, porque en el servicio diario no se atendía a sus viudas.

Los Doce convocando a la asamblea de los discípulos, dijeron:
«No nos parece bien descuidar la palabra de Dios para ocuparnos del servicio de las mesas. Por tanto,
hermanos, escoged a siete de vosotros, hombres de buena fama, llenos de espíritu y de sabiduría, y los encargaremos de esta tarea: nosotros nos dedicaremos a la oración y al servicio de la palabra».

La propuesta les pareció bien a todos y eligieron a Esteban, hombre lleno de fe y de Espíritu Santo, a Felipe, Prócoro, Nicanor, Timón, Parmenas y Nicolás, prosélito de Antioquía, Se los presentaron a los apóstoles y ellos les impusieron las manos orando.

La palabra de Dios iba creciendo, y en Jerusalén se multiplicaba el número de discípulos; incluso muchos sacerdotes aceptaban la fe.

Salmo de hoy

Salmo 32, 1-2. 4-5. 18-19 R. Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros, como lo esperamos de ti.

Aclamad, justos, al Señor,
que merece la alabanza de los buenos.
Dad gracias al Señor con la cítara,
tocad en su honor el arpa de diez cuerdas. R.

La palabra del Señor es sincera,
y todas sus acciones son leales;
él ama la justicia y el derecho,
y su misericordia llena la tierra. R.

Los ojos del Señor están puestos en quien lo teme,
en los que esperan su misericordia,
para librar sus vidas de la muerte
y reanimarlos en tiempo de hambre. R.

Evangelio del día

Lectura del santo evangelio según san Juan 6, 16-21

Al oscurecer, los discípulos de Jesús bajaron al mar, embarcaron y empezaron la travesía hacia Cafarnaún. Era ya noche cerrada, y todavía Jesús no los había alcanzado; soplaba un viento fuerte, y el lago se iba encrespando.

Habían remado unos veinticinco o treinta estadios, cuando vieron a Jesús que se acercaba a la barca, caminando sobre el mar, y se asustaron.

Pero él les dijo:
«Soy yo, no temáis».

Querían recogerlo a bordo, pero la barca tocó tierra en seguida, en el sitio a donde iban.

Reflexión del Evangelio de hoy

  •  "La propuesta les pareció bien a todos."

La primera lectura de este día, de los Hechos de los Apóstoles, nos presenta un “fenómeno” que tiene lugar, con mayor o menor frecuencia, en las comunidades cristianas desde los comienzos de la Iglesia hasta nuestros días: las quejas. Lo malo no es tener quejas (ya que siempre las tenemos presentes…), sino ¡el no saber qué hacer con ellas! La Palabra de Dios nos enseña a ello, nos da la respuesta. Si nuestros pensamientos, deseos, palabras y acciones necesitan constantemente ser puestos bajo la luz del Espíritu Santo, nuestras quejas también.

Ante las quejas surgidas en aquella comunidad cristiana por una falta concreta de suministro diario, nos dice el texto que “los apóstoles convocaron al grupo de los discípulos y les dijeron un propuesta”. Fue una propuesta con el fin de “no descuidar la Palabra de Dios”, que a su vez solucionaba las necesidades reales de la comunidad. Fue una propuesta, no que pareciera bien a unos cuantos, o a una mayoría absoluta, sino que aquella “propuesta les pareció bien a todos”.

Aprendamos de todo ello. Que nuestras quejas no sean para “añadir más leña al fuego” y crear nuevos problemas…sino todo lo contrario: que en cada comunidad cristiana puedan ser expuestas para encontrar solución a ellas, para el bien de todos y la transmisión incesante de la Palabra de Dios.

  •  “Soy yo, no temáis.”

Contemplando el Evangelio de este día bajo la luz del Tiempo Pascual que estamos viviendo, nos puede recordar a un relato de una de las apariciones de Jesús resucitado a sus discípulos. Y concretamente a los discípulos de ahora que Él bien conoce, que a pesar de haber celebrado la Vigilia Pascual, toda la Octava de Pascua y esta Segunda Semana… continúan aún “en una noche cerrada”, en la que no cesa de soplar un viento fuerte y las aguas cada vez se encrespan con más violencia… Y, ¿cómo es esto? Pues porque “Jesús todavía no los ha alcanzado”. Pero el deseo de Jesús es que su Resurrección nos llegue a todos.

Normalmente Él se pasea entre nosotros “como uno de tantos”; sin embargo, en esta ocasión se presenta caminando en medio de la oscuridad sobre las aguas de un lago… y ¡esto ya no es cosa de uno de tantos! Hay momentos concretos (como sucedió en éste relatado por San Juan) que Jesucristo se manifiesta con fuerza y poder en la vida de cada uno como Dios que es, caminando por encima de todas las aguas posibles, noches, muertes, miedos, sufrimientos… y diciéndonos: “SOY YO, NO TEMÁIS”.

Pongamos en Jesucristo toda nuestra seguridad y confianza, porque Él es nuestro Salvador, nuestro Dios y Señor. Él ya ha vencido a la muerte. ¡Está resucitado entre nosotros! ¡ALELUYA!