Nov
Evangelio del día
“ Si siete veces te vuelve a decir: lo siento; lo perdonarás ”
Primera lectura
Comienzo de la carta del apóstol san Pablo a Tito 1,1-9:
Pablo, siervo de Dios y apóstol de Jesucristo, para suscitar la fe de los elegidos de Dios y el conocimiento de la verdad, que, de acuerdo con la piedad, lleva a la esperanza de la vida eterna; esta fue prometida antes de los siglos por Dios, que nunca miente; al llegar el tiempo apropiado, él manifestó su palabra por la predicación que me fue confiada según el mandato de Dios nuestro Salvador, a Tito, verdadero hijo en la fe que compartimos: gracia y paz de parte de Dios Padre y de Cristo Jesús, Salvador nuestro.
Mi intención al dejarte en Creta era que acabaras de organizar lo que aún faltaba por hacer y constituyeses presbíteros en cada ciudad, siguiendo las instrucciones que te di.
Que el presbítero sea alguien sin tacha, marido de una sola mujer, que tenga hijos creyentes, a los que no quepa acusar de vida desenfrenada ni de ser unos insubordinados.
Porque es preciso que el obispo sea intachable, como administrador que es de la casa de Dios; que no sea presuntuoso, ni colérico, ni dado al vino, ni pendenciero, ni ávido de ganancias poco limpias.
Al contrario, ha de ser hospitalario, amigo del bien, sensato, justo, piadoso, dueño de sí.
Debe mostrar adhesión al mensaje de la fe de acuerdo con la enseñanza, para que sea capaz tanto de orientar en la sana doctrina como de rebatir a los que sostienen la contraria.
Salmo de hoy
Salmo 23 R/. Esta es la generación que busca tu rostro, Señor.
Del Señor es la tierra y cuanto la llena,
el orbe y todos sus habitantes:
él la fundó sobre los mares,
él la afianzó sobre los ríos. R/.
¿Quién puede subir al monte del Señor?
¿Quién puede estar en el recinto sacro?
El hombre de manos inocentes y puro corazón,
que no confía en los ídolos. R/.
Ese recibirá la bendición del Señor,
le hará justicia el Dios de salvación.
Esta es la generación que busca al Señor,
que busca tu rostro, Dios de Jacob. R/.
Evangelio del día
Lectura del santo evangelio según san Lucas 17,1-6
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Es imposible que no haya escándalos; pero ¡ay de quien los provoca!
Al que escandaliza a uno de estos pequeños, más le valdría que le ataran al cuello una piedra de molino y lo arrojasen al mar. Tened cuidado.
Si tu hermano te ofende, repréndelo, y si se arrepiente, perdónalo; si te ofende siete veces en un día, y siete veces vuelve a decirte: “Me arrepiento”, lo perdonarás».
Los apóstoles le dijeron al Señor:
«Auméntanos la fe».
El Señor dijo:
«Si tuvierais fe como un granito de mostaza, diríais a esa morera: “Arráncate de raíz y plántate en el mar”, y os obedecería».
Reflexión del Evangelio de hoy
El Evangelio que nos encontramos este lunes es complicado porque en 3 o 4 líneas habla de muchos temas de bastante densidad: el escándalo, el perdón y la fe.
Podemos articular una breve predicación teniendo en cuenta la primera lectura que es de la carta que le dirige Pablo a Tito. Tito, compañero de predicación de Pablo, parece que se encontraba atracado en Creta para establecer una estructura en la comunidad cristiana naciente. Pablo le escribe, a Tito, esta carta recordándole cuáles deben ser los criterios para establecer, allí, con solidez la Iglesia. Esos criterios son los que aparecen en el Evangelio y que Pablo los traduce de una forma mucho más concreta: las personas que se encuentren al frente de una comunidad deben ser personas sin tacha, de buena conducta, misericordiosos y personas de fe.
¿Es que en la construcción de una comunidad intervienen sólo los presbiteros? Obviamente no. El desarrollo de una comunidad no es un asunto que queda reservado sólo a los presbíteros. Nos equivocamos si pensamos así. Primero, porque todos somos responsables de nuestra comunidad, de nuestra iglesia, de nuestra parroquia... La comunidad no es propiedad del sacerdote, sino que el sacerdote es servidor de la comunidad, es servidor de la comunión, de la unidad... a los pies de la comunidad siempre se debe situar. Por ello, el presbítero nunca puede ser el elemento que rompa la comunión. Si esto sucediera, sería escandaloso. Y segundo, ninguno podemos dimitir de nuestra función dentro de la comunidad. Cada uno desempeña un papel, una función, tiene una responsabilidad dentro de cada iglesia, de cada comunidad. Faltar a esta responsabilidad es también escandaloso. ¿Quizás sean tiempos donde los laicos dimiten de su papel dentro de la comunidad eclesial teniendo que ser el presbítero quien lo haga? ¿Es que el presbítero tiende a acaparar todas las responsabilidades de una comunidad?
Más allá de todo esto, las lecturas de hoy, nos invitan a dar un paso al frente: la misericordia y el ser personas de fe. Los creyentes hemos de ser misericordiosos y nunca juzgadores de los otros. Cuando somos misericordiosos, capaces de entender las miserias, las debilidades de los otros... somos capaces de llegar al corazón de la persona. La escucha, la hospitalidad hacia el otro, hace bien patente a Dios, convirtiéndonos en ese momento en reflejo de Dios para la persona sufriente.
En la Orden de Predicadores celebramos hoy memoria de todos los difuntos de la Orden. Celebrar esta memoria es celebrar la misericordia de Dios, es celebrar la Vida de la que ya gozan los difuntos gracias a la misericordia de Dios.