Nov
Homilía Todos los Santos
Año litúrgico 2015 - 2016 - (Ciclo C)
“ Ahora somos hijos de Dios ”
Pautas para la homilía de hoy
Reflexión del Evangelio de hoy
"De toda nación, raza, pueblo y lengua, de pie delante del trono y del Cordero, vestidos con vestiduras blancas"
Esta es la definición de la fiesta de hoy. Personas de toda nación, raza -hoy decimos etnia, que raza, solo hay una, la humana-, pueblo y lengua. Porque si algo debería identificar a quienes seguimos a Jesús de Nazaret es eso, que venimos de todas partes y hablamos distintas lenguas pero todos nos identificamos como hijos e hijas del mismo Dios, Padre y Madre y por tanto, hermanos y hermanas. Y como decía Pablo, "no hay hombre ni mujer, esclavo ni libre, judío ni romano" porque nos sentimos y somos uno, iguales en la diversidad.
"Están de pie, delante del trono y del Cordero". El trono es el lugar de la majestad, del reinado, de la gloria. Nuestro Dios lo es sobre todas las cosas y todos los seres, y por eso es nuestro rey. Pronto lo celebraremos así, como Rey del Universo. Pero es a la vez el Cordero sacrificado, el que se entregó en el servicio por la humanidad. Su divinidad se materializa en la entrega.
"Vestidos con vestiduras blancas" y más adelante dice el texto que "han lavado y blanqueado sus vestiduras en la sangre del cordero". Esa vestidura blanca que nos colocaron el día de nuestro bautismo nos reviste como otros Cristos, nos 'cristifica', es decir, nos hace como Él, o al menos, esa es nuestra misión. Porque lavamos nuestras ropas en su sangre, para parecernos a Él, nuestra misión es también ser servidores unos de los otros.
"Ahora somos hijos de Dios y aún no se ha manifestado lo que seremos"
Y entonces, para qué más. Apenas necesitamos ser nada más si ya sabemos que somos hijos De Dios. Esa es nuestra gloria y nuestra recompensa y todo a lo que deberíamos aspirar.
Hemos optado, además, por hacer un reconocimiento especial a algunas personas que vivieron, decíamos, de manera excepcional su compromiso con el Reino de Dios. Su forma de estar en el mundo, su manera de acercarse a los más pobres, su estilo de hablar de Dios o con Él, ha hecho a estos seres merecedores de una gloria especial. Pero no lo olvidemos, su gloria fue haber sido revestido de Cristo y ser capaz de reproducir, de alguna forma, su paso por esta tierra.
"¿Quién puede subir al monte del Señor?"
Las lecturas de hoy están llenas de preguntas aunque parece que la respuesta sea siempre la misma. "¿Quién puede subir al monte del Señor? ¿Quién puede estar en el recinto sacro?". "¿Quiénes son y de dónde han venido?"...
La respuesta, la conocemos: "El hombre de manos inocentes y puro corazón...", los que "han lavado y blanqueado", y cómo no, los bienaventurados, los felices. Porque si alguien ha comprendido la verdadera naturaleza de la vida cristiana son aquellos que dedicaron y dedican su vida a ser pobres de espíritu, misericordiosos, trabajar por la Paz.... Ni siquiera han necesitado llegar al cielo para obtener su recompensa: a su alrededor ha ido creciendo y desarrollándose el Reino de Dios, así que ya vivían esa felicidad prometida por Jesús en uno de sus sermones más conocidos.
Demasiadas veces también hemos identificado las bienaventuranzas con lo triste: llorar, sufrir, tener hambre y sed, ser perseguidos... Y se nos ha olvidado recordar que lo que se nos promete en ese texto es la alegría total, la dicha definitiva de ser capaces de construir entre todos y todas un mundo nuevo, un Reino donde celebrar cada día que somos hijos e hijas de un mismo Padre y hermanos y hermanas.