Ago
Homilía La Asunción de la Virgen María
Año litúrgico 2022 - 2023 - (Ciclo A)
“ Se alegra mi espíritu en Dios ”
Pautas para la homilía de hoy
Evangelio de hoy en audio
Reflexión del Evangelio de hoy
Esta fiesta de la Asunción de la Virgen nos hace redescubrir y afianzar nuestra vocación cristiana. Somos ciudadanos de este mundo, empeñados y comprometidos en hacer realidad el Reino de Dios, pero aspiramos a vivir su plenitud en la casa del Padre.
La Resurrección de Jesucristo nos afecta a cada uno de los creyentes. El cristiano es otro cristo. Con el Señor hemos resucitado todos. Aspiramos a llegar a la meta, al encuentro definitivo con Dios.
María es para nosotros los creyentes un verdadero modelo de seguimiento de Jesús. Ella, la llena de gracia, que espera el nacimiento de su hijo no se cierra en sí misma, sino que abre los ojos y el corazón a las necesidades de los demás. Como vemos hoy en el Evangelio, se pone en camino a prisa con los brazos abiertos para ayudar a quien le necesita. Su actitud es una actitud generosa de servicio.
En el encuentro de María e Isabel hay una complicidad especial. Ambas están viviendo una experiencia extraordinaria, una experiencia de fe. Cada una de ellas siente un profundo agradecimiento a Dios. Isabel era estéril y la acción del Espíritu Santo la ha hecho fecunda. María es Virgen y la acción del Espíritu Santo ha hecho posible que se esté gestando en sus entrañas al Hijo de Dios.
Por eso existe una complicidad especial entre ellas. En su proceso vital es maravillosa la acción de Dios. Ellas lo saben y se sienten amadas de un modo especial por Dios. Han sido escogidas para hacer posible la llegada al mundo de la salvación. Isabel dará a luz a la Voz y María dará a luz a la Palabra. Por eso, Isabel al escuchar el saludo de María, se le remueve las entrañas y el hijo que hay en ella salta de gozo en su seno.
Isabel saluda a María con una bendición “Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre” y reconoce su pequeñez y la grandeza de María. Alaba la fe de María y le llama dichosa por haber creído la promesa de Dios.
En este ambiente tan entrañable, Lucas pone en boca de María el canto del Magníficat, que está en perfecta sintonía con las Bienaventuranzas de Jesús. Ambas dejan clara la opción del Dios misericordioso por los sencillos, los pobres y los desfavorecidos de este mundo.
La solemnidad de la Asunción de María hace referencia a la Resurrección de Jesucristo. Su victoria sobre la muerte es también la victoria de cada uno de los creyentes. Nosotros en el bautismo hemos muerto y resucitado con Él. La primera que sigue a Jesús es sin duda María. Por eso la Iglesia entera cree que siguiendo los pasos de Jesús está para siempre junto a Dios en el Reino.
A nosotros esta fiesta nos recuerda cual es nuestra meta. Somos ciudadanos del cielo. Nuestra vida no se acaba aquí. Superada nuestra condición mortal, esperamos llegar a la plenitud. Allí donde está Jesús, con María, esperamos estar también nosotros. No se trata de querer saber el cómo ni el cuándo. Lo importante es fiarnos plenamente de Jesús y dejar a Dios ser Dios.
Para la Orden de Predicadores, los Dominicos, esta fiesta de María nos recuerda los comienzos de la gran obra de Santo Domingo de Guzmán. Con una gran generosidad y con verdadero espíritu de servicio, los primeros hermanos son enviados a recorrer los caminos de Europa para anunciar el Evangelio y fundar comunidades de predicación. A Santo Domingo le mueve la confianza plena en Dios y en convencimiento de que el trigo que se amontona corre el riesgo de pudrirse y si se esparce puede fructificar.
Hoy sigue siendo de vital importancia recuperar y mantener el espíritu de Santo Domingo, buscando nuevos caminos para anunciar a Jesucristo y la Buena Noticia del Evangelio en nuestro mundo de hoy.
¿Te ayuda la devoción a la Virgen María a ser mejor seguidor de Jesús y a vivir cada día el Evangelio con una actitud de servicio a los demás? ¿Tienes clara la dimensión trascendente de la vida? ¿Aspiras a llegar a la meta que Dios nos tiene preparada a cada uno? ¿Temes a la muerte, o es para ti el encuentro feliz y definitivo con Dios, Padre Misericordioso?