Dom
10
Ene
2010

Homilía Bautismo del Señor

Mirad a mi siervo, a quien prefiero

Introducción

    El primer dato histórico y uno de los más seguros que poseemos sobre la vida y actuación de Jesús es que fue bautizado por Juan en el río Jordán. Ello indica que Jesús se sintió atraído por la misión de Juan. Sin embargo, aunque no podemos entender a Jesús al margen del proyecto del Bautista, tampoco podemos reducir su mensaje de salvación al movimiento que se generó entorno a Juan.

    En tiempos de Juan y de Jesús, la mayor parte de la población vivía en una gran pobreza, mientras que sólo unos pocos eran los que acumulaban las riquezas; esa misma población estaba sometida a la dura colonización del imperio romano, a sus impuestos y arbitrariedades; los sacerdotes del templo de Jerusalén habían perdido todo su crédito entre la gente, porque no era el servicio a Yahvé lo que les movía, sino la usura y los privilegios propios. En palabras del profeta Juan, aquella sociedad necesitaba un vuelco radical, una conversión y un arrepentimiento. Esa visión radical sobre la situación de maldad de Israel no sólo la compartió Jesús en sus inicios, sino que permaneció también a lo largo de toda su misión posterior.

    También hoy nuestra sociedad de la abundancia necesita un cambio radical, una conversión y un arrepentimiento de los que la formamos, porque somos pocos los que la disfrutamos y muchísimos los que padecen hambre, enfermedad, analfabetismo y otras dolorosas miserias.