Dic
Homilía III Domingo de Adviento
Año litúrgico 2020 - 2021 - (Ciclo B)
“ Yo soy la voz que grita en el desierto ”
Introducción
Las orillas del Jordán junto al desierto era el hogar de Juan Bautista. Este tercer domingo de Adviento, la liturgia nos invita a leer qué hay de vida en los “desiertos” de nuestro tiempo. Este año 2020 hemos experimentado que el desierto puede ser no sólo un lugar geográfico sino una experiencia vital, física. La pandemia nos ha confrontado con muchos tipos de soledades, de pérdidas. También nos ha ayudado a recuperar cosas y situaciones esenciales que habíamos olvidado vivir o disfrutar. Porque en lugares y momentos difíciles también se pueden abrir paso la confianza en el futuro y la alegría. El desierto puede ser lugar de crisis, pero también de encuentro, donde afloran las debilidades, pero también las fortalezas y recursos insospechados.
La liturgia nos invita a discernir “voces en el desierto” para sintonizar con las que hablan de aspiraciones y proyectos que promuevan un gozo sin exclusiones, un gozo fruto de la “vida según el Espíritu”. Al mismo tiempo, el testimonio de los profetas (Isaías y Juan), en este domingo, nos estimula a convertirnos en portavoces de los que no tienen voz. No debemos olvidar que muchos ruidos e intereses creados pretenden silenciar la voz de Dios y su Espíritu en la vida pública, en el devenir de la historia que Dios nos invita a construir desde las periferias. Cada encuentro con Jesús resucitado en la eucaristía nos empujar a “no apagar el Espíritu”, a mantenernos constantes en la oración y el combate frente al mal. Dios es alegría y fidelidad. Donde está Dios hay futuro.