Dom
19
Feb
2023

Homilía VII Domingo del tiempo ordinario

Año litúrgico 2022 - 2023 - (Ciclo A)

Amad a vuestros enemigos

Pautas para la homilía de hoy


Evangelio de hoy en audio

Reflexión del Evangelio de hoy

Ser Santos

Sed santos es el imperativo, que Dios exige al pueblo de Israel a través de Moisés. Dios pretende que su pueblo imite su bondad, porque Él es Santo, y adoptar como modo de vida esa actitud en el comportamiento con los demás.

El código de santidad del que habla el Levítico no es algo inalcanzable a nuestras vidas, donde pareciera que solamente está reservado a unos pocos elegidos. Tampoco es un comportamiento del pasado o trasnochado, propio de otras épocas distintas a las actuales.

Hoy más que nunca estamos necesitados de vivir una santidad auténtica, comenzando por nosotros mismos. Al acoger el amor de Dios, como don, adoptamos un tipo de vida espiritual, que trasciende hacia los otros.

A la vez cuando uno experimenta la bondad de Dios en su vida, se siente llamado a compartir con los demás ese don. La santidad está orientada a formar comunidad, a suscitar encuentros, a practicar la justicia y solidaridad con nuestros semejantes, con nuestros próximos.

Hacer el bien, y buscar lo mejor para nuestro mundo, es hacer realidad la santidad de Dios, no solo preocupándonos de los que están cerca de nosotros. Sino también para los que son distantes a mí, y desde ahí tener una perspectiva más amplia, buscando y creando espacios de acogida, de encuentros con los distintos, este es el principal mensaje de Dios.

Comunidad unida

Pablo en su comunidad de Corintio pone de manifiesto el Evangelio de Cristo que se entrega por nosotros. El modelo a seguir debe ser el de la humildad, la sencillez, porque de nada sirve la soberbia, el sentirse sabio, por encima de los demás.

El nuevo templo es Cristo y ahí participamos todos de su amor, especialmente los más humildes, los que no cuentan, los que están al margen de todo.

Los fundamentos de su comunidad, y de la Iglesia deben orientarse hacia los últimos y olvidados. Por tanto no hacemos una lucha por el poder, de quien es el más importante, creando división. La enseñanza de  San Pablo es entregar nuestra vida a la misión que nos llama Jesús, sin enfrentamientos, procurando el bien de todos sus miembros de la comunidad,  porque compartimos una misma fe y un mismo sentir.

Amar hasta el extremo

El Evangelio de este domingo, pertenece al discurso de Jesús al comienzo de su ministerio público en Galilea. Jesús quiere enseñar a sus discípulos como deben comportarse con los demás, comenzando por las Bienaventuranzas. Les plantea una nueva justicia, que supera a la antigua, para vivir radicalmente en el amor de Dios.

Frente a la ley del Talión en la que permite la venganza ante un agravio, Jesús les pide no responder de la misma manera. Al contrario la propuesta va a ser la de amar a los enemigos. Esta nueva forma de enseñar, deja a sus discípulos desconcertados, pues lo más lógico es vengarse de quien ultraja. Y no solo a ellos, también este programa de vida, sigue cuestionando nuestro modo de ser cristiano.

Ante las diversas formas de mal que hay en el mundo, la alternativa que nos enseña Jesús, es a amarnos, sacar lo mejor de nosotros mismos. El ejemplo es el amor de Dios que se nos da, y que se pone de manifiesto con la encarnación de Jesús, como hijo de Dios.

Por ello no nos podemos conformar con el mal que hacen unos cuantos, quejándonos que el mundo anda fatal. Debemos ofrecer una alternativa que emana del Evangelio de Jesús, y es hacer de nuestra vida una entrega hacia el bien.

Si ante cualquier situación de maldad que contemplamos cada día, respondemos del mismo modo, no tendremos ningún mérito. Más bien estamos haciendo lo mismo, y por tanto reproducimos el mal una y otra vez, como pescadilla que se muerde la cola.

Presentar la otra mejilla es responder al mal con el bien, y así podremos romper cadenas de violencia, injusticias, enfrentamientos, etc.….que sacan lo peor del ser humano. Buscar lo bueno es una nueva forma de ser persona que nos ofrece Dios, afrontando el mal con las armas del amor, de la verdad, del diálogo y del encuentro.

El amor a los enemigos es la centralidad del mensaje de Cristo, para vivirlo con radicalidad e integridad, sin estrategias de poder económico, político o mediático. Es un don de Dios, que lo experimentamos con su bondad, y su misericordia. Es un proceso que debemos recorrerlo con normalidad, sin hacer gala de ello, y sin grandes ruidos o estridencias. Hacerlo vida de cada día, con pequeñas cosas y detalles, que en definitiva es lo que va constituyendo nuestro itinerario de fe.