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Homilía IV Domingo de Cuaresma
Año litúrgico 2014 - 2015 - (Ciclo B)
“ El que hace la verdad, se acerca a la luz ”
Introducción
Cuaresma es el “tiempo de la misericordia”. Unas semanas para caer en la cuenta de la realidad que continuamente origina y da sentido a nuestra existencia humana: el amor de Dios revelado en Jesucristo. No es una divinidad alejada o apática, inventada por nuestros miedos sino Dios con nosotros y falsas apoyaturas sino Dios-con nosotros- que nos ama incondicionalmente hasta la muerte de cruz y hasta vencer a la muerte en con nuestra humanidad.
En el primer domingo de cuaresma la liturgia celebró a Jesucristo como nuevo Adán, humanidad realizada en el paraíso: en convivencia pacífica con los demás vivientes, pero “servido por ángeles”, es decir en intimidad con el Creador que es “Abba”, ternura infinita. En el segundo domingo la liturgia proclamó la fe de la comunidad cristiana que aún debe soportar los conflictos y crisis de la vida: Jesús tiene que enfrentarse con el sufrimiento y la muerte, los discípulos no lo entienden, “están dormidos”, pero en la transfiguración es confesado como el Hijo amado, con el vestido resplandeciente del Resucitado. En el tercer domingo el gesto profético de Jesús echando fuera del templo a los vendedores del templo que, con su lógica comercialista, prostituían el lugar de oración o atrio de los gentiles, sugirió que la liturgia cristiana no se reduce a prácticas religiosas sino que implica una conducta existencial para construir la fraternidad o reinado de Dios; un culto en espíritu y en verdad. Y en esa misma línea la Palabra en este domingo 4º de cuaresma da un paso más: hacer la verdad de Dios y la verdad del ser humano en la verdad del mundo.