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Homilía XXXIII Domingo del tiempo ordinario
Año litúrgico 2010 - 2011 - (Ciclo A)
“ Abre su mano al necesitado y extiende su brazo al pobre. ”
Comentario bíblico
de Fr. Gerardo Sánchez Mielgo - (1937-2019)
Primera lectura: (Proverbios 31,10-13.19-20.29-31)
Marco: El contexto es una colección de proverbios de distinta procedencia.
Reflexiones
1ª) ¡Armoniosa conjunción entre el don de Dios y la respuesta del hombre!
Una mujer hacendosa, ¿quién la hallará?... Extiende la mano hacia el huso y sostiene con la palma la rueca. Abre sus manos al necesitado y extiende el brazo al pobre. La Escritura y, en especial los libros sapienciales, insisten con frecuencia en dos aspectos: que la ociosidad es fuente de muchos males; y que la hacendosidad, por el contrario, es fuente de muchos bienes. Quizá esta lectura se entiende mejor en la estructura social y familiar de aquel entonces. La mujer era la encargada de los quehaceres domésticos. De ella dependía la buena o la defectuosa marcha de los hogares. En ella se depositaba la confianza en que las cosas marcharían adecuadamente. El papel desempeñado por ella será silencioso pero eficaz. Es frecuente insistir que la ociosidad conducía a los hogares a la desestabilizad y falta de serenidad para realizar su proyecto y su sentido. . Se presenta el modelo ejemplar de la mujer israelita: que está todo el día ocupada proveyendo a todas las necesidades domésticas de comida y vestido. Esta laboriosidad le permite sacar adelante a los suyos y distribuir de sus bienes conseguidos por su habilidad para todos los oficios. Los pobres forman parte de las preocupaciones de una mujer hacendosa.
2ª) ¡El valor inestimable del temor de Dios!
La mujer que teme al Señor merece alabanza. El autor de Proverbios contempla la realidad familiar desde la mirada de Dios. En Israel todo se contempla desde Dios. Entre todas las cualidades de la mujer sobresale el temor de Dios que sintetiza el conjunto de virtudes y actitudes que definen una vida virtuosa. Hacendosa y virtuosa son dos cualidades envidiables en la mujer. Esta es una visión muy positiva de la mujer, aunque revela una cultura muy distinta de la nuestra. Pero hoy también sigue siendo necesaria esta visión del temor de Dios traducido como el conjunto armonioso de las cualidades necesarias para educar a los hijos para una vida humana futura digna y una visión religiosa. Nuestro mundo necesita esta visión, actualizada, de la misión de la mujer en el hogar en todos los planos. Ciertamente con la ayuda cada mas frecuente de todos. No es una esclava es una maestra, un modelo donde mirar, un corazón que pone en el hogar algo muy específico suyo. La mujer, en su dignidad y singularidad, desempeña una tarea imprescindible.
Segunda lectura: (1Tesalonicenses 5,1-6)
Marco: Exhortaciones con la parusía al fondo. En esta segunda parte de la carta, la atención de Pablo se centra sobre todo en el presente y el futuro, es decir, la venida gloriosa del Señor. Los abundantes imperativos expresan que no se pueden separar doctrina y comportamiento.
Reflexiones
1ª) ¡El Día del Señor llegará de improviso, de una forma imprevisible: es necesaria la vigilancia!
Sabéis perfectamente que el día del Señor llegará como un ladrón en la noche. La noche tiene especial significado en el mundo antiguo como tiempo más adecuado para el robo, la sorpresa y la realización de planes determinados. Por eso el recurso a la noche significa una exhortación a estar muy atentos para estar preparados. Esta misma doctrina había enseñado Jesús en alguna de sus parábolas sobre todo. La insistencia en la vigilancia ocupa una parte importante en el mensaje de Jesús. Recuérdense algunas parábolas en este sentido, especialmente las que encontramos en los capítulos 24 y 25 de Mateo que tiene una especial predilección y preocupación por la situación de vigilancia. Pablo siente la necesidad de advertir y exhortar a sus creyentes que es necesario vigilar. Sorprende esta situación. Se podía preguntar ¿No habría sido mejor saber el día y la hora? Esta incertidumbre ¿favorece o distrae?
2ª) ¡Los hijos de la luz están perfectamente preparados y a punto!
Vosotros no vivís en tinieblas para que ese día no os sorprenda como un ladrón, porque todos sois hijos de la luz e hijos del día; no lo sois de la noche y de las tinieblas... Estemos vigilantes y vivamos sobriamente. Es necesario tomar en serio el hoy de Dios que nos permite utilizar y aprovechar el tiempo que se nos concede. Esta referencia al hoy de Dios ocupa un lugar especial en la espiritualidad evangélica. Jesús nos había advertido que no debíamos ocuparnos del mañana; que a cada día le basta su afán; que debemos administrar bien del tiempo que se nos concede. Pablo comenta y aplica a sus creyentes estas enseñanzas que proceden del mismo Jesús. Vigila atentamente el que espera firmemente, el que ama intensamente. La vigilancia va acompañada de una esperanza teologal firme y de un amor a Dios y a los hermanos gratuito y universal; vigilar supone alimentar el deseo de poseer lo que nos promete como plenitud de felicidad y realización, tomar en serio la situación de mi hermano que me acompaña en el camino y madurar en el Evangelio cada día y hacer realidad ya en el tiempo, como primicia, lo que será el reino en su etapa final.
Evangelio: (Mateo 25,14-30)
Marco: El contexto son exhortaciones a los discípulos sobre los acontecimientos finales y la actitud que se ha de mantener ante ellos. El redactor ha reunido las enseñanzas fundamentales de Jesús sobre el final de la historia y el destino del hombre. En género parabólico o en estilo directo, el evangelista quiere advertir a los discípulos que el Señor volverá definitivamente y con toda seguridad; aunque se retrase esta vuelta es necesario estar siempre a punto porque puede volver en cualquier momento. La lectura es una hermosa parábola* con la que se pretende avivar el sentido de la vigilancia y la respuesta fiel y perseverante hasta la vuelta del Señor.
Reflexiones
1ª) ¡El tiempo de la espera es el tiempo de la respuesta del hombre!
A cada uno según su capacidad. Los elementos narrativos nos permiten comprender la situación en la que está pensando Jesús y el evangelista. La descripción del tiempo de la espera, como el tiempo que lleva un largo viaje, manifiesta los dos estadios que la Iglesia ha de recorrer: el ya de la salvación y el todavía no de su manifestación acabada y definitiva. Jesús volverá de nuevo en su gloria y esa venida será definitiva. Esta es la convicción de la Iglesia en su tarea recibida de Jesús. Y esa es la realidad del mensaje de Jesús. Pero la vuelta gloriosa no tiene fecha prefijada y manifestada a los hombres; es un viaje al extranjero (para ser coronado rey y regresar después ya como rey, según la versión de Lucas). En el entretanto quiere que sus bienes fructifiquen. No es necesario entretenerse en la forma distinta de presentar el relato Mateo y Lucas: Mateo habla de tres siervos que reciben cantidades muy grandes y desiguales; Lucas habla de diez empleados que reciben una cantidad de menor valor y todos la misma. Estos son adornos embellecedores que nada cambian el mensaje. El entretanto es el tiempo de poner manos a la obra por parte del hombre. Y ha quedado para siempre un interrogante: ¿cuándo sucederá la vuelta de Señor? Sucederá con toda seguridad, pero más tarde. Mientras tanto es tiempo para la esperanza apoyada por la paciencia, la perseverancia y la constancia. El resto ya no está en nuestras manos. La humanidad no está abandonada. Alguien tiene un admirable proyecto para ella y vela por ella. El final del camino del hombre es el encuentro con el Rey glorioso que ha compartido con nosotros todo menos el pecado. Es necesario que los discípulos de Jesús seamos hoy testigos de esperanza, testigos de una gran esperanza que colma todos los anhelos del hombre cuando busca el sentido de su existir, la necesidad de felicidad y la plenitud de vida. El Evangelio es para nosotros y ahora. El día señalado por el Señor para su vuelta definitiva no puede ser encadenado en nuestra técnica, en nuestros cálculos ni en nuestras previsiones. Un camino abierto iluminado por la confianza plena en Aquel que no nos defrauda nunca.
2ª) ¡Fidelidad y respuesta coherente para alcanzar lo prometido!
Muy bien. Eres un empleado fiel y cumplidor; como has sido fiel en lo podo te daré un cargo importante; pasa al banquete de tu señor. La hacendosidad apareció ya en la primera lectura proclamada hoy cuando se hace el elogio de la mujer prudente y dirigida por la sabiduría. Allí tenía un sentido sapiencial, es decir, cómo conseguir un comportamiento correcto en esta vida con coherencia y con sentido. Ahora Jesús abre otra perspectiva. La fidelidad y la hacendosidad son para poder entrar en el banquete, en la fiesta definitiva. Jesús inyectó en el corazón de los hombres una nueva y ambiciosa perspectiva. No se trata sólo de llevar una vida correcta en este momento de la historia, sino de relacionar esta conducta con una gran esperanza. Obsérvese que las palabras que dirige el rey a sus empleados con coincidentes y las mismas para el que recibió cinco talentos y para el que recibió dos. Porque el mensaje de la parábola no es ofrecer cantidades, sino advertir de la necesidad de ponerse a trabajar con los dones de Dios con la mirada puesta en la meta final de la esperanza, o mejor, hacer de la esperanza del final un acicate, un aliciente y un compromiso para el presente: fidelidad y realización de la propia tarea. El resto está en manos del Señor que dirige la historia con sabiduría, ponderación y amor generoso. Hoy como ayer es necesario que los discípulos de Jesús ofrezcan al mundo signos de su auténtica esperanza que alcanza al hombre en su realidad humana mostrando los signos creíbles de una tarea exigente a fin de comenzar a establecer el reino en el tiempo, como primicias de la plenitud final, pero primicias convincentes. La esperanza del fin tiene fuerza suficiente para transformar el mundo. Pero es necesario que hoy se siga ofreciendo en fidelidad y autenticidad. Compartir con los hombres sus alegrías y sus esperanzas, así como sus fracasos, sufrimientos y desconciertos, es una forma excelente de hacer creíble la esperanza cristiana a los hombres de nuestro tiempo. El compromiso por la paz, la dignidad, la solidaridad y la comunión de todos los hombres en todos los bienes de la tierra (espirituales, culturales y materiales) es una forma tangible y visible para hacer presente, de alguna manera, lo que será el reino en su etapa final.