Dom
19
Jun
2016

Homilía XII Domingo del tiempo ordinario

Año litúrgico 2015 - 2016 - (Ciclo C)

Ustedes, ¿quién dicen que soy?

Pautas para la homilía de hoy

Reflexión del Evangelio de hoy

  •  Asumir la pregunta

No hay seguimiento posible de Jesucristo sin antes afrontar la pregunta sobre su identidad. El paso del nivel formal al nivel existencial de la pregunta está marcado por la experiencia del encuentro y de la intimidad con Él. Evadir esta pregunta y sus consecuencias podría convertir a una persona en un fundamentalista o un fanático.

Jesús mismo, en un contexto de oración e intimidad con los suyos, dirige la pregunta sobre su identidad. La experiencia de Jesús que tienen “la gente” y “los discípulos” se revelan en dos niveles de respuesta: uno formal y otro existencial.

El nivel formal representa las expectativas de quienes esperan un mesías que solucione las problemáticas sociales, religiosas y políticas de Israel. En este sentido, podría pensarse que el pueblo esperaba un mesías “práctico y eficaz”. Sin embargo, aunque este aspecto es importante, no es suficiente para dar consistencia a una confesión de fe.

El nivel existencial, de profundidad, que Jesús busca en los suyos, nace de la revelación y se traduce, en labios de Pedro, en una confesión en el misterio personal del Hijo como Mesías. La revelación necesita de un espacio de intimidad que permita acoger el misterio con el corazón y la inteligencia.

  • Asumir la respuesta

El acento de la confesión mesiánica está puesto en el conocimiento interpersonal y el vínculo de amistad de Jesús con los suyos como fundamento de su acción evangelizadora como Mesías.

La revelación de la identidad filial y mesiánica de Jesús, lejos de perfilar un ministerio triunfalista, invita a considerar el horizonte kenótico del mismo. Para Jesús, ser mesías no conlleva ni el reconocimiento ni la aceptación por parte de los estamentos religiosos y cultuales de su tiempo.

Este anticipo del talante kenótico de su horizonte ministerial deberá ayudar a ahondar en los suyos las motivaciones más profundas de su seguimiento. No se trata de seguir a un líder carismático ni a un profeta triunfante, sino a un Hombre que será abrazado por el misterio del sufrimiento y de la pascua.

  •  Asumir el seguimiento

Todo verdadero seguimiento de Jesús implica no sólo haber asumido la pregunta sino también las consecuencias de la respuesta. Todo horizonte existencial se amplía cuando se clarifica la identidad y las exigencias de Quien se sigue.

Para los suyos, el seguimiento implica la renuncia y la cruz. Renuncia, en primer lugar, a todas aquellas realidades que se oponen al camino trazado por el Maestro, es decir, a la autorreferencialidad y al exitismo. En segundo lugar, renuncia a toda forma de mesianismo abstracto que no pueda abrazar radicalmente lo humano.

La cruz implica desposesión de toda seguridad, pero también conlleva una actitud de abandono radical en las manos de Aquel que nos ha llamado a seguirlo. “La cruz de cada día” no presenta nada extraordinario. Habla de aquellas realidades simples y cotidianas que revelan el misterio del dolor y el sufrimiento humano. Pero también puede ser un camino de liberación pascual cuando el ser humano, como Jesús, es abrazado por ella.