Jun
Homilía Corpus Christi
Año litúrgico 2012 - 2013 - (Ciclo C)
“ Haced esto en memoria mía ”
Pautas para la homilía de hoy
Reflexión del Evangelio de hoy
Conviene recordar la gran tradición del Corpus Christie. Hace bien a los fieles y nos trae a la vista símbolos, catequesis, creencias populares, tan dignas de respeto y que facilitan expresar nuestra fe en el Cuerpo y la Sangre de Cristo, entregados por nosotros.
Hoy, sin embargo, permitidme que vaya directamente a lo esencial. A lo más sencillo.
¿Qué vivo, qué celebro? Es la Cena del Señor. Es esta comunidad cristiana, reunida, hoy, aquí, que recuerda, que revive, la entrega entera de la vida de Jesús, el Señor. La entrega de Su vida por cada ser humano que viene a este mundo. Desde luego, no le engañaron ni con las preferentes ni con las contabilidades.
¿Qué vivo? ¿Qué celebro? Comparto el pan. Comparto la copa. Vivo, vivimos la muerte de Cristo. La celebramos, la hacemos nuestra, es nuestra muerte. Su muerte, su ofrenda, es también nuestro ir muriendo y nuestro ir entregándonos… Hasta que vuelva. Pero, por favor, vuelve. Vuelve. ¿Sabes cuánto te necesitamos? Entre tanto, vamos a hacer que hayas vuelto un trocito, aunque sólo sea un trocito, este día que pasa. Jesús, mi hermano, mi Dios, estás presente en este mismo instante que vivimos.
¿Qué vivo? ¿Qué celebro? Este Jesús, Señor, Salvador, vuelve. Volverá. Enjugará cada lágrima, recreará una humanidad desfigurada, la hará nueva. Cada rostro doliente y roto, será un rostro glorioso. Si no, ¿qué sería de nosotros?
¿Qué vivo? ¿Qué celebro? Estoy diciendo a Jesús: Señor, en comunidad, estamos juntos, Le digo, le decimos: ven, Ven…, y me paro un momento: cuando le digo, cuando le decimos, ven, aquí, decir es hacer, puro dar. Sin más. Lo decisivo es dar, sin más, compartir sin guardar nada. Dar aquello que Él me está dando en este instante mismo. Lo decisivo es hacer, en el nombre del Señor. Haz. Punto.
La Eucaristía es palabra, celebración, es recuerdo, es presencia. Es hacer. Este es mi cuerpo… lo doy. Sin ahorro y sin reserva. Celebramos la Eucaristía, identificados con Cristo. ¿Quiénes somos? ¿Quién soy? También trozos de pan que se comparten.
También te busco en la soledad. Ya lo sé: hay tantos y tantos momentos de soledad desabrida y seca. Cuantas veces sentimos el vacío y la deriva de la vida y de las cosas. Pero también es verdad que hay una soledad serena, tan llena por dentro. ¿El Cuerpo de Cristo? También te necesito, guardado en el silencio. Necesito vivir hacia adentro. Delante del Sagrario. O en un encuentro con hermanos. O viendo pasar y pasar a tanta gente apresurada: ¿qué sentirán?, ¿qué amor les sostiene?, ¿cómo llevan su familia adelante?, ¿están sufriendo?
Necesito encontrar esa mirada de dentro que se deja acariciar en la fuente de donde nace la vida. Necesito encontrar esa mirada que, sin palabras, sólo deja abrazarse por la Cruz de Cristo. Necesito encontrar en mí, una mirada mía verdadera, que abrace a todos, dándoles lo que Jesús, único, mi Salvador, me da ahora mismo.
Bendito Cuerpo de Cristo. Apodérate de mí, Tú, desnudo, pobre y crucificado. Viviente.