Jue
9
May
2019

Evangelio del día

Tercera Semana de Pascua

Os lo aseguro: el que cree tiene vida eterna

Primera lectura

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles 8, 26-40

En aquellos días, un ángel del Señor habló a Felipe y le dijo:
«Levántate y marcha hacia el sur, por el camino de Jerusalén a Gaza, que está desierto».

Se levantó, se puso en camino y, de pronto, vio venir a un etíope; era un eunuco, ministro de Candaces, reina de Etiopía e intendente del tesoro, que había ido a Jerusalén para adorar. Iba de vuelta, sentado en su carroza, leyendo al profeta Isaías.

El Espíritu dijo a Felipe:
«Acércate y pégate a la carroza».

Felipe se acercó corriendo, le oyó leer el profeta Isaías, y le preguntó:
«¿Entiendes lo que estás leyendo?».

Contestó:
«Y cómo voy a entenderlo si nadie me guía?».

E invitó a Felipe a subir y a sentarse con él. El pasaje de la Escritura que estaba leyendo era este:
«Como cordero fue llevado al matadero,
como oveja muda ante el esquilador,
así no abre su boca.
En su humillación no se le hizo justicia.
¿Quién podrá contar su descendencia?
Pues su vida ha sido arrancada de la tierra».

El eunuco preguntó a Felipe:
«Por favor, ¿de quién dice esto el profeta?; ¿de él mismo o de otro?».

Felipe se puso a hablarle y, tomando píe de este pasaje, le anunció la Buena Nueva de Jesús. Continuando el camino, llegaron a un sitio donde había agua, y dijo el eunuco:
«Mira, agua. ¿Qué dificultad hay en que me bautice?».

Mandó parar la carroza, bajaron los dos al agua, Felipe y el eunuco, y lo bautizó. Cuando salieron del agua, el Espíritu del Señor arrebató a Felipe. El eunuco no volvió a verlo, y siguió su camino lleno de alegría.

Felipe se encontró en Azoto y fue anunciando la Buena Nueva en todos los poblados hasta que llegó a Cesarea.

Salmo de hoy

Salmo 65, 8-9. 16-17. 20 R/. Aclamad al Señor, tierra entera

Bendecid, pueblos, a nuestro Dios,
haced resonar sus alabanzas,
porque él nos ha devuelto la vida
y no dejó que tropezaran nuestros pies. R/.

Los que teméis a Dios, venid a escuchar,
os contaré lo que ha hecho conmigo:
a él gritó mi boca
y lo ensalzó mi lengua. R/.

Bendito sea Dios, que no rechazó mi súplica
ni me retiró su favor. R/.

Evangelio del día

Lectura del santo evangelio según san Juan 6, 44-51

En aquel tiempo, dijo Jesús al gentío:
«Nadie puede venir a mí si no lo atrae el Padre que me ha enviado, Y yo lo resucitaré en el último día.

Está escrito en los profetas: “Serán todos discípulos de Dios”. Todo el que escucha al Padre y aprende, viene a mí.

No es que alguien haya visto al Padre, a no ser el que está junto a Dios: ese ha visto al Padre. En verdad, en verdad os digo: el que cree tiene vida eterna.

Yo soy el pan de la vida. Vuestros padres comieron en el desierto el maná y murieron; este es el pan que baja del cielo, para que el hombre coma de él y no muera.

Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo; el que coma de este pan vivirá para siempre.

Y el pan que yo daré es mi carne por la vida del mundo».

Reflexión del Evangelio de hoy

Lo arrancaron de los vivos

Un eunuco encuentra a Felipe por el camino. Parece que un ángel le hubiera dado una brújula a Felipe para que se encontrara con él. Lo cierto es que Felipe no se fijó en la condición de aquel hombre: ni en su condición de ministro, ni en su condición de eunuco (hombre poco viril que gozaba de los favores del rey).

La lectura del Profetas Isaías del siervo de Yahvé le llevó al eunuco a preguntarse sobre a quién se refería las palabras del profeta. Felipe, se sienta a su lado, y le habla de lo sucedido a Jesús de Nazaret. Le anunció el Evangelio de Jesús, dice el texto. El anuncio condujo al eunuco a querer bautizarse.

El anuncio de la vida, muerte y resurrección de Jesús no está limitado a un pueblo, ni tampoco limitado a un determinado tipo de personas, todos somos destinatarios de la salvación. La única condición es escuchar la palabra de Dios, aceptarla, y querer comprometerse con la fe. Bautizarse es morir con Cristo, y asumir la vida de Cristo. Nada impide seguir a Cristo como discípulo si es capaz de escuchar su evangelio y aceptarlo.

La pregunta por Jesús de Nazaret no nos deja igual. Nos trastoca y nos transforma todos nuestros proyectos y caminos. Sólo la docilidad a sus palabras nos permitirá encontrar una respuesta confiada de fe.

Todo el que escucha lo que dice el padre y aprende viene a mí

No vale sólo con la escucha, lo que conduce a Cristo es aprender de la Palabra que escuchamos sobre Dios, en este caso del Padre. Esta idea nos recuerda las palabras en la teofanía del Bautismo de Jesús, en la que Dios Padre nos anuncia: “Este es mi Hijo amado, Escuchadle”.

La escucha es el inicio del camino del discipulado, pero es el compartir la palabra, el compartir la vida, lo que dará experiencia a cada discípulo y será la puerta abierta para el aprendizaje.

Aprender las cosas de Dios es toda una tarea comprometida. Supone la decisión previa de creer en el proyecto de Jesús, de su programa de misericordia. Supone proclamar cada día la bienaventuranza de los desfavorecidos, ellos serán dichosos porque Dios ha puesto en ellos su mirada.

Aprender las cosas de Dios supone el abandono total y confiado a su voluntad, comprender que los caminos son un recorrido vital para la esperanza de que Dios siempre cumple su promesa de no dejarnos solos.

Oremos para que cada día encontremos al resucitado junto a nuestros pasos de fe, y podamos llevar a los demás el evangelio de la vida.