Ene
Homilía II Domingo de Navidad
“ Acampó entre nosotros ”
Introducción
Para la preparación de la homilía nos haremos tres preguntas, desde las indicaciones ofrecidas por la Exhortación Apostólica Dei Verbum del Papa Benedicto XVI. ¿Qué dice la Palabra de Dios en este día? ¿Qué me dice? ¿Qué puedo decir a los oyentes?
En este segundo domingo de Navidad los textos bíblicos nos dicen:
- La Sabiduría habla por medio de los profetas en la primera lectura.
- El apóstol san Pablo, en la segunda lectura, nos recuerda que cuando el Hijo de Dios se hace hombre el hombre puede acceder a la filiación divina, por medio de la gracia de la adopción.
- El Evangelio prolonga la meditación de la encarnación con el que el Verbo de Dios propone su presencia entre nosotros: Acampó entre nosotros.
Diversos modos de hacerse presente:
"En el tabernáculo del vientre de María habitó Cristo durante nueve meses;
hasta el fin del mundo, vivirá en el tabernáculo de la fe de la Iglesia;
y, por los siglos de los siglos, morará en el conocimiento y en el amor del alma fiel”.
(Beato Isaac, abad del monasterio de Stella)
“La totalidad de los creyentes engendrados en la fuente bautismal...
son co-engendrados con él en este nacimiento; por eso al adorar el nacimiento
de nuestro salvador celebramos nuestra misma generación”
(San León Magno)
El nacimiento del Hijo de Dios, que viene a vivir según la condición humana inaugura el nacimiento de todos los hombres a la vida de hijos de Dios. Esta es la vida nueva, auténtico nacimiento y regalo que nos ha hecho Jesús con su nacimiento. Junto con el nacimiento de Cristo la Iglesia celebra el suyo y el de todos los cristianos. No somos espectadores de un acontecimiento ocurrido hace dos mil años, sino que hemos de vivirlo tomando parte en él, como miembros del cuerpo místico, en el mundo.
Desde tal planteamiento universal y profundo podemos intuir nuestro crecimiento y desarrollo humano, acompañado de nuestros padres, educadores y ambiente, y a su lado el desarrollo o crecimiento en Cristo, o de Cristo en nosotros. Crecimiento como hijos de Dios, con la misma y única persona e identidad sobrenaturalizada, al correr de los días y con las variadas circunstancias, acontecimientos y rasgos temperamentales, tentaciones y fidelidad.
De esta manera descubrimos al Espíritu de Dios, mediante Cristo, como salvación liberadora acompañando nuestro proceso de crecimiento, de conocimiento, de amor y desamor; nos ayuda a crecer dócilmente en la relación íntima con Dios, en alabanza a ese Dios que es todo amor. Y a su lado nos deja la libertad capaz de responder en fidelidad continuada o/y desoír su llamada, al decir de san Juan: “vino a los suyos y los suyos no lo recibieron”.