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Homilía III Domingo de Cuaresma
Año litúrgico 2019 - 2020 - (Ciclo A)
“ Señor, dame esa agua ”
Comentario bíblico
de Fr. Gerardo Sánchez Mielgo - (1937-2019)
Primera lectura: (Éxodo 17,3-7)
Marco: Estamos en plena peregrinación por el desierto en el que se manifiesta a la vez la benignidad y la providencia de Dios y la murmuración y la protesta del pueblo ante las durezas que supone esta peregrinación. No se puede olvidar que la Palabra de Dios sale al encuentro de los verdaderos problemas de los hombres.
Reflexión
¡Un pueblo envuelto en graves dificultades protesta contra su Dios-Protector! Esta descripción breve y sucinta encaja perfectamente en la experiencia del desierto. La realidad humana es presentada sin adornos, con toda su crudeza. Esta actitud en el lenguaje de este libro entraña la protesta, el descontento, el enfrentamiento con el plan de Dios. El plan de Dios de llevarlos a la libertad en la posesión de la Tierra santa no es un plan bueno. La historia de la salvación está sembrada de estas actitudes. La murmuración manifiesta el rebrote permanente del primer enfrentamiento del hombre con Dios. Desde entonces la imagen de Dios en el pueblo ha sido deformada. El Dios Bueno y Misericordioso que le libera por pura iniciativa suya es rechazado insistentemente. En la dialéctica de la historia de la salvación corre el peligro de malograr el proyecto de Dios, porque Dios no impone, sino que ofrece gratuitamente. ¡Respuesta de Dios a los agrios interrogantes y reproches de su pueblo!"¿Nos ha hecho salir de Egipto para hacernos morir de sed a nosotros, a nuestros hijos y a nuestros ganados?". ¿Cuáles son los planes de Dios? estos interrogantes expresan dramáticamente la situación de las relaciones de un pueblo con su Dios: desconfía de su liberador. Así lo expresa la crudeza de las expresiones. Pero Dios que es fiel a su proyecto, lo llevará adelante contra todas las oposiciones y desconfianzas. Porque es Dios y no hombre. Así lo recuerda Oseas, algunos siglos después estos acontecimientos (1,7-9). Este pensamiento de Oseas, subraya con fuerza la trascendencia de Dios. Pero al revés que en otros textos más antiguos (Ex 19,2; 2Sm 6,6-8) o más recientes (Is 6,3), aquí se la despoja de todo carácter terrorífico y se expresa en términos de amor. La santidad divina se manifiesta por la misericordia que perdona, en tanto que el hombre, habitualmente, da libre curso a la ira. Y esta actitud de Dios se expresa en el "signo": les concede el agua que necesitan. La lectura termina afirmando que aquel lugar se llamó Massá y Meribá, por la reyerta de los hijos de Israel y porque habían tentado al Señor diciendo: ¿está o no está el Señor en medio de nosotros? El interrogante lo dice todo. No se puede expresar con mayor crudeza la actitud del pueblo que aparece siempre a lo largo de toda la historia de la salvación. Y las preguntas angustiosas de los hombres de todos los tiempos, incluido claro está el nuestro, presionados y urgidos por tantas necesidades y carencias provocadas por múltiples causas. De lo más profundo del corazón sangrante de la humanidad doliente surgen siempre imperiosas preguntas. La Palabra de Dios responde. Pero necesita la mediación de los creyentes que se comprometen en la humanización de nuestro mundo en todos los ámbitos.
Segunda lectura: (Romanos 5,1-2. 5-8).
Marco: Este fragmento se integra en el mismo contexto que la del primer domingo.
Reflexión
¡Una vez más se manifiesta la gratuidad de Dios!. Es una preocupación permanente de Pablo reflejar una y otra vez que Dios es gratuito. Que está abierto a la misericordia y al amor siempre. Y que esta gratuidad se manifiesta en el envío y la obra de Jesús su Hijo. Esta teología de la gratuidad de la elección de Dios tenía un interesante antecedente: la interpretación deuteronomista de los acontecimientos del Éxodo. Los teólogos deuteronomista insisten una y otra vez que Dios ha elegido a su pueblo y le ha ofrecido una alianza firme movido sólo por el amor a su pueblo y a sus antepasados. Esta teología la recoge Pablo y la traduce y centra en Jesucristo. El es definitivamente la expresión de la gratuidad de la oferta de Dios. Pienso que se debe insistir firmemente en este aspecto de gratuidad. En el marco de la lectura se insiste en términos como estos: "nos gloriamos hasta en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación engendra la paciencia; la paciencia, virtud probada; la virtud probada, esperanza y la esperanza no defrauda" (Rm 5,3-5). Tanto en la peregrinación por el desierto (primera lectura) como en la experiencia cristiana, la gratuidad de Dios debe encontrar una respuesta firme por parte del hombre. El sentido de camino y de marcha que tiene la vida cristiana se encuentra con graves dificultades y sufrimientos. Pero todo está orientado a la madurez en la esperanza. Y de nuevo el tema del amor de Dios que garantiza la esperanza. ¡La presencia de Jesús en la historia, argumento irrefutable del amor de Dios! La prueba definitiva del amor de Dios, la prueba de que Dios nos toma en serio, es que ha enviado a su propio Hijo. Jesús, siendo enemigos, da la vida por todos. Y esta prueba es irrefutable. La historia de la salvación ha sido una pedagogía utilizada por Dios. Esta pedagogía de Dios culmina en la vida y la obra de Jesús.
Evangelio : (Juan 4,5-42).
Marco: El fragmento forma parte de un conjunto (Jn 2-4) con un tema común, a saber, que con Jesús todo comienza de nuevo: re-nacimiento por el agua y el Espíritu (Jn 3) y una nueva relación de los hombres con Dios en Espíritu y verdad, es decir, universal y para todos los hombres (Jn 4).
Reflexión
¡La oferta del agua viva que el hombre necesita!
La samaritana viene a sacar agua al pozo de Jacob. El pozo contiene agua viva, porque no es de cisterna sino de manantial. El diálogo entre Jesús y la samaritana se desarrolla a partir de un estilo peculiar de Juan: el malentendido. El tema es el agua viva. La samaritana persiste en pensar en el agua del pozo y Jesús la quiere conducir pedagógicamente a otro mundo de realidades. Y esta realidad que le promete es doble: Jesús mismo es la fuente de agua viva (Sabiduría) y fuente de vida para ofrecer a los hombres su verdadera significación y sentido. Y también es agua viva el Don que es el Espíritu Santo. La samaritana no acaba de entender. La revelación de Jesús se dirige a dar sentido a la existencia del hombre. ¡El verdadero culto desde la intimidad del hombre guiado por el Espíritu! Ante la incomprensión de la samaritana, Jesús le indica que vaya a llamar a su marido. El evangelista, que piensa en arameo aunque escriba en griego, juega con el término "marido" (ba`al) que se utilizaba antiguamente para indicar también a los "dioses falsos" (be`alim significa esposo y el dios Ba´ál). Y ahí radica el dramatismo y el contraste de las expresiones: Samaría adora a cinco dioses falsos y al que adora ahora no es el verdadero. Se sintetiza toda una etapa de la historia de la salvación. Juan recuerda la teología de Oseas y la experiencia de salvación del pueblo de Israel. Una llamada a la fidelidad sincera con el verdadero Dios. ¡Jesús es el Profeta que conoce la intimidad humana! La samaritana se asombra. No está dialogando con un simple judío, frente al que siente escrúpulos como mujer y como samaritana, sino que es un profeta. Y en su pueblo se espera a un profeta semejante a Moisés. ¿Dónde hay que adorar al verdadero Dios? Y se esperaba que el profeta zanjase con autoridad divina esta cuestión y Jesús lo hace llevándola a otro campo de reflexión. ¡Credibilidad del testimonio que conduce a Jesús! El resto de la lectura plantea un serio problema que se podría sintetizar en este interrogante que se hacían los creyentes a finales del s.I: ¿cómo se encuentra el creyente con Jesús?, ¿cómo tienen acceso a ese encuentro? Los samaritanos, apoyados en el testimonio de la samaritana, corren al encuentro del profeta a quien pueden escuchar. El testimonio de la samaritana era necesario, pero ha cumplido ya su misión: encontrarse personalmente con el profeta que accede a permanecer con ellos dos días. La escucha de la palabra de Jesús les impulsa a confesarle como “Salvador del mundo.
El relato, altamente dramático, comienza reconociendo que Jesús comparte nuestra debilidad en todo menos en el pecado, se desarrolla en un encuentro delicado y profundo con nuestra situación humana (simbolizada en la samaritana) y culmina ofreciendo una gran seguridad a los hombres de todos los tiempos abriendo puertas y rompiendo todas las fronteras de división porque el Dios que le ha enviado es el Padre de todos los hombres. Los samaritanos reconocen en él al Salvador de todo el mundo.