Oct
Evangelio del día
“ ¿cuánto más vuestro Padre Celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo piden? ”
Primera lectura
Lectura de la profecía de Malaquías 3, 13 – 4,2ª
«Vuestros discursos son arrogantes contra mí –oráculo del Señor–. Vosotros objetáis: "¿Cómo es que hablamos arrogantemente?" Porque decís: "No vale la pena servir al Señor; ¿qué sacamos con guardar sus mandamientos?; ¿para qué andamos enlutados en presencia del Señor de los ejércitos? Al contrario: nos parecen dichosos los malvados; a los impíos les va bien; tientan a Dios, y quedan impunes." Entonces los hombres religiosos hablaron entre sí: "El Señor atendió y los escuchó." Ante él se escribía un libro de memorias a favor de los hombres religiosos que honran su nombre. Me pertenecen –dice el Señor de los ejércitos– como bien propio, el dia que yo preparo. Me compadeceré de ellos, como un padre se compadece del hijo que lo sirve. Entonces veréis la diferencia entre justos e impíos, entre los que sirven a Dios y los que no lo sirven. Porque mirad que llega el día, ardiente como un horno: malvados y perversos serán la paja, y los quemaré el día que ha de venir –dice el Señor de los ejércitos–, y no quedará de ellos ni rama ni raíz. Pero a los que honran mi nombre los iluminará un sol de justicia que lleva la salud en las alas.»
Salmo de hoy
Salmo 1 R/. Dichoso el hombre que confía en el Señor
Dichoso aquel que no se guía por mundanos criterios,
que no anda en malos pasos
ni se burla del bueno,
que ama la ley de Dios
y se goza en cumplir sus mandamientos. R/.
Es como un árbol plantado junto al río,
que da fruto a su tiempo
y nunca se marchita.
En todo tendrá éxito.R/.
En cambio los malvados serán
como la paja barrida por el viento.
Porque el Señor protege el camino del justo
y al malo sus caminos acaban por perderlo. R/.
Evangelio del día
Lectura del santo evangelio según san Lucas 11,5-13
En aquel tiempo, dijo Jesús a los discípulos: «Si alguno de vosotros tiene un amigo, y viene durante la medianoche para decirle: "Amigo, préstame tres panes, pues uno de mis amigos ha venido de viaje y no tengo nada que ofrecerle." Y, desde dentro, el otro le responde: "No me molestes; la puerta está cerrada; mis niños y yo estamos acostados; no puedo levantarme para dártelos." Si el otro insiste llamando, yo os digo que, si no se levanta y se los da por ser amigo suyo, al menos por la importunidad se levantará y le dará cuanto necesite. Pues así os digo a vosotros: Pedid y se os dará, buscad y hallaréis, llamad y se os abrirá; porque quien pide recibe, quien busca halla, y al que llama se le abre. ¿Qué padre entre vosotros, cuando el hijo le pide pan, le dará una piedra? ¿O si le pide un pez, le dará una serpiente? ¿O si le pide un huevo, le dará un escorpión? Si vosotros, pues, que sois malos, sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo piden?»
Reflexión del Evangelio de hoy
“A los que honran mi nombre los iuminará un sol de justicia”
Como en los tiempos del profeta Malaquías, también hoy, tenemos la impresión de que a los injustos y corruptos todo les va bien, de que disfrutan y gozan de las injusticias, de que incumplen las leyes y quedan impunes. Así pensaba aquel pueblo al que el profeta anuncia un final en el que Dios hará la diferencia entre justos e injustos. Pero el proyecto de Dios, es un proyecto de salvación. Los profetas hablan de castigos para enseñar y disuadir al que obra mal.
Dios es sobre todo salvador y misericordioso y se compadece del pueblo rebelde como un padre se compadece de su hijo.
Pedid…Buscad…Llamad
Lucas sigue presentándonos el tema de la oración y nos ofrece una parábola en la que subraya la constancia, la total confianza y la seguridad de que la petición será acogida. El que pide es aquel que se sabe necesitado y el acto de pedir implica confianza.
Jesús nos presenta tres modelos de donadores: el amigo, los padres y Dios. La escala de bondad en ellos es ascendente. ¡Qué consoladoras son las palabras de Jesús: “Si vosotros sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, ¡cuánto más vuestro Padre Celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo piden!” ¿Qué suerte que nuestro Dios supere infinitamente los modelos de bondad que nos parecían insuperables!
Es interesante constatar que lo que se recibe no es lo que se pide, sino el don por excelencia: el Espíritu Santo. Este Espíritu nos coloca en sintonía con el Padre y con Jesucristo y nos da la fuerza que nos permite afrontar las situaciones de la vida. De este modo, la auténtica oración cristiana no es nunca algo pasivo. Al contrario, es la actitud que, puesta la confianza en el Padre, quiere vivir en el mundo los valores del Reino proclamado por Jesús.
“Pedid y recibiréis…buscad y hallaréis…llamad y se os abrirá”.