Ago
Homilía La Asunción de la Virgen María
Año litúrgico 2023 - 2024 - (Ciclo B)
“ Bendita tú entre las mujeres ”
Pautas para la homilía de hoy
Evangelio de hoy en audio
Reflexión del Evangelio de hoy
¿Qué imagen ofrecemos como humanidad si nos contemplamos en este primer cuarto del siglo XXI?... Con el riesgo de simplificar, y juzgando los hechos percibidos a primera vista en la escala global… no ofrecemos un cuadro muy bonito. Resuenan las palabras del Papa Francisco en su Momento de oración durante la pandemia: «estamos en la misma barca, …todos llamados a remar juntos, todos necesitados de confortarnos mutuamente»…
Lamentablemente, las noticias que recibimos del mundo no parecen reflejar esta invitación… Por el contrario, la falta de un horizonte de esperanza común provoca notablemente la tentación del individualismo… Si no hay nada seguro hacia adelante: ¡que cada uno busque salvarse por su cuenta!
En este marco, la Asunción de María se vuelve una ventana abierta que Dios nos ofrece para ayudarnos a transitar esta coyuntura … Veamos porqué:
María “se anticipa” a la resurrección de los demás
Ya antes de la definición del dogma de la Asunción por Pio XII, en 1950 (cf. Munificentissimus Deus), la tradición teológica afirmaba este privilegio concedido a la Virgen María: el haber recibido una resurrección anticipada y de estar en la Gloria con su cuerpo (san Agustín y santo Tomás de Aquino, entre otros).
Sin embargo, lo que pareciera ser un regalo personal (algo que condice con su dignidad única como Madre de Dios) se vuelve, en realidad, una prenda de lo que se ofrece para todos: la asunción de María es como un espejo en el que toda la Iglesia se refleja, es lo que estamos invitados a vivir, pues María es imagen de la Iglesia y el comienzo de su plenitud futura.
Frente a la desazón que puede suscitar ver nuestra humanidad tan trabada para la paz y la justicia, la glorificación de María nos despierta la esperanza y nos consuela: la humanidad está abierta a Dios y Dios hace nuevas todas las cosas… En María toda la Humanidad es esa Hija bella de quien Dios está prendado (cf. Sal 44)… ¿Cómo no llenarse de esperanza cuando «una hermana de nuestra raza» ya goza de su humanidad nueva? ¿No es, acaso, una «prueba» fehaciente de que otro mundo, otra humanidad ya están siendo posibles?
El camino para ser “levantados”
Es clara la diferencia entre la Ascensión y la Asunción. Jesús Resucitado asciende al Padre por su propia gloria. María, en cambio, es levantada, pues Dios es quien «eleva a los humildes». Ahora bien, si Ella es nuestro espejo como Iglesia: ¿cuál es el camino de elevación que ella recorrió y nos invita a recorrer?
El Evangelio de la liturgia de hoy nos lo muestra. Ella, poniéndose al servicio de los demás, abajándose y poniendo en el centro la obra que Dios realiza, vinculándose «desde las entrañas» sin pretender figurar de estrella…al final… es la proclamada dichosa, es en quien Dios realiza grandezas, es, en definitiva ,“levantada» por Dios.
Como en ese juego de plaza infantil en el que dos niños se suben a extremos opuestos de una vara y cuando uno baja el otro sube… Así es la dinámica que María nos enseña: ella se abaja para ensalzar a Dios, y en el abajamiento de Dios, ella queda elevada… ¿Cómo recorrer sus caminos de abajamiento?
«Entre las persecuciones del mundo y los consuelos de Dios»
Esta frase, que el Concilio Vaticano II (LG 8) cita de san Agustín, refleja muy bien la primera lectura de la liturgia de hoy. Pues, si bien en el Apocalipsis, María es esa «mujer vestida de sol, la luna por pedestal, coronada con doce estrellas» (Ap 12,1), es también figura de la Iglesia que da a luz y es perseguida por el Dragón y es resguardada por Dios en el desierto.
Sin asumir como Iglesia una posición victimista –otras son las reales víctimas en el mundo– debemos reconocer que si elegimos el camino del abajamiento recorrido por María, no faltarán las persecuciones… Sin embargo, la gloria de María en su humanidad plena nos afirma en la esperanza, nos confirma que, en Cristo Resucitado, la Vida «puede más» y, por eso, la muerte será un enemigo definitivamente aniquilado (cf.1 Co 15, 26)…aunque por el momento parezca ufanarse de sus conquistas…
En fin, María asunta «en cuerpo y alma al cielo», humanidad adelantada en su final nos señala el camino que la llevó a la Gloria, que no es otro que el de su Hijo… el compromiso de la entrega de amor. Ella, la primera discípula, nos alienta y consuela: la esperanza de la humanidad ¡ya está alcanzada! No nos quedemos atrás…