Sáb
8
Mar
2025
Sígueme

Primera lectura

Lectura del libro de Isaías 58, 9b-14

Esto dice el Señor:
«Cuando alejes de ti la opresión, el dedo acusador y la calumnia, cuando ofrezcas al hambriento de lo tuyo y sacies el alma afligida, brillará tu luz en las tinieblas, tu oscuridad como el mediodía.

El Señor te guiará siempre, hartará tu alma en tierra abrasada, dará vigor a tus huesos.

Serás un huerto bien regado, un manantial de aguas que no engañan.

Tu gente reconstruirá las ruinas antiguas, volverás a levantar los cimientos de otros tiempos; te llamarán “reparador de brechas”, “restaurador de senderos”, para hacer habitable el país.

Si detienes tus pasos el sábado, para no hacer negocios en mi día santo, y llamas al sábado “mi delicia” y lo consagras a la gloria del Señor; si lo honras, evitando viajes, dejando de hacer tus negocios y de discutir tus asuntos, entonces encontrarás tu delicia en el Señor.

Te conduciré sobre las alturas del país y gozarás del patrimonio de Jacob, tu padre.

Ha hablado la boca del Señor».

Salmo de hoy

Salmo 85, 1-2. 3-4. 5-6 R/. Enséñame, Señor, tu camino, para que siga tu verdad

Inclina tu oído, Señor, escúchame,
que soy un pobre desamparado;
protege mi vida, que soy un fiel tuyo;
salva, Dios mío, a tu siervo, que confía en ti. R/.

Piedad de mí, Señor,
que a ti te estoy llamando todo el día;
alegra el alma de tu siervo,
pues levanto mi alma hacia ti, Señor. R/.

Porque tú, Señor, eres bueno y clemente,
rico en misericordia con los que te invocan.
Señor, escucha mi oración,
atiende a la voz de mi súplica. R/.

Evangelio del día

Lectura del santo evangelio según san Lucas 5, 27-32

En aquel tiempo, vio Jesús a un publicano llamado Leví, sentado al mostrador de los impuestos, y le dijo:
«Sígueme».

Él, dejándolo todo, se levantó y lo siguió. Leví ofreció en su honor un gran banquete en su casa, y estaban a la mesa con ellos un gran número de publicanos y otros. Y murmuraban los fariseos y sus escribas diciendo a los discípulos, de Jesús:
«¿Cómo es que coméis y bebéis con publicanos y pecadores?».

Jesús les respondió:
«No necesitan médico los sanos, sino los enfermos. No he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores a que se conviertan».

Reflexión del Evangelio de hoy

Cuando partas tu pan con el hambriento, brillará tu luz en las tinieblas

El Señor no se cansa de ofrecernos oportunidades para la conversión. Nos muestra el camino y nos da las claves para volver nuestra vida hacia Él, y nos enseña que, por muy duro y difícil que sea abandonar nuestro camino equivocado y seguirle por las sendas que Él nos marca, el gozo y la recompensa son mucho mayor pues se trata de vivir en Él, por Él y para Él.

La vida de pecado, lejos de Dios, de su voluntad, lejos e indiferentes de los demás, nos empobrece, nos atrofia, nos derrumba. En cambio, cuando volvemos nuestro corazón al Señor y vivimos en comunión con Él y con los hermanos, resplandecemos, se vigoriza nuestro ser para estar dispuestos y disponibles para los demás, salimos de nuestro egoísmo y confort para compartir lo que somos y tenemos. Estamos llamados, no a la destrucción de nosotros mismos y de lo que nos rodea, sino a construir un mundo mejor en el que todos podamos disfrutar de lo que Dios ha creado para nosotros; un mundo más justo y equilibrado. Estamos llamados a restablecer la paz y la armonía del Creador. Dios desea ardientemente que nos volvamos a Él para saciarnos con sus dones y su heredad.

No he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores a que se conviertan

Nuestro Dios no deja de sorprendernos por más que lo tratemos y profundicemos en su Palabra. Este episodio que nos muestra el evangelio de hoy está situado entre el relato de la curación del paralítico que descuelgan del techo y al que Jesús, antes de curar su parálisis, lo libera de sus pecados: "Hombre, tus pecados te quedan perdonados", para indignación de los fariseos, y la discusión sobre el ayuno donde Jesús habla de su novedad: "A vino nuevo, odres nuevos".

La actitud de los fariseos en este evangelio de hoy es nuestra propia actitud en muchas ocasiones. Por el hecho de ser cristianos, miembros de su Iglesia, nuevo pueblo de Dios, elegidos y llamados como el mismo Leví, nos hace pensar que somos de “primera categoría” y que somos más dignos y estamos más capacitados que los demás. Creemos que ya lo sabemos todo y que somos observantes de sus mandamientos, por eso la acogida que Jesús tiene con los pecadores, es más, su predilección por ellos, nos resulta chocante y molesta. El “vino nuevo” que ofrece Jesús, revienta nuestros “odres” envejecidos.

Tenemos que tener siempre presente las palabras de San Pablo: "Mirad, hermanos, quienes habéis sido llamados…Ha escogido Dios a los locos para confundir a los sabios; a los débiles para confundir a los fuertes; a lo despreciable para reducir a la nada a lo que es. Para que ningún mortal se gloríe en presencia de Dios". No nos llamó a su seguimiento por nuestras capacidades, sino que nos redime y nos capacita para poder seguirle.

Oración

Señor, enséñame tu camino para que siga tu verdad. Ablanda mi corazón endurecido para que, delante de ti, reconozca mi pobreza, mi pecado y la necesidad que tengo de tu amor y tu misericordia. Dame un corazón nuevo y entrañas de misericordia para acoger a todos mis hermanos y hermanas y así ser, en medio del mundo, reflejo de tu amor y tu bondad.

AMÉN