Mié
1
Ene
2025

Homilía Santa María, Madre de Dios

Conservaba estas cosas, meditándolas en su corazón

Introducción

Seguimos en tiempo de Navidad, estrenando un Año Santo de gracia para fortalecer y compartir la Esperanza.

El Jubileo de 2025, según el Papa Francisco, podrá ser un signo de Renacimiento, y de Confianza, de Paz y bendiciones para todos, como Peregrinos de Esperanza, pero sin perder de vista tantos vacíos y sufrimientos de nuestro mundo, que sólo puede llenar Dios. Hay un hueco con forma de Dios en el corazón humano, que sólo lo puede llenar El (Pascal).

Pablo VI, con la Fiesta de María, Madre de Dios, puso de manifiesto el vínculo del Nacimiento de Cristo con la Maternidad de María. Desde María,  Madre de Dios, contemplamos hoy el Misterio central del Nacimiento del Verbo, en la humildad de nuestra carne, con el deseo de hacerlo nuestro como ella.

María es conocida por todos como la Madre de Jesús, pero ¿cómo es que la Iglesia católica le dio el título de Madre de Dios?.  Porque en ella la Palabra se hizo Carne y acampo entre los hombres el Hijo de Dios, príncipe de la Paz, cuyo nombre, Salvador,   está por encima de todo otro nombre.

Esta Fiesta de María, Madre de Dios, nos ayuda a acoger hoy la Palabra como ella en el corazón, y entregarla hecha vida en la fe. El Hijo de Dios se hizo hombre naciendo como todos, de una mujer, marcado por la fragilidad y la debilidad inherentes a toda carne, que Jesús hizo suyos. Por eso, El es el ancla de nuestra esperanza.

En este día en que el Papa abre la puerta  de la Basílica de Santa María la Mayor a todos  los peregrinos de la Esperanza, nos abrimos  nosotros en oración,   a la Misericordia y la Caridad  de la Salvación para todo el año.