Ago
Homilía XVIII Domingo del tiempo ordinario
Año litúrgico 2014 - 2015 - (Ciclo B)
“ ¿Qué debemos hacer? ”
Pautas para la homilía de hoy
Reflexión del Evangelio de hoy
“Nos habéis traído a este desierto para hacer morir de hambre a toda la muchedumbre” (Ex.16, 2)
Los hebreos sufrieron mucho en Egipto, ciertamente, cuando dejaron de tener un faraón adicto, pero aun las situaciones difíciles llegan a ser un “hábitat” tolerable, frente a lo diariamente imprevisto de un caminar por el desierto sin provisiones parecidas a las acostumbradas y dando vueltas y más vueltas en dirección a un punto que no distaba de Egipto cuarenta años de camino. En la medida que el tiempo pasaba, todavía era más duro no protestar, sin divisar todavía la tierra prometida.
¿Qué es esto?, decían ante el maná. Ese pan, aun siendo conseguido por un milagro, tampoco alivió sus expectativas.
“No viváis como viven los no creyentes, vacíos de pensamiento” (Ef. 4, 17-21)
Pablo, en la segunda lectura, nos contesta. No es posible vivir un credo religioso compaginándolo con un paganismo práctico. Hoy día encontramos más coherente vivir a lo pagano, sin ninguna religión, que “cumplir” con algunos mandamientos de Dios y hasta preceptos de la Iglesia, e incumplir sistemáticamente otros tanto o más importantes, creyendo además que cumplimos con la legislación estatal.
Los hebreos, se consideraban pueblo elegido, pero la práctica de la fidelidad a Yaveh era ritual externo, no adhesión filial del corazón, vistos los prodigios que sucesivamente hizo su Dios para sacarlos de Egipto.
Por eso preferían volver donde antes estaban menos mal que ahora, según expresaban.
“¿Qué debemos hacer?” (Jn. 6,28)
El Evangelio nos habla de la multitud que busca a Jesús y a la que Él señala la razón íntima de su búsqueda: El pan abundante que sació a todos de manera prodigiosa, mientras le escuchaban. Les dice que han de buscar no el pan material sino el Pan de su Palabra que sacia y da vida eterna. Sin entender del todo –y menos aun lo que en otros versículos dice de que, además, han de comerlo- preguntan: ¿Qué hemos de hacer? La respuesta es de una gran sencillez y a la vez muy complicada para aquellas sensibilidades tan primitivas: que creais en aquel que Dios ha enviado.
En efecto, no han entendido: “¿Y qué señal haces para que te creamos?” A la sazón ya les había dado bastantes señales prodigiosas sobre quién era Él. Como leemos en el Éxodo, habían visto signos impresionantes, pero su corazón no estaba adherido al que se los proporcionaba. Ya dice el salmo 73 : “Mi bien está en apegarme al Señor, en poner en Él mi confianza”.
Saber esperar, con fe, la propia evolución.
De nuevo la segunda lectura, de Efesios, nos dice en 2,8, “…eso ya no procede de vosotros, es don de Dios” . Aun llegando a comprender el mensaje de Jesús, y siguiendo el consejo del apóstol, de desterrar las prácticas paganas, y renacer a una vida nueva, la que el Bautismo nos regaló, necesitamos de una fuerza superior, la del Espíritu de Dios. De ahí que lo que procede es orar, suplicar, al Espíritu de Jesús que nos dé la fe en Él, que nos haga aceptarle y seguirle frente a los arduos desiertos de la vida.
Eso requiere la humildad de reconocer que tan gran don se ha de ir acomodando progresivamente a nuestra escasa capacidad para recibirlo. Todo tiene su propia evolución, tanto en la narración del Éxodo, que supuso 40 años para ponerse en condiciones de entrar en la tierra prometida con fe en el que les guiaba, como en el momento actual, en que hemos llenado la vida de aditamentos que estorban la adhesión incondicional a Jesús.
En estos momentos de técnica y logros científicos impresionantes, no olvidemos los siglos de esfuerzo e investigación que precedieron a lo que hoy está al alcance de cualquiera. Tan solo desde la Edad Media, veamos, en lo material:
Siglos XIII y XIV: Roger Bacon inventa los lentes y Redi desarrolla la corrección óptica y se comercializan lentes. Simultáneamente Cai Lun inventa el papel y Gutenberg la imprenta.
Siglo XV: John von Neumann inicia los fundamentos de la computadora, abriendo más horizontes Charles Babbage en el siglo XIX. Hasta que en 1947 se fabrica la primera en USA.
Siglo XVIII: El submarino, demostrando cómo se puede vivir sumergido.
Siglo XIX: Otros científicos nos hacen posible la radio, el teléfono, el primer ferrocarril, el primer barco de propulsión a vapor, la radiactividad abriendo paso a la radio, la TV., el radar.
Ya en el siglo XX, Einstein revoluciona la física y su teoría de la relatividad fundamenta la mecánica cuántica que lleva a la realidad Max Planck.
A partir de entonces se desarrolla la cibernética y se llega a lo que antes nos habría parecido magia; y en 1958 se funda la NASA que da comienzo a los viajes espaciales. En estos momentos del siglo XXI, el abanico de posibilidades que se está abriendo nos llena de estupor.
Todo estaba puesto por el Creador en su obra creadora, y su criatura debía investigar, descubrir y poner en marcha. Cuando lo ha hecho al margen de Dios o contra Él, ha derivado en tragedias, pero una meditación profunda nos dice con claridad, que en el mundo del espíritu la evolución sería infinitamente mayor, una evolución espiritual inexplicable, por lo inefable. Pero… si creemos, como nos dice el Evangelio de hoy:”Lo que da la vida al mundo es que creáis en Aquel que el Padre ha enviado”.
Es decir, adhesión al plan de Dios, aunque nos rodeen desiertos. El Espíritu de Dios, solo espera de nosotros para actuar esta sencilla plegaria: “Señor ¡Ayúdame a creer! Tú que puedes dar la vuelta en un instante a la marcha normal de las cosas y salirme al encuentro…”