Dom
12
Sep
2010

Homilía XXIV Domingo del Tiempo Ordinario

Año litúrgico 2009 - 2010 - (Ciclo C)

Habrá alegría en el cielo por un solo pecador que se convierta

Introducción

En domingos anteriores eran las multitudes quienes querían acercarse a Jesús; en este domingo se presenta a “los letrados y los fariseos” marcando distancias ante la acogida que Jesús tiene con “los publicanos y los pecadores”. Esta situación origina las tres magníficas y exclusivas parábolas de Lucas sobre la misericordia del Padre. La misericordia de Dios es más fuerte que las rupturas que protagonizamos las criaturas. Y la imagen de los protagonistas de las primeras lecturas, Moisés y San Pablo, expresan una constante bíblica: el amor de Dios y de su gracia.

En estos domingos se nos recuerda y repite que el tiempo vacacional, veraniego…, llega a su fin y la idea de re-comenzar actividades, compromisos y quehaceres está en la mente de todos… Para ello, es buena la realidad que nos presenta la Liturgia de la Palabra: el Dios del amor y del perdón acepta nuestra repetida conversión y nos anima a vivir algo nuevo, a iniciar “otra etapa” con ánimo renovado. Y hay que hacerse un chequeo de la vida desde el amor. Todos necesitamos ese acercamiento porque algo tendremos de fariseos, letrados, publicanos, pecadores…