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En este segundo de cuaresma la liturgia eucarística tiene un mensaje central que ya está en la antífona de entrada: “buscad mi rostro”. Buscar la presencia de Dios que no está en las alturas alejado de la humanidad sino en la historia cotidiana de las personas y de los pueblos encarnado como amor que da confianza para seguir adelante. La máxima expresión de esa cercanía benevolente es Jesucristo. Palabra que debemos escuchar de modo especial en este tiempo de cuaresma.