Vie
8
Abr
2011

Evangelio del día

Cuarta semana de Cuaresma

Acechemos al justo, que nos resulta incómodo…

Primera lectura

Lectura del libro de la Sabiduría 2, 1a. 12-22

Se decían los impíos, razonando equivocadamente:

«Acechemos al justo, que nos resulta fastidioso:
se opone a nuestro modo de actuar,
nos reprocha las faltas contra la ley
y nos reprende contra la educación recibida;
presume de conocer a Dios
y se llama a sí mismo hijo de Dios.

Es un reproche contra nuestros criterios,
su sola presencia nos resulta insoportable.

Lleva una vida distinta de todos los demás
y va por caminos diferentes.

Nos considera moneda falsa
y nos esquiva como a impuros.

Proclama dichoso el destino de los justos,
y presume de tener por padre a Dios.

Veamos si es verdad Jo que dice,
comprobando cómo es su muerte.

Si el justo es hijo de Dios, él lo auxiliará
y lo librará de las manos de sus enemigos.

Lo someteremos a ultrajes y torturas,
para conocer su temple y comprobar su resistencia.

Lo condenaremos a muerte ignominiosa,
pues, según dice, Dios lo salvará».

Así discurren, pero se equivocan,
pues los ciega su maldad.

Desconocen los misterios de Dios,
no esperan el premio de la santidad,
ni creen en la recompensa de una vida intachable.

Salmo de hoy

Salmo 33, 17-18. 19-20. 21 y 23 R/. El Señor está cerca de los atribulados

El Señor se enfrenta con los malhechores,
para borrar de la tierra su memoria.
Cuando uno grita, el Señor lo escucha
y lo libra de sus angustias. R/.

El Señor está cerca de los atribulados,
salva a los abatidos.
Aunque el justo sufra muchos males,
de todos lo libra el Señor. R/.

Él cuida de todos sus huesos,
y ni uno solo se quebrará.
El Señor redime a sus siervos,
no será castigado quien se acoge a él. R/.

Evangelio del día

Lectura del santo evangelio según san Juan 7, 1-2. 10. 25-30

En aquel tiempo, recorría Jesús Galilea, pues no quería andar por Judea porque los judíos trataban de matarlo. Se acercaba la fiesta judía de las Tiendas.

Una vez que sus hermanos se hubieron marchado a la fiesta, entonces subió él también, no abiertamente, sino a escondidas.

Entonces algunos que eran de Jerusalén dijeron:
«¿No es este el que intentan matar? Pues mirad cómo habla abiertamente, y no le dicen nada. ¿Será que los jefes se han convencido de que este es el Mesías? Pero este sabemos de dónde viene, mientras que el Mesías, cuando llegue, nadie sabrá de dónde viene».

Entonces Jesús, mientras enseñaba en el templo, gritó:
«A mí me conocéis, y conocéis de dónde vengo. Sin embargo, yo no vengo por mi cuenta, sino que el Verdadero es el que me envía; a ese vosotros no lo conocéis; yo lo conozco, porque procedo de él y él me ha enviado».

Entonces intentaban agarrarlo; pero nadie le pudo echar mano, porque todavía no había llegado su hora.

Reflexión del Evangelio de hoy

Todas las profecías se cumplen en Jesucristo, como hoy lo vemos reflejado en el libro de la Sabiduría: “El justo que se da el nombre de Hijo del Señor, que se gloría de tener por Padre a Dios…” ¡Qué maravilla poder contemplar que siglos antes de la venida de Cristo ya se hablaba de Él, de su vida y su Pasión, y que siglos después continuemos haciéndolo!

  • "Acechemos al justo, que nos resulta incómodo…"

En la primera lectura, prestemos atención porque no habla de impíos y justos, ni de impíos o no-impíos o “píos”… Es un discurso de impíos sobre UN justo, sobre el único justo: Jesucristo. El resto de hombres somos esos impíos, porque vivimos en la impiedad, en el pecado. Y los que seguimos al justo, a Jesús, y creemos en Él… ¿cómo podríamos definirnos entonces ante aquellos que lo rechazan o no quieren creer en Él? Sí, somos impíos, pecadores… pero pecadores que continuamente necesitamos postrarnos para pedir misericordia: “la misericordia de Dios y la de nuestros hermanos”. Somos pecadores que, a pesar de serlo, precisamente porque caminamos saboreando la maravilla del perdón de Dios, no queremos vivir para el pecado, sino para el Señor, y que Él haga su obra en nosotros.

Entonces… cuando tú, siendo impío, “te glorías de tener por Padre a Dios”… ¿qué es lo que está ocurriendo? ¡Que Cristo, el justo, vive en ti! “Si llevas una vida distinta de los demás… si te apartas de las sendas del pecado como si fueran impuras…”, ¿qué ocurre? Que todo eso no sale de ti, “¡ES CRISTO QUIEN VIVEN EN TI!” Y si por todo ello “estás siendo sometido a la prueba de la afrenta y la tortura”… ¡Alégrate, porque Cristo está viviendo en ti!

Ahora, si miramos a la Iglesia, a pesar del pecado que cada uno arrastramos, ¿podríamos decir que “está resultando incómoda porque se opone a las acciones de la impiedad, porque reprende la educación errada… porque declara dichoso el fin de los justos”? Ciertamente, ¡Cristo está vivo en Ella! ¡Gracias, Señor! ¡Qué grande es tu misericordia!

  •  “Intentaban agarrarlo, pero nadie le pudo echar mano… todavía no había llegado su hora.”

En el Evangelio vemos a los impíos en acción, buscando a Jesús para tratar de matarlo. ¿Cómo reacciona Jesús ante ellos? Con prudencia, con libertad, con valentía: “¿No es éste el que intentan matar? Pues mirad cómo habla abiertamente…” Sin dejarse llevar por los miedos, no cesa de enseñar la Verdad.

Las palabras que introducen el discurso de la primera lectura, del libro de la Sabiduría, podrían ser las que en este momento de su vida (narrado en el Evangelio de hoy) pasaban por la mente y por el corazón de Jesús ante todos los que querían acabar con Él: “estos impíos razonan equivocadamente… así discurren y se engañan, porque los ciega su maldad”. Palabras no de condena, sino palabras que intentan excusarlos, palabras de perdón, de compasión y misericordia: “No estiman la recompensa de una vida intachable… No conocen los secretos de Dios”. Palabras de compasión que nos recuerdan aquellas de Nuestro Padre Santo Domingo: “¿qué será de los pobres pecadores?”

Señor, ayúdanos a dejarte vivir en nosotros y así nuestra vida irradie prudencia, compasión, misericordia… Haznos hombres libres que caminemos en la Verdad.