Oct
Homilía XXVIII Domingo del tiempo ordinario
Año litúrgico 2019 - 2020 - (Ciclo A)
“ Tengo preparado el banquete ”
Introducción
El evangelista Mateo vuelve a deleitarnos con las parábolas de Jesús. Ha dedicado el capítulo 13 para proponer el discurso del Señor a base de parábolas (el sembrador, la cizaña, la mostaza, el fermento, el tesoro, la perla, la red). En el capítulo 21, con un fuerte carácter polémico, se encuentran dos parábolas (los dos hijos y los viñadores homicidas) y en el capítulo 22 leemos la parábola del banquete de bodas y la del hombre vestido indignamente, que son las que nos propone la liturgia de este domingo. Volveremos a encontrar nuevas parábolas en la conclusión del capítulo 24 (el siervo fiel) y en el capítulo 25 (las diez vírgenes y la parábola de los talentos).
No nos sorprende la pedagogía del Señor intentando proponer la realidad del Reino de los cielos, la cual es una cosa excepcional que no encuentra parangón adecuado con el mundo en que vivimos. De ahí la multiplicidad de parábolas, de comparaciones para ayudarnos a entrar en una dimensión realmente “nueva”. El mejor de los maestros, Jesucristo, se ve obligado a afrontar la realidad del Reino de los cielos desde diferentes puntos de vista para hacer comprender a los oyentes algo inaudito.
Lo que sí sorprende es la dificultad que experimentamos nosotros para sintonizar con la rica enseñanza que Jesucristo no se cansa de proponer con ejemplos y comparaciones que no tienen otra finalidad que la de ayudarnos a abrirnos y a acoger la realidad maravillosa del Reino de los cielos.
El Año Litúrgico vuela hacia su conclusión en este año de pandemia. La solemnidad de Jesucristo Rey del universo sintetiza todas las llamadas que el Señor ha ido haciendo a lo largo de los textos bíblicos de las sucesivas semanas. Poder encontrarnos todos celebrando el banquete al que todos estamos invitados por el Padre del cielo es lo que cada persona ha de tomar en consideración para disfrutar de la presencia de Dios-Trinidad en compañía de la humanidad redimida por Jesucristo, que invita a todos a sentarse con él en su Reino.