Jul
Homilía XVI Domingo del tiempo ordinario
Año litúrgico 2015 - 2016 - (Ciclo C)
“ María ha escogido la parte mejor ”
Pautas para la homilía de hoy
Reflexión del Evangelio de hoy
Entre la acción y la contemplación
Respondiendo a las inquietudes teológicas de una época, en no pocas ocasiones el episodio del encuentro del Señor con Marta y María ha sido utilizado para ilustrar un pretendido antagonismo entre la dimensión contemplativa de la fe -el estar sentados a los pies del Señor- y la praxis evangélica, concretada en el servicio. Más aún, a afirmar una pretendida superioridad de la primera sobre la segunda.
Hoy sería más adecuado entender las palabras de Jesús como una propuesta de integración de estas dos dimensiones imprescindibles en una vida creyente que quiera denominarse plena.
Colocados a la escucha de la Palabra de Dios, lejos de desentendernos de la realidad, descubrimos que “los gozos y las esperanzas, las tristezas y las angustias de los hombres de nuestro tiempo, sobre todo de los pobres y de cuantos sufren, son a la vez gozos y esperanzas, tristezas y angustias de los discípulos de Cristo” (GS, 1)
Del mismo modo, toda actitud de servicio, toda praxis diaconal que se entienda a sí misma como cristiana, no puede más que proceder de la intimidad con el Maestro, en cuyas palabras escuchamos también el clamor de nuestros hermanos.
Esa disposición a la escucha es condición necesaria de una contemplación que ha de verificarse en la calidad de nuestro empeño en la construcción de relaciones fraternas basadas en la justicia.
En clave de mujer
Una vez más, el evangelista Lucas nos muestra el contacto de Jesús con distintas mujeres en su condición de verdaderas discípulas. En esta ocasión María, a los pies del Señor siguiendo la tradición rabínica del discípulo, atenta a recibir la enseñanza del maestro.
Justamente en ese gesto radica la novedad de la actitud de Jesús (y acaso también el origen del reproche a Marta). La mujer ha de dejar de ser únicamente entendida como quien ha de estar presta a satisfacer las necesidades de otros, su valor no es instrumental, sino que su dignidad es reconocida en igualdad con el resto de los discípulos. También a ellas se les ofrece el contacto cercano con el Señor, también para ellas está reservada la mejor parte.
Únicamente, cuando a ejemplo de Jesús, nuestras comunidades cristianas sepan avanzar en este camino del reconocimiento en igualdad y dignidad de las mujeres podremos afirmar con el Apóstol que estamos anunciando el mensaje completo, para que todos lleguen a la madurez de la vida en Cristo.
La acogida como imperativo
En un tiempo como el actual en que distintas tensiones sociales parecen poner en entredicho el valor de la acogida, conviene subrayar y poner en valor la tradición bíblica de la hospitalidad a la que hoy nos remiten las lecturas. Las actitudes de Abrahán, Marta y María se nos presentan como modelo.
El Señor llega a nuestra puerta y, como Abrahán, habremos de descubrirle en el rostro de los hermanos. En nuestro entorno y en nuestros tiempos, acaso en los rostros de la innumerable masa de personas, refugiadas, inmigrantes que apelan a nuestra sensibilidad humana y creyente en busca del reconocimiento de sus necesidades y de su dignidad.
Quizás sean ellos también para nosotros esos mensajeros de Dios, cuya atención y acogida nos anuncie –como a Sara – el tiempo nuevo de una humanidad fecunda.