Dom
12
May
2019

Homilía IV Domingo de Pascua

Año litúrgico 2018 - 2019 - (Ciclo C)

Mis ovejas escuchan mi voz, y yo las conozco

Evangelio para niños

El Buen Pastor - Juan 10, 27-30


En aquel tiempo dijo Jesús: - Mis ovejas escuchan mi voz, y yo las conozco y ellas me siguen, y yo les doy la vida eterna; no perecerán para siempre y nadie las arrebatará de mi mano. Mi Padre, que me las ha dado, supera a todos y nadie puede arrebatarlas de la mano de mi Padre. Yo y el Padre somos uno.

Explicación

En este evangelio, Jesús es presentado por los primeros cristianos como un Pastor Bueno. Y lo es porque nos conoce, nos quiere, le seguimos y apreciamos su voz. Es más, sabemos que dio su vida por nosotros, y que allí donde vayamos, nos acompañará. Es un Pastor Bueno, porque se desvive por sus ovejas.


Mis ovejas escuchan mi voz, y yo las conozco

Dibujo realizado por: Fr. Félix Hernández Mariano ( descargar la imagen )

Evangelio dialogado

Te ofrecemos una versión del Evangelio del domingo en forma de diálogo, que puede utilizarse para una lectura dramatizada.

Cuarto domingo de pascua –C- (Jn 10, 27-30)

Narrador: Voy a contaros una conversación que mantuvo Jesús con un grupo de judíos en el Templo de Jerusalén durante la fiesta de la Dedicación.

Niño1: Yo conozco algunas fiestas judías, pero nunca oí hablar de la fiesta de la Dedicación. ¿Qué se celebraba en ella?

Narrador: Se celebraba la purificación del templo, que llevó a cabo Judas Macabeo allá por el año 164 antes de Cristo. Había sido profanado por Antíoco IV, rey de Siria, cuando conquistó Jerusalén.

Niño2: Los enemigos del pueblo judío debían de tener manía al Templo.

Narrador: El Templo representaba muchísimo para los judíos, pues su historia y su vida personal giraban en torno a él.

Niño1: ¿Y qué hicieron los que conquistaron el templo?

Narrador: Quitaron las costumbres judías e impusieron el culto a Júpiter Olímpico. Pero dejemos a un lado la historia y veamos lo que nos cuenta el Evangelio. Jesús se paseaba por el pórtico de Salomón, en el templo. Un grupo de judíos le rodeó y comenzaron a preguntarle.

Niño 1: ¿Hasta cuándo nos vas a tener en suspense? ¿Eres tú el Mesías?

Niño 2: ¿Eres tú el que esperamos o tenemos que esperar a otro?

Jesús: Os lo he dicho y no me habéis creído.

Niño 1: ¿Quién da testimonio de ti? ¿Quién te respalda?

Jesús: Las obras que yo hago. Si no creéis en mí, creed en mis obras.

Niño 2: Todos obramos en este mundo por alguna razón. ¿En nombre de quién obras tú?

Jesús: En nombre de mi Padre que está en los cielos.

Judío1: ¡Eso no puede ser, estás mintiendo! ¡Cómo vas a ser tú Hijo de Dios! Ya ves que nosotros no creemos en ti.

Jesús: Porque vosotros no sois de mis ovejas.

Judío2: ¡Aclara eso, vamos, acláralo!

Jesús: Es fácil de entender. Mis ovejas escuchan mi voz, yo las conozco y ellas me siguen.

Niño 1: Nadie sigue a otro sin recibir nada. ¿Qué les das tú a tus ovejas?

Jesús: La vida eterna.

Niño 2: ¿Eterna? Seguro que esas ovejas pronto morirán. O cualquiera te las arrebatará de las manos. Es la ley de la selva, amigo.

Jesús: Ni perecerán, ni nadie las arrebatará de mis manos.

Niño 1: ¿Por qué estás tan seguro? ¿Quién te dio esas ovejas?

Jesús: Esas ovejas me las dio mi Padre.

Niño 2: ¿Y por qué no te las podemos quitar?

Jesús: Porque nadie puede arrebatarlas de la mano de mi Padre, ya que Él es más que todas las cosas.

Niño 1: ¿Qué relación tienes tú con el Padre? ¿Tan unido estás a él?

Jesús: Amigos, yo y el Padre somos uno.

Elaborado por: Fr. Emilio Díez Ordóñez y Fr. Javier Espinosa Fernández