Feb
Homilía I Domingo de Cuaresma
Año litúrgico 2014 - 2015 - (Ciclo B)
“ Yo hago un pacto con vosotros… ”
Pautas para la homilía de hoy
Reflexión del Evangelio de hoy
Este proyecto NO será desalojado de la historia…
Todo lo que está ocurriendo es tremendo ¿no os parece? El eco del sufrimiento ajeno y propio está sentado en algún lugar en nuestra mente, esperando con ansia nuestra mirada sincera y atenta. Ciertas imágenes de dolor se han adherido a nuestras retinas y se vuelven incluso más nítidas cuando cerramos los ojos. El horror de la violencia, el conflicto, el hambre, la miseria, la soledad, el desempleo, la falta de horizontes. La farsa del sainete político que dirige nuestras vidas y cuyas decisiones invisibilizan minuto a minuto a millones de seres humanos que no sirven a sus intereses, la codicia y voracidad del sistema de poder que generan muerte lenta y silenciosa. Pecado Indecente… Hundidos en esta desesperanza no siempre es fácil localizar y elevar bien alto lo que aún queda de digno en todo ese magma caliente e injusto, barrizal correoso, en que se convierte a veces el mundo y nuestro interior.
Además, ante el sin sentido, aparece la más cotidiana de las tentaciones: ojos que no ven, corazón que no siente... No pensar para no descubrir la realidad. No leer para no deprimirse, para no cambiar el tono, la buena onda. Liarse la manta a la cabeza. No analizar para no darse cuenta del horror, ceder el pulso a la impotencia. No mirarnos para no enfrentar nuestra miseria, la debilidad, nuestros recovecos. Tenemos miedo de observar el desierto, o lo que es peor: nos hemos acostumbrado a mirarlo de soslayo, deprisa y corriendo, en diagonal. Nos hemos acostumbrado a acercarnos a él con ánimo tranquilizador de conciencia… pero nada más. Y con todo esto, el que sale perdiendo es nuestro corazón, que acaba por eso, por no sentir, por no querer saber…
Dios sabe de todo esto, lo sufre y lo acoge, aunque le duela. Y como quiera que es tozudo y luchador y resulta que no soporta vernos inmersos en diluvios y lodos…, nos mira a los ojos, tierno, sereno, pero firme… presente. Nos agarra de los hombros y nos zarandea con suavidad, nos sacude la maraña, nos aclara la mente, depura nuestros ojos y nos abre el oído y el entendimiento: Mi Proyecto de Amor NO será desalojado de esta historia, NO va a pasar sin más…Luchad por él!… Esta es la gran certeza, el mayor de los gritos proféticos del mundo. Las palabras pronunciadas que nos infunden la fuerza para poder mirar y atravesar el dolor, para poder volver nuestros pasos al desierto y ser capaces de sopórtalo. Su presencia en nuestra mente y alma es la que nos da el valor para romper el sufrimiento y luchar por transformarlo, porque el dolor NO tiene la última palabra… porque Él no se aparta, porque su esperanza está decidida a habitarnos a tejer la carne de nuestro corazón.
Esta gran alianza duradera y universal es recordada hoy en el Pacto con Noé. “Yo hago un pacto con vosotros y con vuestros descendientes…”. Es recordada especialmente en el comienzo de la Cuaresma, periodo de gracia que nos invita a la vida, que nos lanza al encuentro con la Resurrección, sin miedo a transitar la Pascuas de nuestros corazones. La Pascua del Mundo. Jesús desde su experiencia privilegiada de Dios también se une al empeño, a ese grito profético de Amor revolucionario, proclamando el mensaje a los espíritus encarcelados. Devolviéndonos la libertad y animándonos a cultivar una conciencia radicalmente buena, preñada de ética. Bienintencionada.
Está cerca el reino de Dios: … creed
El evangelio de Marcos sincroniza hoy el comienzo de nuestra Cuaresma nada más y nada menos que con el principio de la opción de Jesús. Dios es así: “… está loco y quiere que nosotros también nos volvamos locos...” nos asemeja a Jesús… Nos envía a nuestra tierra, a nuestros mares, a nuestras Galileas de nombres y apellidos concretos y reales, de calles que pisamos de verdad, de ojos con los que nos cruzamos diariamente… es ahí donde nos imagina trabajando, ahogando las sabias del dolor, de la indignidad. Es ahí donde quiere poner su arcoíris. En la cotidiana tormenta es donde nos invita a luchar por crear verdad, nos alienta a instalar la justicia, a vivir con ternura, a practicar el codo con codo, el abrazo y la sonrisa… Es ahí donde nos invita a CREER que se puede…
¡Juntos/as podemos!