Dom
12
May
2013

Homilía VII Domingo de Pascua

Año litúrgico 2012 - 2013 - (Ciclo C)

No os alejéis de Jerusalén

Pautas para la homilía de hoy

Reflexión del Evangelio de hoy

Una sugerencia para la preparación de la homilía de este domingo: leer el evangelio (la conclusión del Evangelio de Lucas) y a continuación leer la primera lectura, (el inicio del libro de los Hechos de los Apóstoles). Quizás obtengamos algún resultado no esperado...

  • ¿Cuál es la promesa hecha por Jesús a los discípulos y a la cual hace referencia cuando asciende?

La primera lectura completa lo dicho en el Evangelio. En el evangelio se nos dice Lucas nos describe cuál es la promesa de Jesús a sus discípulos: “ revestirse con la fuerza delo alto”. La primera lectura se añade algo a la promesa hecha en el Evangelio, es decir, especiada la promesa: “ser bautizados con Espíritu Santo”. Por tanto, revestirse con la fuerza de lo alto y ser bautizados con el Espíritu Santo es la misma promesa que tendrá lugar y se completará el próximo domingo con la venida del Espíritu Santo, Pentecostés.

Por tanto, la promesa de Jesús a sus discípulos, hecha en vida, es su Espíritu, la fuerza de lo alto. No es una promesa de cambio en el mundo, no es una promesa de felicidad aquí y ahora... Es la promesa de su fuerza para caminar adelante, es la promesa de su Espíritu que permite hacer presente a Jesús en medio de los que creemos en Él, es la promesa de que no estamos solos, de que no hemos sido abandonados, ni engañados... No es una promesa de cambio, sino una promesa de asistencia, de nueva presencia, de empuje, de fuerza para operar el cambio...

  • No alejarse de Jerusalén.

La Ascensión de Jesús ocurre en Betania que no es una ciudad cualquiera en la vida de Jesús. Betania se encuentra muy cerca de Jerusalén, justo tras subir y pasar el Monte de los Olivos. Por eso, si Jerusalén fue el lugar donde Jesús gastó más fuerzas en la predicación, Betania es el lugar del descanso tras la predicación, tras la misión. Cuando el sol comenzaba a caer, Jesús se retiraba a descansar a la casa de sus amigos en Betania, probablemente en casa de su querido amigo Lázaro.

Es interesante notar que Jesús asciende justamente en Betania, que se encuentra al este de Jerusalén, por donde sale el sol, por donde llega la reina de Israel (el sábado) en la ciudad en la cual había resucitado a su amigo Lázaro. La ciudad de Betania está fuera de Jerusalén, justo en el lugar opuesto al Gólgota, justo donde (incluso hoy en día) está la puerta sellada que sólo abrirá el Mesías. La puerta del Mesías será abierta con el cumplimiento de la promesa: revestirse de la fuerza de lo alto, ser bautizada con Espíritu Santo, Pentecostés.

Por eso, el mandato de Jesús a los discípulos es el de volver a Jerusalén y no alejarse de allí porque la fuerza de lo Alto descenderá, plantará su morada, su tienda, su Templo, de nuevo en Jerusalén. En Betania la presencia de Dios ya estaba presente. En Jerusalén, la presencia de Dios había sido destruida, aniquilada, expulsada...

Con esta fiesta nos colocamos a las puertas, nos colocamos en espera de una nueva presencia de Dios en este mundo, Dios volverá a tener un lugar en este mundo. La cruz, la muerte de Jesús en cruz, fue el signo patente de la expulsión, del rechazo de Dios. Ahora, con el cumplimiento de la promesa, la presencia de Dios vuelve a estar de nuevo en la tierra. Pero ya no bajo la forma de Templo, sino bajo la vida de los discípulos de Jesús. La Iglesia, los creyentes, los discípulos son el Nuevo Templo, la nueva presencia de Dios en nuestra historia.

Por tanto, con esta solemnidad de la Ascensión nos colocamos en espera del domingo que viene, nos preparamos para ser revestido por la fuerza de los Alto. Es lo que Pablo implora a Dios: iluminar los ojos del corazón para vivir la esperanza de que su promesase cumple.

Hemos de ponernos en camino y volver a una Jerusalén vacía, abandonada, pero deseosa de que el Señor vuelva a plantar su Tienda, su presencia en medio de nuestra vida. Nuestra vida puede estar llena de abandonos, de rechazos, de muertes, pero a pesar de todo, el Señor está en medio de nuestros sufrimientos siempre con su Palabra tierna y reconfortante que se dirige a su Iglesia, a nosotros, y que nos dice:¡Vamos hacia adelante!