Homilía Corpus Christi

Introducción

No entro a recordar la gran tradición del Corpus Christi que todos conocemos tan bien.

Entro, perdonad, golpeado por el horror: “Bendito sea el Dios altísimo que ha entregado a tus enemigos a tus manos”.

Nuestros exégetas comentan el texto. Tengámoslo en cuenta para preparar una homilía adecuada. Pero hoy el alma me exige una palabra directa e inmediata.

No quiero ese texto. No es así. ¿Enemigos? ¿Qué enemigos? ¿Quiénes son mis enemigos? El Cuerpo de Cristo es amistad. Sólo amistad. Sólo una ofrenda, sin tregua y sin reserva. Sin distingos.

¿Cuál es la mejor vibración de nuestro espíritu? ¿Qué se nos viene encima sin remedio? No tenemos salida. Al fin nos queda un camino único: ama al enemigo, da la vida por cualquiera, ofrécete, tú mismo, sin más. Es nuestra verdad, la última, la más simple.