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Homilía XXXII Domingo del tiempo ordinario
Año litúrgico 2018 - 2019 - (Ciclo C)
“ No es Dios de muertos sino de vivos ”
Introducción
Tras la festividad de Todos los Santos las lecturas de la liturgia nos hacen plantearnos la vida después de la muerte, ¿cómo será esta? Hay muchos que la niegan, otros no ven en ella más que una continuidad de nuestra vida aquí, repitiendo los mismos esquemas sociales y relacionales de nuestra vida presente.
Pero, ¿qué nos dice la Escritura al respecto? En la primera lectura de 2ª Macabeos se nos remite a la experiencia de unos jóvenes que son torturados por no renegar de su fe. Se nos remite a la familia como germen de la fe que nos llama a llevar una vida en Dios, participando de su proyecto de vida para la humanidad.
En la 2ª lectura de 2 Tesalonicenses se nos dice que la vida de familia y de comunidad genera en sus miembros consuelo y esperanza, para ellos y para el resto de las personas, ya que vivir los valores del Reino genera una paz interior que nos lanza a obrar el bien y nos capacita para dar testimonio con obras y palabras congruentes que brotan de la experiencia. Trabajar por el Reino de Dios nos identifica con el Señor, con su misión y con su obra, y nos hace participar de su Vida, que no acaba, sino que se prolonga eternamente, pues somos Hijos de Dios y participamos de su gloria.