Ene
Evangelio del día
“ Ánimo, soy yo ”
Primera lectura
Lectura de la primera carta del apóstol san Juan 4, 11-18
Queridos hermanos, si Dios nos amó de esta manera, también nosotros debemos amarnos unos a otros.
A Dios nadie lo ha visto nunca. Si nos amarnos unos a otros, Dios permanece en nosotros y su amor ha llegado en nosotros a su plenitud.
En esto conocemos que permanecemos en él, y él en nosotros: en que nos ha dado de su Espíritu. Y nosotros hemos visto y damos testimonio de que el Padre envió a su Hijo para ser Salvador del mundo.
Quien confiese que Jesús es el Hijo de Dios, Dios permanece en él, y él en Dios.
Y nosotros hemos conocido el amor que Dios nos tiene y hemos creído en él.
Dios es amor, y quien permanece en el amor permanece en Dios y Dios en él.
En esto ha llegado el amor a su plenitud con nosotros: en que tengamos confianza en el día del juicio, pues como él es, así somos nosotros en este mundo.
No hay temor en el amor, sino que el amor perfecto expulsa el temor, porque el temor mira el castigo; quien teme no ha llegado a la plenitud en el amor.
Salmo de hoy
Salmo 71, 1-2. 10-11. 12-13 R/. Se postrarán ante ti, Señor, todos los pueblos de la tierra
Dios mío, confía tu juicio al rey,
tu justicia al hijo de reyes,
para que rija a tu pueblo con justicia,
a tus humildes con rectitud. R/.
Los reyes de Tarsis y de las islas
le paguen tributo.
Los reyes de Saba y de Arabia
le ofrezcan sus dones;
postrense ante él todos los reyes,
y sirvanle todos los pueblos. R/.
Él librará al pobre que clamaba,
al afligido que no tenía protector;
él se apiadará del pobre y del indigente,
y salvará la vida de los pobres. R/.
Evangelio del día
Lectura del santo evangelio según San Marcos 6, 45-52
Después de haberse saciado los cinco mil hombres, Jesús enseguida apremió a los discípulos a que subieran a la barca y se le adelantaran hacia la orilla de Betsaida, mientras él despedía a la gente. Y después de despedirse de ellos, se retiró al monte a orar.
Llegada la noche, la barca estaba en mitad del mar y Jesús, solo, en tierra.
Viéndolos fatigados de remar, porque tenían viento contrario, a eso de la cuarta vigilia de la madrugada, fue hacia ellos andando sobre el mar, e hizo ademán de pasar de largo.
Ellos, viéndolo andar sobre el mar, pensaron que era un fantasma y dieron un grito, porque todos lo vieron y se asustaron.
Pero él habló enseguida con ellos y les dijo:
«Animo, soy yo, no tengáis miedo».
Entró en la barca con ellos y amainó el viento.
Ellos estaban en el colmo del estupor, pues no habían comprendido lo de los panes, porque tenían la mente embotada.
Evangelio de hoy en audio
Reflexión del Evangelio de hoy
El que vive en el amor, vive en Dios y Dios en él
En esta primera carta, San Juan expresa lo nuclear del mensaje cristiano y clarifica algunas cuestiones que le preocupan, ya que miembros de la comunidad mantienen algún punto de vista distinto al predicado por la comunidad apostólica.
Esta carta es un canto a la primacía del Amor de Dios hacia el ser humano y sus implicaciones para los cristianos. Juan presenta a Dios Luz, Dios Espíritu, Dios Amor.
¿Qué constituye el núcleo del mensaje de Jesús? En San Juan se destaca, como ya he expresado, la primacía del amor de Dios, su amor por el ser humano, “como elegidos de Dios, santos y amados” nos dirá San Pablo en Col 3,12 y en Rom 8,37 “Pero Dios, que nos ama, hará que salgamos victoriosos de todas estas pruebas”.
Juan subraya con insistencia que si nosotros amamos a Dios es porque Él nos amó primero, y la consecuencia de esta relación de amor es que ese Amor que Dios ha derramado en nuestros corazones, lo compartamos con quienes también son objeto del amor de Dios, los hombres y mujeres que encontramos en nuestro camino “A Dios nunca le ha visto nadie, pero si nosotros nos amamos unos a otros, Dios vive en nosotros y su amor se hace realidad en nosotros” (1Jn 4,12).
Esta es la novedad del Evangelio, la identidad cristiana, el amor al prójimo se convierte en un signo del amor a Dios. Es la evidencia grande de la presencia y obra de Dios en nosotros, el Amor.
Se nos invita a profundizar, a hacer experiencia en nuestra vida, del amor que Dios ha derramado en nosotros, como Padre que nos ama, y si realmente vivimos y compartimos este amor que Dios nos tiene, el temor se irá alejando de nosotros. Contamos con el Espíritu que nos envía el Padre y con el testimonio de Jesús.
Ánimo, soy yo, dice Jesús. Entró en la barca con ellos y amainó el viento
Es interesante recordar, dentro del Capítulo 6 de Marcos, lo que acontece en los versículos anteriores. Jesús va hacia Nazaret y le siguen sus discípulos, sus paisanos no son receptivos a sus enseñanzas, Jesús les recrimina por su falta de fe y continua su misión por los alrededores. Jesús reúne a los Doce y les envía de dos en dos a una misión. En este período el evangelista relata la muerte de Juan el Bautista. Cuando los apóstoles se reúnen de nuevo con Jesús, tiene lugar el milagro de la multiplicación de los panes e inmediatamente después (Mc 6, 45 y ss.) siguen los versículos que motivan nuestra reflexión.
Después de la multiplicación de los panes y de los peces, Jesús, apremia a sus discípulos para que desaparezcan de allí, suban a la barca y se dirijan a Betsaida. ¿Por qué esta prisa? ¿Los ve aturdidos por lo que acaban de presenciar y necesitan sosiego para procesar lo que acaba de suceder? O ¿más bien no acaban de ver ni entender a ese Jesús que camina con ellos, que es su Maestro, que es un líder al que merece la pena seguir pero del que algunas actuaciones suyas les desconciertan? O ¿más bien Jesús muestra para con ellos la faceta más humana, y después de una jornada con la multitud les siente cansados y les invita descansar?
A Jesús también le conviene ese descanso, poco a poco va despidiendo a la multitud, se queda solo y se retira al monte a orar. Nos detenemos aquí y tomamos conciencia de la importancia que tiene también para nosotros, este retiro de Jesús para orar, la importancia para nuestra vida saber procurarnos espacios de oración, de encuentro con el Padre. Esta reflexión es una invitación a hacerlo. Encontrar espacio, hacer silencio para escuchar, responder o simplemente estar en Su Presencia.
En la oración, Jesús ve la situación frágil por la que atraviesan sus discípulos, la fatiga, el viento contrario, las dificultades que encuentran al avanzar, quizá la confusión interior por todo lo vivido y Jesús va a su encuentro. Los discípulos no le reconocen y tienen miedo. Es Jesús el que se identifica con unas palabras de ánimo. “Animo, soy yo” que recuerdan las que Yahvé dirige a Moisés en Ex 3,14 Marcos desarrolla un hecho, sin duda extraordinario, como es Jesús caminando sobre las aguas, para construir una catequesis dirigida a la comunidad, formada por paganos y judíos, de ahí la referencia al “YO SOY” del Antiguo Testamento que ratifica a Jesús como el Mesías esperado, pero al mismo tiempo, la presencia de Jesús andando sobre las aguas supone una manifestación del poder de Dios. Jesús es el Mesías esperado y al mismo tiempo es el Hijo de Dios.
Estos relatos cargados de simbología, durante siglos se ha aplicado también a la Iglesia, la Nave de Pedro, sometida al oleaje del mar, a los vaivenes de este mundo, pero que cuenta siempre con la presencia de Jesús en la barca.
Si esta reflexión la llevamos a nuestra vida, ¿podríamos identificarnos con la actitud de los discípulos? Ante las dificultades puede que el miedo no nos deje avanzar, puede que pase Jesús a nuestro lado, por nuestra vida queriendo ayudarnos y no le reconozcamos, porque la ayuda o las palabras de ánimo vengan con otra voz u otro rostro distinto al que yo me había imaginado, una persona voluntaria, un vecino, un compañero o compañera de trabajo, a través de una inspiración en momentos de oración… ¿le reconoceremos? ¿le hemos reconocido ya?
Señor, no permitas que te deje pasar de largo por mi vida. Que en medio de la dificultad resuene en mí siempre Tu Palabra “Animo, soy Yo, no tengas miedo”.