Dic
Homilía III Domingo de Adviento
Año litúrgico 2013 - 2014 - (Ciclo A)
“ ¿Eres Tú el que tiene que venir? ”
Pautas para la homilía de hoy
Reflexión del Evangelio de hoy
Un relectura del Evangelio: ¿Eres Tú el que tiene que venir o tenemos que esperar a otro?
En el Evangelio de este III Domingo, encontramos al personaje clásico del Adviento: Juan el Bautista. Como su propio nombre indica, Juan, el Batista, ya no se encuentra bautizando en el Jordán, sino que, en este domingo, está encarcelado antes de que Salomé pida su cabeza a Herodes. A pesar de estar encarcelado, Herodes lo trataba con mucho respeto porque Juan era una persona con autoridad. Por esta razón, Juan el Bautista podía recibir visitas, en concreto de sus seguidores, los cuales le informaban de lo que estaba pasando fuera de la cárcel.
Juan, desconcertado por lo que le contaban sus seguidores sobre a quién había bautizado, los envía hacia Jesús con una objetivo claro: preguntarle si era o no era el Mesías. Esta pregunta de Juan el Bautista a Jesús encierra una duda; o dicho en otras palabras, hay algo en Jesús que a Juan el Bautista no le cuadra y que le provoca dudas.
Ahora bien, ¿qué es eso que hace o dice Jesús que no le convence a Juan el Bautista? ¿Cuáles son esas razones que tiene Juan el Bautista para dudar? El problema se encuentra en que Jesús está teniendo actitudes y posicionamientos que Juan nunca se habría esperado. La predicación y la creencia de Juan el Bautista era clara y se puede resumir en una frase: ¡Convertíos porque el Mesías está por llegar! Era una predicación dura, ascética, amenazante, que sacaba la luz las oscuridades de la sociedad y que pedía la conversión de los pecadores. El problema se genera en el contrate entre el contenido de la predicación de Juan el Bautista y el contenido de la predicación y acciones de Jesús. Este contraste es el que provoca el problema de fe, de dudas, de Juan el Bautista: ¿Eres el Mesías o no?.
Juan ha escuchado que Jesús no sólo no condena a los pecadores, sino que come con ellos y que, además, no tiene problema para reconocerse como amigo de los pecadores. Estas actitudes de Jesús no se corresponden con las actitudes que Juan el Bautista tenía en mente. Jesús no se corresponde con la imagen del Mesías de Juan. Por esta razón, Juan el Bautista envía a sus discípulos a preguntarle: ¿Eres tú o no, el Mesías? Esta es nuestra experiencia: la fe en Jesús tiene momentos de duda porque se meten en duda las certezas de nuestra vida. La actitud del Bautista no es de rechazo porque tambalean sus certezas, sino que quiere entender.
La respuesta de Jesús es la clave: ¡Vayan a contarle lo que ven! Y Jesús aclara a los discípulos de Juan el Bautista que es lo que tienen que contarle. Les da un elenco de 6 acciones que hace el Mesías según los libros proféticos. Si nos fijamos con atención, no viene puesta ninguna condena.
Lo importante es que los gestos de Jesús son interpretados como el cambio, el nacimiento de una mundo nuevo, de una nueva humanidad: los ciegos que antes caminaban en la oscuridad, ahora caminan en la luz hacia la meta divina. Los sordos que no son capaces de escuchar la Palabra de Dios, ahora escuchan la Palabra de Dios y se dejan guiar. Los leprosos que vivían separados, ahora caminan junto con nosotros. Los muertos que resucitan, es decir, todos aquellos que se abren al amor y al perdón, a la Nueva Noticia: ¡También para ti hay salvación! En resumidas cuentas, allí donde llega el Señor, la vida florece. Cuando tenemos dudas de fe, la respuesta es clara: miremos los hechos, nuestra vida. Cada uno de nosotros deberíamos releer y verificar lo que ha sucedido en nuestra vida, cuando nos hemos encontrado con el Señor. De esta manera, verificamos la Verdad de la Palabra de Dios. Hemos de releer nuestra vida a la luz del Evangelio.
Jesús termina diciendo: ¡Bienaventurado aquel que no se escandalice de mi! En otras palabras: ¡No te asustes de que el Mesías que has predicado no es cómo creías! Este es el escándalo: el Mesías de Juan no cuadra con Jesús: la bondad y la misericordia de Dios que se hace ver en Jesús es muy diferente de la idea del Mesías. No es un Dios que castiga a los malos y premia a los buenos, sino que acepta a todos.
Por tanto, quizás nuestra fe puede tropezar con nuestra comprensión personal del Evangelio. Está aquí la razón de la bienaventuranza: Felices aquellos que no se escandalicen de este nuevo rostro de Dios. El Baustista es el predicador del Adviento y, en este domingo, nos presenta su incomprensión de Jesús. Una incomprensión que nace de la resistencias que ponemos a cambiar nuestras certezas sobre la fe.
En este contexto se pueden dar un par de pautas homiléticas extraídas de la primera y segunda lectura:
- El Mesías: la paradoja de Dios establece la unión de los contrarios: la reconciliación (1ª lectura)
- La espera del Mesías: queja y paciencia. La queja causa de condena. La paciencia causa esperanza. (2ª lectura)