Ago
Homilía XX Domingo del tiempo ordinario
Año litúrgico 2015 - 2016 - (Ciclo C)
“ He venido a prender fuego en el mundo ”
Pautas para la homilía de hoy
Reflexión del Evangelio de hoy
Tener conciencia del impacto social de la predicación del evangelio.
Cuando se escribe el texto evangélico ya había plena conciencia de que el llamado Evangelio, las ideas y actitudes que dimanan de la vida y predicación de Jesús, y que sus discípulos hacen suyas, no han dejado indiferentes a quienes las hacen conocer, como si fueran unas creencias más en medio de tantas como proliferaban en la sociedad de entonces. Exigen una nueva visión de Dios y del ser humano, también de la comunidad humana que no suele ser la que el ser humano desea. Y eso no se puede olvidar.
Aceptar el evangelio exige lucha, esfuerzo en el interior de cada uno
Lucha, esfuerzo en el interior de cada uno. Comprometerse con Jesús, con la verdad que ofrece, con su estilo de vida, sentir como él sintió, no está de acuerdo con las pulsiones más inmediatas y urgentes de nuestra condición humana, que buscan aburguesar nuestra vida, quedarse con lo “que el cuerpo pide” y también, y sobre todo el “espíritu”, que es disfrutar de lo fácil y cómodo y no complicarse la vida. Aunque ello implique no tomar en serio la fe que se dice profesar, dejarla en un segundo plano, tras otros intereses distintos, si no contrarios..
Jesús divide a la sociedad
La lucha interior que exige la fe se traslada a las relaciones humanas. Ni estructuras sociales que deben fundarse en la coincidencia de proyectos de vida, como la familia, resisten con facilidad el compromiso cristiano asumido con coherencia, y surge la división o el enfrentamiento entre sus miembros, que anuncia Jesús. Piénsese, por ejemplo, lo que con frecuencia sucede cuando un hijo se siente llamado al sacerdocio o a la vida religiosa, y contraría por ello las expectativas familiares. O simplemente cuando un miembro de la familia, un hijo, por ejemplo no se pone como primer objetivo mantener y mejorar el status socioeconómico de la familia, porque sus intereses, su vocación va en otra dirección. Pensemos también en lo que sería pretender organizar la vida económica y política desde las enseñanzas evangélicas incluso en una sociedad que se llama cristiana. ¡Cuánta oposición! ¡Cuánta crítica por ser idealista, y no acomodarse al estilo de vida vigente!
A pesar de todo merece la pena apostar fuerte por Jesús
Conscientes, eso sí, de nuestras debilidades y de las incoherencias que se nos pegan al ser dada nuestras limitaciones, también y sobre todo morales. “No os canséis y no perdáis el ánimo” dice el autor de la carta a los Hebreos en la segunda lectura. Y lo dice porque por ahí pasó Jesús en quien tenemos que “tener fijos los ojos”, como añade. Vivir el Evangelio o simplemente vivir con la dignidad propia del ser humano –que el Evangelio nos descubre- exige tensión en nuestro interior y en nuestras relaciones humanas. Abandonar la tensión es malgastar la vida. Es duro ese compromiso, pero no estamos solos si nos damos tiempo a contar con quien “inició y completa nuestra fe”, Jesús, “sentado ahora a la derecha del Padre”, -segunda lectura-, pero presente en nuestra historia personal.